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Denish, el líder que juega al fútbol con un limón

La vida de este adolescente ugandés de 16 años es tan ejemplar como modesta. Suple la escasez de recursos con grandes dosis de solidaridad

Denish, de 16 años, tiene vocación de servicio y una enorme capacidad de liderazgo. Cualidades que, alimentadas por un profundo sentimiento religioso, se manifestaron pronto en él. “Me siento fuerte en mi papel de líder y cuando ayudo a los demás”, suele decir. Esta personalidad le ha hecho merecedor del reconocimiento de sus compañeros de escuela en Adjumani (norte de Uganda), que lo eligieron súper delegado al comienzo de curso. Él ayuda a la resolución de conflictos que surgen en el centro y ejerce de interlocutor ante los profesores.Samuel Sánchez
En las escuelas ugandesas los niños llegan a clase mucho antes de que arranque la lección del maestro. Desde las 7.30 de la mañana, distribuidos en pequeños grupos, los chavales del colegio Odu, en Adjumani, se emplean a fondo durante media hora en la limpieza de las letrinas y los vestuarios, con ayuda del agua que cogen de cuatro fuentes y que mezclan, cuando hay, con polvo de detergente. Además, cargan en carretillas la hojarasca caída de los árboles durante la madrugada. Barren con unas rudimentarias escobas hechas con ramas secas de matorral. Denish (en el centro de la imagen, con el brazo en alto) dirige y coordina los trabajos. Todos cumplen sus órdenes diligentemente y sin rechistar.Samuel Sánchez
En Uganda se trabaja para inculcar en los alumnos el respeto a la comunidad educativa y, por extensión, a la patria. Denish se encarga de dirigir los ejercicios, casi marciales, que cada mañana se desarrollan en el patio del colegio antes de entrar en clase. Perfectamente alineados en filas, los alumnos entonan el himno nacional y otros cantos patrióticos frente al pedestal donde izan las banderas ugandesa y de la comunidad africana del Este, que agrupa a Uganda y a otros cinco países limítrofes.Samuel Sánchez
Entre las múltiples actividades en las que Denish tiene un papel protagonista, hay una que le hace especial ilusión: la confección de compresas reutilizables. Dice sentirse útil al aportar su granito de arena a la lucha contra el estigma con que es vivida a veces la menstruación, que provoca que muchas chicas se ausenten durante esos días del colegio para sortear las burlas de sus compañeros. La fabricación a mano de estos apósitos sustituye a los de un solo uso, de difícil adquisición.Samuel Sánchez
Denish supervisa el trabajo de sus compañeros en el taller de confección de compresas. Una vez termina la lección, todos estamparán su nombre con rotulador en la tela exterior del apósito y las chicas se quedarán con al menos dos compresas para ir alternándolas cuando les llegue el periodo. De media, una compresa hecha a mano les dura seis meses, es decir, seis menstruaciones. Proyectos similares se han puesto en marcha este año en 50 escuelas ugandesas, con apoyo de Unicef y, en el caso de Adjumani, gestionados por la ONG local Straight Talk.Samuel Sánchez
La compresa higiénica consta de tres capas: una fina de algodón blanco, que estará en contacto con el cuerpo; otra gruesa y absorbente de color amarillo y una tercera de plástico fino que asegura la protección.Samuel Sánchez
El absentismo escolar es un problema que dificulta que los chavales accedan a niveles académicos más avanzados. Solo un 25% de alumnos llega a cursar la educación secundaria en Uganda. Enfermedades como la malaria o el cólera, embarazos adolescentes, matrimonios forzados y la propia presión de los padres, que prefieren que sus hijos ayuden en tareas agrícolas, son los principales obstáculos en su formación.Samuel Sánchez
Denish preside el 'Peace Club' de su colegio, organismos implantados en el sistema educativo ugandés para la resolución de conflictos y la erradicación de la violencia. Lo integran 35 alumnos que se reúnen semanalmente en un barracón para intentar solventar disputas y riñas entre alumnos. Cuando la mediación de Denish y sus 'apóstoles de la paz' no fructifica es el turno de los maestros. Ellos tendrán la última palabra.Samuel Sánchez
En las paredes de las aulas cuelgan multitud de trabajos realizados por alumnos de los siete cursos de educación primaria: esquemas con las partes del cuerpo humano, mapas de África con los ríos y montañas que atraviesan el continente o dibujos de ranas, conejos y vacas diseccionados, entre otros. En Adjumani se habla el dialecto madi, una de las más de 40 lenguas presentes en Uganda. El inglés es asignatura obligatoria desde los cinco años, aunque la mayoría de niños no se expresan en esa lengua de manera fluida hasta la pubertad.Samuel Sánchez
La higiene personal es la primera trinchera en la lucha contra enfermedades como el cólera. Cada día, Denish ayuda en el transporte y colocación de varios bidones de agua que facilitan el aseo en diferentes momentos del día. El almuerzo es monótono y pobre nutricionalmente: un guiso de judías con una pasta de harina de maíz.Samuel Sánchez
Denish se puede considerar un chico afortunado. Sus padres cumplen regularmente con la entrega de alimentos y dinero que les solicita el colegio cada trimestre para mantener en pie el servicio de comedor. Aquellos cuyas familias no contribuyen, se van a casa a 'almorzar' pero muchos vuelven con el estómago vacío. Otros ni tan siquiera lo intentan, y se quedan deambulando por los alrededores del colegio. Saben que en su casa no hay nada de comer.Samuel Sánchez
