Érase una vez una (industria) humana
Un almacén en una plaza de garaje. Una entrega inspirada en el espacio. Un regadío de datos. La simbiosis de las fábricas. La máquina que susurraba a las personas. Una lavadora de planetas. ¿Qué tienen en común?
Éranse una vez unas cifras económicas. Érase una vez un emprendedor frente al mayor desafío de la historia. ¿Qué comienzo prefieren los lectores? Seguramente el segundo, pero si se apoya en el primero, mejor. Todo suma en ese desafío histórico, el de una economía que se sobreviva a sí misma.
Si hablamos de cifras que precisen la ventaja competitiva de la sostenibilidad —bien aplicada, claro, porque es una inversión, no una garantía—, la mitad de las empresas españolas reconoce el impacto positivo en sus resultados, según el Pacto Mundial. El índice MSCI ACWI ESG Leaders, donde cotizan las firmas con mejor comportamiento ESG (ambiental, social, de gobernanza), bate al resto del mercado en rentabilidad y riesgo desde hace tres lustros.
Fundación Forética calcula hasta en un millón los empleos que puede generar la economía verde europea en una década y considera la sostenibilidad como el tercer gran catalizador del trabajo tras la digitalización y la automatización. El 86% de los españoles prefiere comprar a una empresa con prácticas reales de economía circular, según un estudio oficial de percepción y hábitos.
Pero si le ponemos rostro a esas cifras, si queremos aterrizar conceptos a veces imprecisos como sostenibilidad o impacto, hay que hablar de los empresarios que suben cada día la persiana. Su día a día prueba que la sostenibilidad se consolida en un sector en sí mismo, con compañías que proveen servicios para hacer sostenibles a las demás. Y en un sector dentro de todos los sectores, como la logística, con planes internos de sostenibilidad ya seas un especialista en tecnología industrial o una comunidad de regantes.
Estas son algunas de ellas, vinculadas a incubadoras y hubs del Consorci de la Zona Franca de Barcelona (CZFB).
Si tienes lo que necesito y tengo lo que necesitas, tenemos suerte
La empresa que fundó y dirige Verònica Kuchinow se llama Símbiosy no por casualidad. Su experiencia se explica de una forma gráfica: no es lo mismo un paisaje visto a través de un tubo que a vista de pájaro. La anterior empresa que fundó se dedicaba a tratar residuos de empresas al final de los procesos industriales, al final del tubo. De la pregunta obvia, ¿por qué no evitar los residuos al principio, donde se generan?, pasó a otra más incisiva, ¿por qué no aprovechar que para una empresa es un recurso lo que para otra es un desecho? La respuesta a esa pregunta es Símbiosy: una compañía experta en economía circular a través de la simbiosis industrial que en los desperdicios no ve desperdicios sino recursos sobrantes, oportunidad de negocio.
El 86% de los españoles prefiere comprar a una empresa con prácticas reales de economía circular, según un estudio oficial de percepción y hábitos
Es la consultoría y la plataforma digital que teje la red entre empresas para intercambiar materiales, agua, flujos de energía que unas descartan y otras reclaman. Por ejemplo residuos agrícolas, forestales y ganaderos convertidos en biomasa y gas natural. O los de la fermentación como materia prima para fabricar alcoholes. Para Kuchinow, la clave es el cambio de mentalidad —la mirada panorámica—: “Necesitamos ver los procesos dentro de un marco más amplio de gestión, un ecosistema industrial diverso, regenerativo, de colaboración entre empresas, autoridades públicas y la sociedad. Trabajar juntos es un negocio inteligente”. Inteligente especialmente en España. “Nos faltan combustibles fósiles, materias primas. Tenemos sol, tierra, agua, residuos que podemos convertir en fuentes y en minas para independizarnos de los importados”.
El reparto de última milla que usaría el sentido común
Pongamos que a alguien lego en logística tiene que reorganizarla en una urbe que no lo pone fácil por densidad, Barcelona. Más difícil: debe evitar ruidos y melés, además de reducir las emisiones del transporte en pleno boom del comercio electrónico. ¿Imposible? Para nada, le bastaría con replicar el modelo de Geever, una de esas ideas que parecen naturales, pero que nadie tiene hasta que el pionero la tiene. Básicamente le da la vuelta al calcetín del sistema tradicional que colapsa las calles. Ubica su red de microalmacenes en plazas subterráneas de aparcamientos 24 x 7 que se cargan antes de las 6 AM, distribuidos de tal forma que los repartidores recorren 750 metros máximo, así que usan bicis, triciclos, carros eléctricos o los pies.
