![<em><strong>Desde la izquierda: acompañan a la actriz Elena Anaya sus estilistas Andrea Ferrer y Águeda Amiano; su mánager, Katrina Bayonas; la coordinadora de proyectos de la actriz, Bárbara Yacobi; su jefa de prensa, Laura Díaz-Romeral; Beatriz Matallana y Crisanto Blanco (maquillaje y peluquería).</em></strong><br></br> “Soy yo la que la tiene que cuidar y preocuparme de que esté perfecta. Pero ella está muy pendiente de ti”, dice de Elena su maquilladora y también amiga. La actriz lo demuestra en la selección del vestuario, cuando insiste varias veces en que todos deben sentirse a gusto. No quiere que estén incómodos, ella sabe lo que es estar insegura ante un objetivo. Para ello cuenta con la ayuda de sus dos estilistas, las que le pusieron el collar de águila de Lanvin que causó sensación en la gala en la que se llevó el Goya, las que le dieron un libro con los distintos looks que debía llevar cada día en el festival de Cannes o a las que les consulta vía Skype. Con los años ha formado su equipo “perfecto” con generaciones y estilos distintos. “Todos con una personalidad increíble”, se enorgullece. Desde su mánager Katrina Bayonas, con quien comparte inquietudes personales y profesionales desde hace 20 años, hasta Laura Díaz-Romeral, la última incorporación a la familia hace seis meses. “Para mí es muy importante porque me ayuda a sentirme más cómoda con la prensa”, dice de ella tras alejarla para que no la oiga. Feliz de poder reunirlos, durante la sesión no deja de hacer fotos mientras lanza piropos para animarles. Como dice Yacovi para superar su vergüenza, “¡Todo por Elena!”.<br></br> <em>Ferrer viste jersey de punto de Sportmax, falda de ManéMané y botines de Cheap Monday; Amiano, con camisa de Kling, falda de Margiela y gorra de New Era; Elena Anaya lleva jersey de punto de Sportmax, pantalones de piel de By Zoé y plataformas de Robert Clergerie; Yacovi, con americana de Georges Rech, camiseta de American Vintage y botines de Ursula Mascaró; Díaz-Romeral, con ‘bomber’ de piel de By Zoé, camiseta de Dior, vaqueros de Reiko, pulseras de Luxenter y zapatos de Ursula Mascaró; Blanco viste abrigo de piel de Loewe, camiseta de María Escoté, pantalones de Religion y zapatos de Dior. Bayonas y Matallana visten su ropa.</em>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3HX2LLNPY5KQVHQGASWTHZ3SOE.jpg?auth=da428920f2a19343023d5f524632f2eea28ddbbd0fe6718230ae4feef8282d8f&width=414)
El equipo que cuida de ellos
Ellos son siempre los protagonistas. Pero los éxitos y fracasos de Elena Anaya, Raphael, Eduardo Madina y María Dueñas no son solo suyos. Los rodean equipos que cuidan su imagen, mueven su agenda e influyen en todos sus proyectos
![<em><strong>El cantante Raphael junto a Yann Barbot, director de ‘marketing’ y contratación; Gabriel Díaz, su ‘tour manager’; Rosa Lagarrigue, su representante, y Liliana García, ‘product manager’.