12 fotosMadrid pasada por aguaReflejos en los charcos y gente cobijada bajo sus paraguas, son algunas de las imágenes que deja la lluvia a su paso por la capitalClaudio ÁlvarezNatalia Martín-BorregónMadrid - 24 mar 2015 - 16:19CETWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceUn hombre con el paraguas abierto. Desde 1973 los días de lluvia al año no han tenido una clara tendencia ni a la baja ni a la alta, sino que se han mantenido en torno a 100 días de lluvia anuales en Madrid. El año que registra más precipitaciones es 1977, fecha en la que los ciudadanos tuvieron que abrir sus paraguas 134 días. En contraste, seis años más tarde, en 1983, solo llovió 72 días. Más cercano a nuestros tiempo, el año pasado tuvimos 104 días lluviosos, según datos de tutiempo.net.Claudio ÁlvarezReflejo de un árbol en un charco de una calle madrileña. El tipo de lluvia más común en España es la lluvia frontal, las producidas a partir del contacto con una masa de aire caliente con otra de aire frío. Se dan en otoño y en invierno y están asociadas a borrascas.Claudio ÁlvarezMujeres asiáticas con chubasqueros y maletas de ruedas por las calles de Madrid. La lluvia limpia ‘la boina’ de contaminación que acumulan las ciudades. En la capital, los niveles de dióxido de nitrógeno, un contaminante que se origina en los tubos de escape de los coches y que es uno de los tres contaminantes más peligrosos para la salud, llegaron a su punto más alto este año ya que, en los primeros 12 días de 2015, Madrid acumuló casi el mismo nivel de contaminación de riesgo que en todo 2014.Claudio ÁlvarezUna persona se refugia bajo su paraguas de estampado londinense en un día lluvioso. ¿Ha oído hablar del Celedón? Es un muñeco que, suspendido por una cuerda, baja “volando” con su paraguas abierto desde la iglesia de San Migel sobre la gente concentrada en la Plaza de la Virgen Blanca y llega a un balcón del que sale convertido en humano para caminar entre la multitud. De esta manera, Vitoria (Álava) abre las fiestas patronales cada año el 4 de agosto.Claudio ÁlvarezEn la Plaza Mayor de Madrid, una mujer vende paraguas. Cada vez es más común ver venta ambulante de paraguas cuando llueve para aquellos despistados que hayan salido de casa sin él o que les haya pillado la lluvia por sorpresa. En las esquinas y sobre todo en las bocas de metro es fácil hacerse con un paraguas plegable por menos de cinco euros.Claudio ÁlvarezGotas cayendo sobre el suelo ya mojado. Muchas veces nos aventuramos a decir que va a llover solo por el olor que hay en el ambiente. Huele a lluvia, no hay duda, pero, ¿a qué se debe? Ese olor proviene del ozono, una molécula que aunque está siempre presente en la atmósfera, su concentración en las zonas bajas aumenta en los días de tormenta porque los rayos favorecen su formación. Además, también influye el olor de las propias plantas y bacterias arraigadas al suelo y la tierra, que al humedecerse desprenden diferentes aromas.Claudio ÁlvarezImagen de dos gotas justo en el momento que impactan contra en suelo encharcado. Un estudio llevado a cabo por expertos de la NASA determina que las gotas de lluvia no tienen forma de lágrima, como se creía hasta ahora, sino que se parecen al pan que cubre las hamburguesas: redondo en la parte superior y plano en la parte más inferior. "Todos los gráficos que muestran las gotas de agua en forma de lágrimas están equivocados", señala el investigador de la agencia espacial estadounidense Chris Kidd, quien ha explicado que la forma de pan de hamburguesa de las gotas se debe a que esta se hace "cada vez más pesada". En sus inicios las gotas forman un pequeño globo que permite que las moléculas se unan entre sí y caigan con la forma de una bola. Pero a medida que cae, la presión de la tierra que empuja desde abajo distorsiona su forma hasta que se asemeja al pan. Esta distorsión continúa a medida que cae y finalmente adopta forma de paracaídas, antes de romperse y convertirse en gotas más pequeñas.Claudio ÁlvarezReflejo en un charco de la Plaza de la Villa. Desde pequeños te enseñan a contar los segundos que transcurren desde que se produce el relámpago y hasta que escucha el trueno para saber a qué distancia está la tormenta. ¿Por qué? La diferencia de tiempo entre ambos fenómenos se debe a que, mientras la luz viaja a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo, el sonido lo hace en el aire a tan sólo 340 metros por segundo a una temperatura ambiente de 20º. De tal modo que, para calcular la distancia aproximada, según eltiempo.es, se aplica la fórmula: Distancia= Número de segundos/3.Claudio ÁlvarezLa Casa de la Villa de Madrid vista desde un callejón un día lluvioso. Si bien la fórmula para calcular la distancia de la tormenta era Distancia= Número de segundos/3, queda la duda de saber si viene hacia nosotros o se aleja. Para ello, lo que hay que hacer, según eltiempo.es, es realizar ese cálculo con un intervalo de tiempo de 1 o 2 minutos. De tal modo que, si por ejemplo hemos calculado en el primer resultado que la distancia es de 30 kilómetros y en el segundo de 26, es que viene hacia nosotros. Si el segundo resultado fuese mayor, es que la tormenta se aleja.Claudio ÁlvarezUn hombre sale a correr por los alrededores del Palacio Real en pantalón corto. El aumento de la humedad y el descenso de la temperatura están relacionados debido a una ley física elemental que nos indica que cuando dos cuerpos a distinta temperatura son puestos en contactos, sus temperaturas tienden a equilibrarse. Por esto, la atmósfera cálida transmite energía al agua que, debido a que viene de capas mucho más altas y más frías, se encuentra a menos temperatura. A este proceso se le conoce como equilibrio térmico y su relación con la humedad viene porque es una transmisión de calor desde la atmósfera hacia la gota de agua, que absorbe el calor de la atmósfera y, buena parte de ella se evapora pasando a esta en forma de humedad.Claudio ÁlvarezUna pareja se refugia de la lluvia bajo el mismo paraguas mientras contempla los Jardines de Sabatini. El Ayuntamiento de Madrid ha confiado a ACCIONA Service los servicios de conservación integral, jardinería, vigilancia, riego y gestión de consumos de los ocho parques históricos y de especial protección de la capital hasta 2023 por 95 millones de euros, entre ellos el de estos jardines.Claudio Álvarez