Carta de fin de año a mis hijos

Pep Montserrat

Queridos niños:

Este año, como todos, vamos a pasar las fiestas en Lima, con los abuelos. Lima está linda. ¿Verdad? Nuestros amigos están contentos en general, y la gente se ve optimista. Qué diferente a España, que está de mal humor, en crisis, en huelga, en recortes sociales.

Antes de que ustedes nacieran, era todo lo contrario. Yo vivía con los abuelos en el Perú, pero me vine a España a tratar de buscar trabajo en lo mío. Muchos amigos también emigraron. Ahí siempre había una crisis: yo pasé inflación, terrorismo, recesión, dictadura… Siempre algo estaba muy mal y se ponía pe...

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Queridos niños:

Este año, como todos, vamos a pasar las fiestas en Lima, con los abuelos. Lima está linda. ¿Verdad? Nuestros amigos están contentos en general, y la gente se ve optimista. Qué diferente a España, que está de mal humor, en crisis, en huelga, en recortes sociales.

Antes de que ustedes nacieran, era todo lo contrario. Yo vivía con los abuelos en el Perú, pero me vine a España a tratar de buscar trabajo en lo mío. Muchos amigos también emigraron. Ahí siempre había una crisis: yo pasé inflación, terrorismo, recesión, dictadura… Siempre algo estaba muy mal y se ponía peor. Era normal irse.

Ahora, cuando vayamos a Lima, veremos a mis amigos. Muchos tienen hijos de la edad de ustedes. A ustedes les sorprenderá ver que esos niños tienen nanas, unas chicas con uniforme que los cuidan incluso los fines de semana. Mis amigos no se criaron con nanas. Es que la economía ha crecido mucho en veinte años, y ahora les va muy bien. A nosotros en España nos va bien, supongo, pero no podemos pagar algo así. Aquí, ahora mismo, un profesional con estudios gana menos que en el Perú. En cambio, las nanas ganan muchísisisimo más.

Lima está linda, y la gente se ve optimista. Qué diferente a España”

Eso me gusta. Incluso en crisis, en España hay menos diferencias sociales que allá, y eso, chicos, mejora la vida de todos. Por ejemplo, podemos ir caminando a todas partes. Las ciudades españolas son más pequeñas y seguras que cualquier capital latinoamericana. Algunas son muy bonitas. Y aunque no tengamos dinero, ustedes tienen derecho a una educación y salud decorosas, al menos hasta este momento. Pero los sentimientos no dependen de cómo les vaya a los otros. Los españoles están enfadados porque tienen menos de lo que esperaban. Los latinoamericanos están optimistas porque tienen más (incluso las nanas, que antes ganaban aún menos que ahora).

Si ustedes fuesen un poco mayores, niños, digamos unos sesenta años mayores, apreciarían la ironía de esta situación. Los presidentes de esta América Latina rica con grandes cifras de crecimiento son una galería de subversivos: un golpista militar, otro que no dio un golpe pero casi, una guerrillera, un líder tupamaro. En cambio, en España, el presidente es un señor de derechas de toda la vida, pero ha nacionalizado un banco, ha subido los impuestos y no consigue crear empleo. Créanme, chicos, lo nunca visto.

La lección de todo esto es: si ustedes creen que algún proyecto mejorará el mundo, defiéndanlo. Siempre hacen falta buenas ideas. Pero nunca piensen por consigna. Escuchen con atención a los demás. Analicen con frialdad lo que ocurre a su alrededor. El mundo de sus abuelos era más fácil: estabas de un lado o de otro, eras de derechas o de izquierdas. Sabías quiénes eran los buenos y quiénes los malos. El mundo que les va a tocar a ustedes es complicado, y todas las verdades pueden volverse mentiras en cinco años… o en cinco minutos.

Ustedes tienen suerte: podrán escoger de dónde quieren ser. Ya son peruanos y españoles a la vez. Y si les da por ahí, hasta podrán decidir que son catalanes y no quieren ser españoles. Yo respetaré lo que sientan. Pero tomen algo en cuenta: uno sabe de dónde viene, pero nunca sabe dónde va a terminar. Crisis como las de Europa ya habían ocurrido en Perú en los ochenta, en México en los noventa o en Argentina hace diez años. Al parecer, esto se está convirtiendo en una lotería global. Así que sean de donde quieran, pero tengan siempre la maleta lista para huir.

¿Les parece triste? A mí no. Al contrario. El sentido de su vida no es algo que tengan que defender. Es algo que tendrán que buscar. Lo digo por experiencia: lo más maravilloso de mi vida, que son ustedes, estaba a 10.000 kilómetros del lugar en que nací. Y soy feliz por haberlo encontrado.

Twitter: @twitroncagliolo

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