Una (economía) para todas, todas para una
¿Y tú me lo preguntas? Nueva economía eres tú. Es la industria, la movilidad, la sostenibilidad, el hábitat, la salud, el poder del talento humano. Y la Barcelona New Economy Week (BNEW)
Si los precursores de la máquina de vapor viajasen en el tiempo para conocer la cuarta revolución industrial, tendrían que tomar una tableta de pastillas contra el mareo. Por el vértigo de su velocidad y el avance simultáneo en todos los frentes.
Según la consultoría McKinsey, solo la inteligencia artificial (IA) —alma, junto con la digitalización y la automatización, de la nueva economía— tendrá un impacto 300 veces superior a aquella primera revolución y diez veces más veloz. Como explica Pere Navarro, delegado del Estado en el Consorcio de la Zona Franca de Barcelona (CZFB), en ese doble carácter de transversal y vertiginoso residen lo inédito, el reto y la oportunidad.
Cualquier hito se transmite a todo ese ecosistema de sectores, sea desde la industria 4.0, la movilidad y el transporte, la sostenibilidad, la proptech (inmobiliaria digitalizada), la salud o el más transversal: el talento humano imprescindible para apurar unas posibilidades con pocos límites a la vista. De ahí que estos sectores sean los verticales que despliega la BNEW 2023 (del 2 al 5 de octubre en DFactory Barcelona), impulsada por el CZFB. Las empresas que hablan en este reportaje figuran entre los ponentes de este foro global.
Cómo pensamos y actuamos
Hay que entender la neo-economía como un ecosistema de tendencias tecnológicas que se retroalimentan como nunca antes “para la transformación profunda de personas, empresas y la sociedad, incluso de cómo pensamos, actuamos y nos relacionamos”, apunta Myriam Santos-Morán, directora territorial de Ibercaja de Arco Mediterráneo. Más pronto que tarde perderá el adjetivo nueva y se quedará sin más en el sustantivo economía. Todo será ella.
Que la (r)evolución cause vértigo es comprensible, pero sería parcial enfocarse en los costes obviando los beneficios. Aida Rodo, responsable global de Relaciones Públicas en la tecnológica OnRobot, recuerda que la sociedad más robotizada, Corea del Sur, roza el pleno empleo. Lo mismo puede decirse de Alemania. Y lo contrario de entornos de baja densidad robótica como España o Grecia.
Piensa Rodo que la alianza de automático, digital e IA es vital para transformar el trabajo y hacer más competitivas a empresas y, por extensión, países. “Crean empleos hoy no cubiertos por falta de mano de obra, que requerirán habilidades específicas y aportan mucho más valor añadido”. Ahí reside la clave, en la mentalidad capaz de financiarla y fomentarla como motor de la fabricación local. “Un país basado en el sector servicios es más vulnerable, como pudimos comprobar en 2020″.
Futuro para la automoción nacional
Los sectores en transformación tienden a generar actividad y diversificar, tanto hacia dentro como hacia fuera en el cruce con otros. Para Jacobo Anaya, director en España de Energía y Sostenibilidad de BBVA —entidad que pone sus capacidades financieras y tecnológicas al servicio de la sostenibilidad empresarial, incluida fabricación, distribución y expansión del vehículo eléctrico—, la transición hacia una economía descarbonizada “supondría movilizar inversiones equivalentes a más del 7% del PIB español cada año, con todo lo que implica en oportunidades de negocio”. Por ejemplo en la reconversión de la principal industria patria, la automoción, responsable del 10% del PIB.
El efecto tractor no se reduce a la fabricación directa. May López, directora de Desarrollo de la Asociación de Empresas por la Movilidad Sostenible, explica que el modelo de ecosistemas dentro de un ecosistema mayor se expande de forma natural a otras tecnologías de propulsión como el hidrógeno o el biogás, los semiconductores, las infraestructuras de recarga o de datos en la gestión de flotas, la sensórica o el software especializado. Por ejemplo, el proyecto “que implica reindustrializar la fábrica barcelonesa de Nissan por una empresa local o el de recarga de autobuses eléctricos en Bilbao que aprovecha el excedente de electricidad del Metro”.
Hay que entender la neo-economía como un ecosistema de tendencias tecnológicas que se retroalimentan como nunca antesMyriam Santos-Morán, directora territorial de Ibercaja de Arco Mediterráneo.
Ese efecto dominó integra movilidades —individual, colectiva, urbana, industrial, de servicios, logística— “que suponen el termómetro de cualquier economía porque todas las organizaciones mueven mercancías y personas”, apunta López, y que, a partir de fuentes de energía autóctonas más baratas, puedan reducir los costes de producción y avanzar hacia la independencia energética frente a potencias rivales, cuando no hostiles.
Santos-Morán pone ejemplos del apoyo de Ibercaja a la evolución hacia una economía más sostenible, como la medición de la huella de carbono financiada y el establecimiento de objetivos de descarbonización para sectores intensivos en emisiones, entre ellos la generación de energía, la producción de hierro y acero o el inmobiliario residencial, además de iniciativas pioneras de movilidad sostenible como el espacio Mobility City —plataforma tecnológica de demostración y aprendizaje impulsada por la Fundación de la entidad—, o el desarrollo de una estrategia de datos ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) que permite “medir adecuadamente los riesgos asociados a la sostenibilidad y ofrecer soluciones financieras para llevar a cabo la transición”.