El deporte ocupa el tiempo libre de los niños después de la comida. Mientras los más pequeños se suben a los árboles a recoger frutos, juegan al escondite o simplemente se sientan a descansar, los mayores suelen organizar partidos en una tupida pradera a la entrada del colegio. Dos porterías de hierro combadas marcan el límite del terreno de juego. A veces juegan mezclados chicas y chicos, y otras por separado. Patean descalzos una pelota hecha de retales de tela o de ropa vieja. A menudo les basta con entrelazar tiras de plástico y darles forma esférica. En el centro de la imagen, Denish lanza el balón al aire durante un recreo.Samuel Sánchez
La cuadrilla de Denish acude en auxilio de Susan, una anciana que vive miserablemente en una choza a tres kilómetros escasos del colegio. Van cargados con bidones de agua, machetes, azadas y escobas con las que adecentar su casa y jardín. Ante la ausencia de cobertura asistencial para los mayores, esa función intentan cumplirla desde el colegio, a través de los llamados 'Peace Clubs'.Samuel Sánchez
En cuestión de media hora, Denish y sus amigos han desbrozado la maleza que invadía el jardín de Susan. También han barrido el interior de su cabaña y le han dejado agua suficiente para el aseo. En una semana volverán a visitarla. "Los ancianos son los más sabios y nos sirven de guía a los jóvenes. Por eso ayudarles me hace feliz", afirma Denish sujetando entre sus manos los dedos huesudos de la anciana.Samuel Sánchez
Denish apura las últimas horas de luz para repasar sus ejercicios de Ciencias y Matemáticas. Lo hace sentado frente a la cabaña de adobe y paja en la que duerme junto a dos de sus cinco hermanos.Samuel Sánchez
La mochila y los libros de texto de Denish, apoyados sobre una mesita junto a su cama.Samuel Sánchez
Uno de los pocos entretenimientos de Denish cuando vuelve a casa consiste en jugar al fútbol con sus hermanos. Antes de empezar el partido, trepa hasta las ramas de un limonero para desprender el fruto y usarlo como balón. Juegan descalzos en los cuatro metros escasos de tierra que separan la choza donde duermen sus padres y en la que lo hacen ellos. Sus viejos zapatos de cuero, con los cordones deshilachados, hacen las veces de postes de una de las porterías.Samuel Sánchez
En Uganda las mujeres tienen cinco hijos de media. La madre de Denish tuvo nueve: cinco chicos y cuatro chicas. Todos viven bajo el mismo techo junto a tres primas. En total, 14 personas repartidas en seis cabañas. Quince vacas, cuatro cabras, patos, gallinas, un perro y un cachorro de gato conviven en el mismo espacio. La abuela de Denish yace bajo la tierra donde viven sus descendientes, algo habitual en comunidades rurales en Uganda, donde los muertos se entierran en casa.Samuel Sánchez
La madre de Denish, de rodillas sobre la tierra, prepara la cena mientras su hijo la ayuda vertiendo agua en una gran cacerola abollada. La mujer machaca cacahuetes pelados sobre una gran piedra hasta conseguir una pasta densa de textura similar a la de la mantequilla. Es un acompañamiento muy socorrido y habitual en esta zona de Uganda.Samuel Sánchez
A media tarde, al poco de regresar del colegio, Denish ayuda a su padre en las tareas de labranza. Ya tiene la fortaleza física necesaria para conducir con firmeza el timón de un azado, tirado por una yunta de vacas, con el que va abriendo surcos en la tierra para plantar arroz y algodón. También cultiva calabazas, judías, naranjas, limones, mangos y papayas. Su padre, de 54 años, siempre trabajó su propio huerto, del que viven 14 personas. A diferencia de la mayoría de familias, la de Denish al menos cuenta con unos ingresos fijos anuales. Su padre gana dinero sobre todo con la venta de algodón.Samuel Sánchez
La cena está casi lista. 'Sweet Potato' (batata) con crema de cacahuetes. Denish ha ayudado a pelar y lavar el tubérculo antes de ponerlo a hervir en un primitivo fuego dentro de la choza.Samuel Sánchez
Un grueso cortinón con bordados de flores separa la cama de Denish de la de sus hermanos en la minúscula cabaña donde duermen. Una enorme mosquitera atada a las esquinas evita que caiga sobre sus cabezas la paja y las ramas con las que está hecha la endeble techumbre. Una vieja mecedora de madera ocupa una esquina de la choza. Denish suele sentarse en ella para leer y estudiar. En una mesilla de madera cubierta por un mantel se amontonan sus cuadernos escolares. Entre ellos, sobresale un libro en inglés titulado ‘God speaks to his children’, una colección de extractos de la Biblia para jóvenes. El pasaje preferido de Denish es el referido a Abraham y la Tierra Prometida. Asegura que “la fuerza y determinación” del patriarca son un ejemplo para él.Samuel Sánchez
Cuando Denish piensa en lo que más valora en su vida, no duda ni un segundo: la educación. Sabe que solo estudiando puede aspirar a materializar sus sueños. Quiere ser director de un banco -el trabajo que él considera que da acceso más rápido al dinero- para construir un orfanato donde atender a niños desamparados. También le gustaría viajar a otros países, acabar de formarse y volver a Uganda para construir un país mejor.Samuel Sánchez