El horror llegó sin avisar en Pucacuro

La comitiva que llevó víveres a la comunidad de Pucacuro, infectando posiblemente a la mayoría de sus habitantes.Municipalidad Distrital de Trompeteros

La mayoría de miembros de esta remota comunidad peruano-amazónica sin hospital ni médico fueron contagiados por la covid-19. Una inoportuna visita de políticos de la zona tuvo la culpa.

“No tenemos medicamentos, tampoco alimentación, ni siquiera recibimos ninguno de los bonos del Gobierno. ¡Ayúdennos!”. A Emerson Mucushua, apu (jefe) de la remota comunidad peruano-amazónica de Pucacuro, clavada en el departamento de Loreto, cerca de la frontera con Ecuador, se le entrecorta la voz detrás del auricular. Su pedido de auxilio se oyó el 25 de mayo a través de RPP, la radio con mayor alcance de Perú.

Mientras en Lima las autoridades llevan días hablando de la “meseta del virus” y discutiendo pol...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

“No tenemos medicamentos, tampoco alimentación, ni siquiera recibimos ninguno de los bonos del Gobierno. ¡Ayúdennos!”. A Emerson Mucushua, apu (jefe) de la remota comunidad peruano-amazónica de Pucacuro, clavada en el departamento de Loreto, cerca de la frontera con Ecuador, se le entrecorta la voz detrás del auricular. Su pedido de auxilio se oyó el 25 de mayo a través de RPP, la radio con mayor alcance de Perú.

Mientras en Lima las autoridades llevan días hablando de la “meseta del virus” y discutiendo políticas de reactivación económica, en Pucacuro recién se perciben los estragos iniciales de la covid-19. Todo hace pensar que lo peor está por venir y que la ayuda para controlar la epidemia, de llegar, lo hará a destiempo. Al histórico desinterés que el Estado ha deparado a sus comunidades nativas se suman las dificultades geográficas. Y es que para trasladarse a Pucacuro desde Lima se requiere, primero, un vuelo de casi dos horas a la selvática Iquitos, la ciudad más grande del mundo sin conexión terrestre. De allí hay que dirigirse en auto, a través de una carretera irregular, hasta el distrito de Nauta: otras dos horas. En ese punto toca embarcarse en una chalupa, llamada “expreso”, y navegar por el Amazonas y el Marañón con destino a la localidad de Trompeteros; solo ese viaje demora doce horas. ¡Doce! Una vez en Trompeteros resta un último recorrido fluvial de dos horas más, río adentro, antes de alcanzar Pucacuro.

Así, después de 18 horas de un extenuante viaje que hasta Charlie Marlow, el temerario marino de El corazón de las tinieblas, de Conrad, dudaría en llevar a cabo, se arriba a este pueblo nativo que no es otra cosa que un centro poblado de casas apeñuscadas donde habitan 800 personas. Hay un solo colegio y un solo centro de salud, donde atienden un odontólogo y una laboratorista. Los otros médicos se marcharon apenas se desató la pandemia.

El 20 de abril llegó a Pucacuro el alcalde de Trompeteros junto a un séquito de ayudantes. Ninguno llevaba mascarilla ni portaba certificado de bioseguridad. Su presencia supuso una buena noticia, pues traían canastas colmadas de víveres para una población desacostumbrada a recibir beneficios. Pocos días después, sin embargo, comenzaron a registrarse fiebres y estornudos entre los pobladores. Cuando supieron que el alcalde se hallaba en cuarentena, no quedaron dudas: los mismos hombres que les habían llevado comida les transmitieron el virus.

El apu Emerson asegura que son ya 600 los contagiados en Pucacuro. Niños, adultos y ancianos presentan tos seca, dolores corporales y pérdida del sentido del gusto. Ante la total ausencia de fármacos, los nativos recurren a hierbas como el jengibre, la múcura, el eucalipto o dientes de ajo para paliar los síntomas.

Por si no fuera suficiente, otro problema hace más terrible la situación de la comunidad. A poquísimos metros existe una zona de extracción petrolera llamada Lote 8, donde desde 1996 la empresa argentina Pluspetrol Norte extrae crudo en cantidades industriales. La sostenida explotación del recurso natural, sin embargo, no ha redundado en la mejora del centro poblado.

“Hace 40 años vemos cómo salen de aquí miles de barriles de petróleo, pero ni aun así contamos con un buen hospital, ni oxígeno, ni medicamentos, ni personal suficiente para enfrentar la pandemia”, dijo en la radio el apu Emerson. En su voz había indignación y lasitud, como si en el fondo supiera que, por mucho que denuncie las injusticias que asolan a su pueblo, el pueblo donde nació y del cual ahora es líder, nada cambiará. No lo suficiente. Nunca.

Archivado En