La magia de Mijaíl Tal
El genio de Riga hace que el tablero vibre con una catarata de belleza perfecta
Es poco menos que imposible encontrar un aficionado al ajedrez que no vibre de emoción con las partidas de Mijaíl Tal (1936-1992), un genio con mayúsculas, de los más cautivadores de la historia. Su infancia no debió de ser fácil, porque nació con dos dedos menos en la mano derecha, pero eso no le impidió tocar el piano con cierta pericia y muy buen gusto. Aunque aprendió a jugar a los ocho años, no se enfrentó a un gran maestro hasta los 17; sin embargo, fue el campeón del mundo más joven hasta entonces a los 23, destronando al patriarca Mijaíl Botvínik.
El Mago de Riga tenía 19 cuando firmó la joya que glosamos hoy, frente a Vladímir Simagin, en el 23º Campeonato de la URSS. Una cascada de golpes bellísimos hasta la victoria. Contrariamente a lo que ocurre en otras de sus partidas vibrantes, en esta ni siquiera los monstruos de silicio pueden rebatir sus ideas. Su juego roza la perfección.
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