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El último año del siglo XX celebra también el ocaso del llamado <i>New acoustic movement, </i>Turin Brakes, I Am Kloot y todas esas bandas que torturan a Radioehad recordándoles que una vez fueron y ya jamás deseaban volver a ser. El mundo es un lugar confundido por el timo del efecto 2000, el fracaso de las conversaciones de paz entre Siria e Israel y la muerte de sir Alec Guinness. La gente de la farándula empezaba a vestirse como aviadores en paro; los tejidos tecnológicos, los Engineered Jeans y las chaquetas con bolsillo para el móvil marcaban una época confusa y estéticamente repulsiva. Ante tanto despropósito, existen dos opciones de respuesta: una la personifican los manifestantes antiglobalización en Praga y Primal Scream con su sublime <I>XTRMNTR</I>; otra, Alan Greenspan siendo reelegido y Coldplay con su pop amorfo que llega por sorpresa y se queda para poner banda sonora a los amores de la clase media. Desde la era del <i>britpop</i> no existían bandas supuestamente<i> indie </i>con tamañaza vocación por hacerse populares. Coldplay inventa al dinosaurio <i>indie.</i> <b><i>Gadget:</i> </b><i>Minidisc,</i> el final de una era. <b>Disco del año según la prensa: </b><i>Stankonia, </i>de Oukast.
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¿SE ACABÓ LA FIESTA?

¿SE ACABÓ LA FIESTA?

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