</em></strong><br></br> “Mi carrera termina con ellos. No se sabe cuándo porque aún me quedan muchas cosas por hacer. Pero cuando me vaya solo lo sabré yo, mi familia y ellos”. Así de apegado es Raphael a su equipo, con el que lleva trabajando casi una década y al que considera parte de su familia. Cuando llegue ese momento, al resto del mundo le dirá que se va de vacaciones, “que podrán ser para siempre o no”, matiza. No hay ni una sola persona de su séquito que no ensalce la pasión del cantante por su trabajo. Tras 53 años de carrera, todos le han oído hablar de proyectos que le llevan hasta 2017. Bien lo sabe Yann Barbot, con quien el cantante planifica sus giras. Este asegura que Raphael nunca le ha puesto muchas limitaciones al programar los conciertos: “Es como un deportista encima de un escenario”. Gabriel Díaz, quien le acompaña en sus giras, define al cantante sin pensárselo ni un minuto: “Es el mejor profesional que he conocido. Tiene un talento monstruoso y un aguante físico muy grande. Shows de casi tres horas destrozan a cualquier cantante menos a este señor”. Ya son muchos años juntos, así que Díaz juega con la ventaja de conocer de antemano muchas respuestas. Aunque no todas. Saber qué va a tomar el cantante a su llegada al estudio se convierte en un juego. Liliana García apuesta por una café descafeinado con leche, y el tour manager del cantante, por la manzanilla. “¡A ver quién le conoce mejor!”, bromea ella. Su opción será la ganadora; por algo Lagarrigue la llama “esa pequeña minimánager”. <br></br> <em>Barbot viste americana de Dior, camiseta de True Religion y zapatos de Armand Basi; Díaz, con chaqueta de La Condesa, camiseta de American Vintage y pantalones de Dior; Lagarrigue lleva americana y pantalones de Georges Rech y camiseta de American Vintage, y García, vestido Antik Batik y zapatos de Ursula Mascaró. Raphael viste su traje.</em>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/H6ZEJPEC7RLPXNC5TCBCLBBNFI.jpg?auth=70154505948d0dac92a8050d64edd9bd28513cf43ca87925ac0f4b77f4f71970&width=414)
“Mi carrera termina con ellos. No se sabe cuándo porque aún me quedan muchas cosas por hacer. Pero cuando me vaya solo lo sabré yo, mi familia y ellos”. Así de apegado es Raphael a su equipo, con el que lleva trabajando casi una década y al que considera parte de su familia. Cuando llegue ese momento, al resto del mundo le dirá que se va de vacaciones, “que podrán ser para siempre o no”, matiza. No hay ni una sola persona de su séquito que no ensalce la pasión del cantante por su trabajo. Tras 53 años de carrera, todos le han oído hablar de proyectos que le llevan hasta 2017. Bien lo sabe Yann Barbot, con quien el cantante planifica sus giras. Este asegura que Raphael nunca le ha puesto muchas limitaciones al programar los conciertos: “Es como un deportista encima de un escenario”. Gabriel Díaz, quien le acompaña en sus giras, define al cantante sin pensárselo ni un minuto: “Es el mejor profesional que he conocido. Tiene un talento monstruoso y un aguante físico muy grande. Shows de casi tres horas destrozan a cualquier cantante menos a este señor”. Ya son muchos años juntos, así que Díaz juega con la ventaja de conocer de antemano muchas respuestas. Aunque no todas. Saber qué va a tomar el cantante a su llegada al estudio se convierte en un juego. Liliana García apuesta por una café descafeinado con leche, y el tour manager del cantante, por la manzanilla. “¡A ver quién le conoce mejor!”, bromea ella. Su opción será la ganadora; por algo Lagarrigue la llama “esa pequeña minimánager”.