Además, residen en esa misma zona o muy cerca, no tienen que viajar desde el extrarradio. También incluye puntos de conveniencia y taquillas inteligentes para recoger paquetería. Balance en 2022: 75 toneladas de CO2 ahorradas a la ciudad, equivalentes al sumidero de 44 hectáreas de bosque. ¿Buen negocio para el planeta? Y para las empresas. Luis Framis, director de ventas, marketing y comunicación de Geever, explica que una última milla así se convierte en un factor competitivo para sus clientes, grandes compañías de moda, transporte y comercio electrónico. “Este modelo contribuye a las cadenas de suministro locales, crea tejido y empleo en casa, reduce la dependencia y los costes de la larga distancia, anima a las empresas a situar la producción cerca de sus mercados”. Y una idea de fondo: al evolucionar hacia la sostenibilidad, una empresa está obligada a innovar, introducir tecnología y hacerse más dinámica para adaptarse al cambio.
75 toneladas de CO2 ahorradas a la ciudad equivalen al sumidero de 44 hectáreas de bosque
Una plataforma para controlarlas a todas (las rutas y entregas)
La prueba de fuego del transporte por carretera es descargar en grandes ciudades, donde se producen muertes prematuras por contaminación y mermas de productividad por congestión del tráfico. La motorización eléctrica y combustibles alternativos para vehículos grandes necesitan años de maduración, pero las legislaciones no esperan, el precio del diésel tampoco y el resultado del dilema, como explica Ángel Batalla, socio fundador y CEO de Last Mille Team, “es que es imposible para las empresas de transporte absorber todos los costes asociados a la transición sostenible”. Parte de la solución a este problema tan terrestre está en el cosmos: Batalla se inspiró en la Agencia Espacial Europea para desarrollar una plataforma que, mediante inteligencia artificial y ciencia de datos, pone orden e integra a transportistas, administraciones y clientes como empresas de retail.
Al optimizar rutas y cargas, controlar la trazabilidad y planificar la franja horaria de la entrega, reduce hasta un 30% la congestión y las emisiones, y hasta un 25% los costes de transporte. Su capacidad ha logrado reconocimientos como, entre otros, el Premio Nacional de Movilidad, y ha participado en el proyecto Lead —Horizonte 2020— de gemelos digitales de redes logísticas. Acaba de integrarse además en la primera incubadora española de logística especializada en industria 4.0, del CZFB. “La sostenibilidad del transporte por carretera se ha convertido en un factor crítico —explica Batalla—. Las oportunidades de negocio abundan para quienes abrazan este cambio, pero hay que adoptar una mentalidad de largo plazo y reconocer que es un proceso en evolución, un viaje, no un destino”.
Optimizar rutas y cargas, controlar la trazabilidad y planificar la franja horaria de la entrega, reduce hasta un 30% la congestión y las emisiones, y hasta un 25% los costes de transporte.
Las máquinas le dicen la verdad a quien sabe escucharlas
En la marmita de la economía tenemos la transformación digital, la automatización, el imperativo legal de ser más sostenibles y un tiempo limitado para adaptarse. No es que se puedan convertir tantos condicionantes en factores favorables, es que se pueden convertir en un servicio: la plataforma de ZentinelMDS que conecta toda la maquinaria de una compañía con los sistemas de gestión de la información. ¿Con qué objetivo? “Acceder a todos los datos de las máquinas para analizar su rendimiento y su eficiencia energética”, explica María Rivas, fundadora y directora de Operaciones. ¿Pero esto no se hacía ya años atrás? Sí, algunas multinacionales, por ejemplo. La diferencia es que hoy lo pueden lograr incluso pymes modestas, porque casi todas las máquinas pueden comunicarse mediante tecnologías como edge computing e internet de las cosas.
Con una sencillez sin precedentes, no es necesario modificarlas, y por tanto con un coste asequible que además rentabilizar el principal valor de cada máquina, además de su uso: sus datos. Datos transformados en conocimiento para detectar y solucionar anomalías de consumo, comparar rendimientos de máquinas y turnos, prevenir fallos, reducir tiempos y defectos de producción o cumplir normativas. Para hacer de sostenibilidad y productividad dos términos enlazados. Rivas explica que digitalizar dos señales sencillas como piezas producidas y consumo eléctrico, genera información tan importante para la gestión como cantidades fabricadas por horas, turnos y días, el coste energético segmentado por piezas y máquinas, tiempos de producción mínimos, medios y máximos, o tiempos de funcionamiento. ZentinelMDS fue premiada como la mejor startup de Industria Digital en la Barcelona New Economy Week 2023.
