¿El mejor momento de la gestión activa?
Los productos indexados se han convertido en uno de los instrumentos favoritos de los inversores. En todo el mundo la gestión indexada o pasiva suma ya más de 20 billones de dólares. Sin embargo, este tipo de inversión podría estar alimentando modas bursátiles y contribuyendo a crear las mejores oportunidades para la gestión activa. ¿Cómo? Aquí lo explicamos
Se suele clasificar la gestión de las carteras de inversión entre activa y pasiva. La gestión de fondos activa busca la generación de alfa —medida del rendimiento de un porfolio de inversiones—, que trata de batir a los índices llevando a cabo una gestión dinámica de las carteras. Para ello el equipo gestor analiza los cambios en la economía, las tendencias del mercado, el panorama político y la evolución de empresas y sectores.
La gestión pasiva, por contra, se limita a seguir unas reglas determinadas. Canaliza sus inversiones hacia las compañías que componen un índice. Y aquí está la cuestión: cuanto más popular es una empresa y más se revalorizan sus acciones, mayor peso tiene en los índices y, por tanto, más dinero capta de los fondos de gestión pasiva.
Esta operativa, según muchos expertos, podría estar alimentando las modas bursátiles, y los múltiplos excesivamente elevados, lo que ocasionaría, además, que muchas empresas menos populares puedan llegar a cotizar con fuertes descuentos. Precisamente, el mejor escenario posible para la gestión activa.
La moda de la gestión pasiva
Pese a ello, la gestión indexada o pasiva ha experimentado un enorme despegue durante las últimas décadas. Puede decirse que está de moda. En 2021 los activos gestionados bajo esta metodología de inversión superaron los 20 billones de dólares, el equivalente a 16 veces el PIB de la economía española. Hoy, gigantes especializados en este tipo de productos, como BlackRock o Vanguard Group, se han convertido en los grandes reyes de la industria financiera.
En Estados Unidos, incluso, la inversión pasiva ha sobrepasado ya a la gestión activa por volumen de activos gestionados. Entre sus grandes ventajas está que se trata de productos mucho más baratos. Esto es así porque los fondos de gestión pasiva no tienen grandes equipos de investigación y análisis detrás.
En los de gestión activa el equipo gestor busca oportunidades idóneas de inversión para mover el dinero. En un fondo de gestión pasiva, en cambio, ese equipo no requiere de tantas personas, porque el objetivo es replicar al índice (comprar cada uno de los valores que lo componen), y en la misma proporción. La consecuencia inmediata: comisiones mucho más bajas, una de las características que caracterizan a la inversión pasiva.
Por ello, tradicionalmente los expertos han tendido a considerar los fondos de gestión pasiva aconsejables para el pequeño inversor con los conocimientos financieros justos, con pocas ganas o seguridad en sus movimientos y con menos tiempo para dedicarle a sus inmediatas inversiones. Ahora bien, ¿Quiere decir esto que los tiempos de la gestión activa han pasado? No necesariamente. De hecho, cada vez son más los analistas que apuntan a todo lo contrario. Tal y como hemos visto, la gestión pasiva podía estar creando un entorno propicio para que los gestores que seleccionan activamente sus carteras puedan lograr rentabilidades extraordinarias.
Si quieres saber más sobre todas estas cuestiones y conocer cuándo es mejor optar por fondos de gestión activa y cuándo por fondos de gestión pasiva, no te pierdas el último vídeo de Si lo hubiera sabido, el nuevo canal de información financiera de Mutuactivos.