Barbot viste americana de Dior, camiseta de True Religion y zapatos de Armand Basi; Díaz, con chaqueta de La Condesa, camiseta de American Vintage y pantalones de Dior; Lagarrigue lleva americana y pantalones de Georges Rech y camiseta de American Vintage, y García, vestido Antik Batik y zapatos de Ursula Mascaró. Raphael viste su traje.JAMES RAJOTTE
![<em><strong>Al político Eduardo Madina le acompañan Miguel Herraiz e Irene Cuesta, de la secretaría del PSOE, y a la derecha, José de Francisco, director del gabinete jurídico del partido.</em></strong><br></br> Eduardo Madina no los eligió personalmente, pero después de varios años en el grupo parlamentario socialista trabajando codo con codo se han convertido en su mano derecha y, según dice, lo mejor que le ha pasado desde que fuese nombrado secretario del Grupo Socialista en el Congreso en 2009. José de Francisco le ha enseñado mucho de lo que sabe de Derecho, de Derecho Constitucional y del procedimiento parlamentario. De Miguel Herraiz –con quien comparte alguno de sus viajes por España– e Irene Cuesta ha aprendido el talante para sobrellevar situaciones diarias de muchísima dificultad. Ellos son los que le preparan toda la documentación una vez establecido el orden del día de los plenos y sobre las iniciativas parlamentarias, además de coordinar el encaje de bolillos que es su agenda. La llegada de Cuesta a su equipo hace tres años, tras una excedencia de siete en la que trabajó en el Ministerio de Trabajo con Jesús Caldera y Celestino Corbacho, le aportó una nueva visión. “Conocía muy bien a todos y el funcionamiento del Parlamento, y eso en el Congreso no tiene precio, conocer aquello que normalmente no se ve, pero que sujeta todo el resto”, recuerda que pensó de ella en sus inicios. “Si hubiera podido elegir, o tuviese que elegir 20 veces más, los elegiría siempre a ellos. No sé si ellos me elegirían a mí”, lanza el político un tanto pensativo. Pero los tres no han dudado en acompañarle a la sesión, y sus nervios y vergüenzas ante la cámara dan una idea de que la respuesta para Madina sería afirmativa. Sienten un respeto mutuo y se llevan a la perfección. “Discusiones no hay porque al fin y al cabo todos formamos parte del mismo proyecto. Como mucho cambia la manera de afrontar algunas cosas”, matiza De Francisco.<br></br> <em>Irene Cuesta lleva vestido azul de Georges Rech. Herraiz viste camiseta de Barbour, y De Francisco, camisa de García Madrid. El resto de su ropa, al igual que la de Eduardo Madina, es propio.</em>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WNGN5A5OYFP6XJC5SLRTVJDJ3Y.jpg?auth=2f65d41503a9e689a4b096a797c885cc0731185b2c9593bec54765898cc5527a&width=414)
Eduardo Madina no los eligió personalmente, pero después de varios años en el grupo parlamentario socialista trabajando codo con codo se han convertido en su mano derecha y, según dice, lo mejor que le ha pasado desde que fuese nombrado secretario del Grupo Socialista en el Congreso en 2009. José de Francisco le ha enseñado mucho de lo que sabe de Derecho, de Derecho Constitucional y del procedimiento parlamentario. De Miguel Herraiz –con quien comparte alguno de sus viajes por España– e Irene Cuesta ha aprendido el talante para sobrellevar situaciones diarias de muchísima dificultad. Ellos son los que le preparan toda la documentación una vez establecido el orden del día de los plenos y sobre las iniciativas parlamentarias, además de coordinar el encaje de bolillos que es su agenda. La llegada de Cuesta a su equipo hace tres años, tras una excedencia de siete en la que trabajó en el Ministerio de Trabajo con Jesús Caldera y Celestino Corbacho, le aportó una nueva visión. “Conocía muy bien a todos y el funcionamiento del Parlamento, y eso en el Congreso no tiene precio, conocer aquello que normalmente no se ve, pero que sujeta todo el resto”, recuerda que pensó de ella en sus inicios. “Si hubiera podido elegir, o tuviese que elegir 20 veces más, los elegiría siempre a ellos. No sé si ellos me elegirían a mí”, lanza el político un tanto pensativo. Pero los tres no han dudado en acompañarle a la sesión, y sus nervios y vergüenzas ante la cámara dan una idea de que la respuesta para Madina sería afirmativa. Sienten un respeto mutuo y se llevan a la perfección. “Discusiones no hay porque al fin y al cabo todos formamos parte del mismo proyecto. Como mucho cambia la manera de afrontar algunas cosas”, matiza De Francisco.