¿Cómo se ahorra agua gota a gota? Pues dato a dato
Si Zentinel cuida el recurso vital de la energía, Agualytics protege el recurso vital del agua. Si el software de Zentinel analiza máquinas, el de Agualytics gestiona el ciclo hídrico y su nexo con la energía para optimizar ambos y ahorrar un 30% de consumo medio, además de un 70% de fugas y averías gracias una trazabilidad de la fuente al usuario. Oro transparente, si la agricultura en España, también en la seca, consume cerca del 80% del total, según datos oficiales. La compañía genera un gemelo digital de la infraestructura óptima en cualquier explotación agrícola o red de abastecimiento —ciudad, industria, comunidad de cientos o miles de regantes…— para definir qué equipos y soluciones pueden convertir ese gemelo en realidad.
Como explica su CEO, Saturnino José González, la tecnología vuela en capacidad de procesamiento, pero también en sencillez para integrarse en los sistemas del cliente, con menos gasto y mayor retorno para empresas modestas ya bastante acosadas por precios e impuestos. Y, aviso a navegantes, “para anticiparse a lo que se avecina, un mercado de créditos de agua similar al de los créditos de carbono”. Que este tipo de sostenibilidad real, a pie de asfalto y campo, sea cada vez más común en pymes, “evidencia el calado y la viabilidad de la nueva economía”. Al tratarse de tecnologías locales, su desarrollo económico estimula la sostenibilidad social, y viceversa. Un círculo que se retroalimenta, como el del agua. Agualytics también ganó un premio a la mejor startup, categoría de Sostenibilidad, en el BNEW 2023.
Hay lavadoras con el programa de sostenibilidad integral
Aterrizar los grandes conceptos como sostenibilidad en la realidad a pie de empresa revela las diferencias entre palabras y hechos. Entre medidas puntuales y una política completa de bajo impacto. Por eso decir que la multinacional Girbau se dedica a fabricar maquinaria de lavandería industrial es verdad, pero no toda la verdad. Además se dedica a la sostenibilidad integral. Ha desplegado placas solares para cubrir parte del consumo, aislamientos térmicos, planes de movilidad cero emisiones, electrificación no solo de equipos como la climatización, sino de sus procesos de manufactura, junto con un modelo general de circularidad y simbiosis industrial en fase piloto.
Por otra parte, ofrecen a sus clientes soluciones para reutilizar el agua, reaprovechar el calor residual y filtrar microplásticos. Es lógico que esa planificación productiva se prolongue en el ecodiseño de su catálogo, con algunos premios internacionales. Para Joan Vilaseca, responsable de Sostenibilidad Corporativa y de Negocio, que sea un imperativo ético no necesita a estas alturas explicación, pero además “la sostenibilidad se ha convertido en un factor competitivo y diferencial directo, en una variable fija en los planes de desarrollo entendida como una carrera de fondo”. Por lo tanto más vale anticiparse porque “vienen legislaciones más exigentes en el comercio de derechos de emisión, con tasas directas y el mecanismo de ajuste en frontera por carbono. Van a cambiar las reglas del juego en exportaciones e importaciones y la neutralidad en CO2 jugará un papel fundamental”.
No importa si es un barco o una mampara, importa su fabricación
¿Cuál es el interés de una persona que busca una mampara de baño? La mejor relación calidad/precio. Incluso someterá ese binomio al criterio de sostenibilidad si está concienciada. ¿Cuál es el interés del resto de consumidores del planeta? Sin duda, que el comprador de la mampara priorice el criterio sostenible. Por su parte, el papel del fabricante es conciliar los intereses de ambos: si logra la mejor relación calidad/precio/ sostenibilidad, recibirá la respuesta positiva de esos clientes, ganará competitividad y prestigio. Duscholux Ibérica, líder en ese segmento de productos, aplica la visión de sostenibilidad como factor diferencial que mencionaba Girbau desde todos los frentes posibles: cristal de máxima durabilidad para ahorrar cambios y reciclajes, depósitos con 180.000 litros de agua de lluvia para procesos industriales, placas solares que aspiran a cubrir el total de su demanda, empresas homologadas para recogida y tratamiento de deshechos.
En el detalle, adhesivos químicamente inocuos, pinturas cerámicas 100% reciclables, incluso ha aislado acústicamente los motores y distanciado las máquinas más ruidosas. Confirma que en sostenibilidad el producto importa, pero el proceso determina. Francisco Albertos, director general, explica que solo cuentan con proveedores locales y europeos para asegurar el bajo impacto de su cadena de valor y protegerse de fluctuaciones como las crisis de materiales y logística. “Es primordial el compromiso de toda la empresa y un trabajo óptimo de comunicación para incluir a tus clientes en la estrategia, explicarles su importancia y su razón. No es un proceso corto, ni fácil, necesita inversión, formación, pero también es una garantía de futuro”.