Irene Cuesta lleva vestido azul de Georges Rech. Herraiz viste camiseta de Barbour, y De Francisco, camisa de García Madrid. El resto de su ropa, al igual que la de Eduardo Madina, es propio.JAMES RAJOTTE
![<em><strong>Tres mujeres son el núcleo del séquito de la escritora María Dueñas. Desde la izquierda, Isabel Santos, responsable de comunicación de la editorial Temas de Hoy; Lola Gulias, agente de Antonia Kerrigan, y Raquel Gisbert, su editora.</em></strong><br></br> María Dueñas aparece en el estudio con tres hojas. Como si se tratara del esqueleto de una trama de la que no quiere dejarse nada por contar, en ellas hay descrito punto por punto el trabajo de cada una de las personas que la acompañan y anécdotas que les unen desde hace unos cinco años, momento en el que la escritora aparcó su trabajo en la universidad para darle una oportunidad a su literatura. Las tres forman parte de un equipo que le ha enseñado a María Dueñas los entresijos del mundo editorial que hasta entonces desconocía por completo. En esas hojas revela que Lola Gulias fue su primer contacto literario, y que, gracias a ella y a Antonia Kerrigan, “el manuscrito de El tiempo entre costuras llegó a la editorial Temas de Hoy cuando ninguna imaginaba su destino”. De Raquel Gisbert, con quien, además del mismo sentido del humor, comparte la carrera de Filología Inglesa, recuerda la primera vez que hablaron por teléfono para confirmar la publicación de la primera novela. “Estaba en la calle y llovía a mares, así que opté por refugiarme en un cajero automático. Hablamos durante más de una hora, y desde entonces esa es la duración media de nuestras conversaciones”. Una complicidad que también comparte con Isabel Santos. Gracias a sus viajes por España para promocionar sus libros –hoy está ya encerrada trabajando en el tercero– y horas de conversación, Dueñas se entiende con su “resolutiva” directora de comunicación con una mirada, asegura. “Si hubiera sido por María, nos habríamos juntado 20 personas en la fotografía”, lanza Santos. Los apuntes de la escritora dan fe. Entre ellos destacan nombres con mayúsculas junto a un “por favor, mencionar”. Así deja patente que también son parte fundamental de su equipo Víctor Hurtado, Hilde Gersen, Tonya Gates, Belén López Celada y Ruth González.<br></br> <em>Gisbert lleva vestido de seda y cuero de Sportmax, y Gulias, un vestido geométrico de Adolfo Domínguez. Santos y Dueñas llevan su propio vestuario.</em>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/434FYCXROZNAFOO6NGKU5VMMEI.jpg?auth=d3c5c21244342930c51d252b2e99f88683959c7ae95eabdc52e1893e66d22fda&width=414)
María Dueñas aparece en el estudio con tres hojas. Como si se tratara del esqueleto de una trama de la que no quiere dejarse nada por contar, en ellas hay descrito punto por punto el trabajo de cada una de las personas que la acompañan y anécdotas que les unen desde hace unos cinco años, momento en el que la escritora aparcó su trabajo en la universidad para darle una oportunidad a su literatura. Las tres forman parte de un equipo que le ha enseñado a María Dueñas los entresijos del mundo editorial que hasta entonces desconocía por completo. En esas hojas revela que Lola Gulias fue su primer contacto literario, y que, gracias a ella y a Antonia Kerrigan, “el manuscrito de El tiempo entre costuras llegó a la editorial Temas de Hoy cuando ninguna imaginaba su destino”. De Raquel Gisbert, con quien, además del mismo sentido del humor, comparte la carrera de Filología Inglesa, recuerda la primera vez que hablaron por teléfono para confirmar la publicación de la primera novela. “Estaba en la calle y llovía a mares, así que opté por refugiarme en un cajero automático. Hablamos durante más de una hora, y desde entonces esa es la duración media de nuestras conversaciones”. Una complicidad que también comparte con Isabel Santos. Gracias a sus viajes por España para promocionar sus libros –hoy está ya encerrada trabajando en el tercero– y horas de conversación, Dueñas se entiende con su “resolutiva” directora de comunicación con una mirada, asegura. “Si hubiera sido por María, nos habríamos juntado 20 personas en la fotografía”, lanza Santos. Los apuntes de la escritora dan fe. Entre ellos destacan nombres con mayúsculas junto a un “por favor, mencionar”. Así deja patente que también son parte fundamental de su equipo Víctor Hurtado, Hilde Gersen, Tonya Gates, Belén López Celada y Ruth González.
Gisbert lleva vestido de seda y cuero de Sportmax, y Gulias, un vestido geométrico de Adolfo Domínguez. Santos y Dueñas llevan su propio vestuario.JAMES RAJOTTE