Parece un piso, pero es un montón de datos
El mundo inmobiliario, otro exponente de ecosistema desde arquitectura y urbanismo a construcción, logística, energía o industria de maquinarias. Pero, según Anna Puigdevall, directora general de la Asociación de Agentes de Catalunya y de la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios, la digitalización pone patas arriba no solo esos sectores sino los servicios de la propia gestión:
Big data e IA para analizarlo todo, desde la información domótica —si se funde una bombilla, si no funciona un ascensor— a valorar inmuebles mediante parámetros de su ubicación geográfica, tokenizar desembolsos con la seguridad del blockchain tanto de propietarios como inversores de pequeñas cantidades, generar un gemelo digital del edificio para optimizar su consumo energético, o refundar el cara a cara en la compra-venta mediante visitas virtuales, incluso en el metaverso, cercanas a la sensación presencial.
Avanza el ecosistema proptech y, según Gerard Duelo, presidente del Consejo General de los Colegios Oficiales de Agentes de la Propiedad en España, ya suma casi 600 empresas especializadas. Más del 60% trabajan junto con el sector tradicional con el efecto de inocularle toda esta innovación tecnológica y acelerar su conversión. “Contamos con talento, hubs, startups —apunta Duelo— y podemos atraer otro efecto de la nueva economía, el trabajo deslocalizado en el mundo, con el reclamo de nuestro estilo de vida, la cultura y el clima. Eso sí, antes hay que generar las infraestructuras para lograrlo”.
Dolor transformado en amor
Cambiemos de escenario, no de revolución. Pensemos en la estrella del baloncesto Ricky Rubio y el recuerdo de la frialdad del hospital donde murió su madre. En Iván Martínez, a cuyo padre un ictus severo lo relegó a una silla de ruedas. En Francesc Queralt, Mar Alarcón y su hijo hospitalizado con leucemia.
Esos tres dolores personales se convirtieron en el proyecto I am Ready compartido por la fundación de Rubio y la compañía Nixi for Children para familiarizar a los niños enfermos de cáncer, mediante realidad virtual, con el equipo humano y técnico que intentará curarles. Se convirtieron en Robopedics, empresa fundada por Martínez después de desarrollar por su cuenta, en su garaje, un exoesqueleto para su padre porque los industriales eran prohibitivos. Se convirtieron en Terap, un software para profesionales de la salud mental que hace más accesible el apoyo psicológico, como el que echaron en falta Queralt y Alarcón.
También han compartido el apoyo del Barcelona Health Hub, “que impulsa la digitalización en la salud y enlaza a todos los agentes de su ecosistema, desde corporaciones y hospitales a universidades, inversores y startups”, explica su CEO, Luis Badrinas. Esa transformación digital amainará la tormenta perfecta de escasez de profesionales, presupuestos finitos, envejecimiento demográfico y demanda de un trato más personalizado: “Es un potente motor de actividad y empleo en desarrollo tecnológico, gestión TI, ciberseguridad, medicina de precisión, genética, genómica o bioinformática, entre otros muchos”, señala Badrinas. Así, un estudio del Hub y la Cambra de Comerç de Barcelona cifra en 452 millones de euros el ahorro anual que permitiría la tele-consulta y en 6.700 las vidas que ayudaría a salvar, cada año, la IA sanitaria solo en Cataluña.
La salud se puede imprimir
Muchos pacientes podrán agradecer su curación a la impresión 3D, otro cruce de sectores entre la salud y la industria 4.0 de empresas como Stratasys. ¿Cómo? Aplica algoritmos de aprendizaje automático al análisis de datos clínicos para diagnosticar y precisar patologías hasta representarlas en una imagen nítida en 3D. Unas impresoras impensables hace una década materializan esa imagen en una réplica exacta, incluso su textura, del órgano afectado para que el cirujano ensaye sin riesgo la intervención real. Una ventaja clave, más aún cuando se enfrenta a la pequeña anatomía de un niño. Próxima frontera, la bioimpresión industrial de órganos con biomateriales, en parte ya se logra con colágeno en implantes mamarios para casos de cáncer.
Además del invaluable beneficio en vida, “solo el ahorro de costes al asegurar tratamientos más efectivos ya justifica estas técnicas que permiten cirugías más rápidas, precisas y menos invasivas”, apunta Neus Llagostera directora de Marketing y Comunicación de Excelencia-Tech, el distribuidor de Stratasys para el mercado español.
También se justifica para la salud de la nueva economía porque, como explica Llagostera, la cadena de valor cruza sectores desde el desarrollo de impresoras y software especializado, al diseño y modelado de los objetos, la producción y utilización clínica, “que implica a profesionales médicos, ingenieros biomédicos, diseñadores y fabricantes de dispositivos y a la industria auxiliar, entre otros actores del ecosistema”.
El talento es lo primero
Hemos hablado de los ecosistemas económicos, pero falta el más importante, el ecosistema humano. Todas las fuentes señalan la enorme oportunidad, pero también la dificultad de aprovecharla: es de tal calibre que necesita la buena disposición y la mejor coordinación de todas las personas y todas las instituciones vinculadas, de una política previsora y no sometida al corto plazo electoralista, del sistema financiero, de los colegios profesionales, del engranaje entre la industria y el sistema formativo que proporcione el talento necesario.
Y hemos descrito los verticales de la BNEW 2023, pero falta uno, el talento, el decisivo porque la tecnología ni se idea ni se aplica con todo su potencial si le falta el quién. ¿Qué puede hacer una ciudad para estimularlo? Posiblemente lo que hace Barcelona Activa, la agencia de desarrollo local del Ayuntamiento y su despliegue de conocimiento e infraestructuras —incubadoras, parque tecnológico, puntos de formación y equipamiento TI…— para generar el talento más diverso posible, porque la nueva economía necesita más que todo el disponible.
Como explica Sara Díaz Roig, directora de Talento Digital, su formación se especializa en mujeres, jóvenes y seniors, el 22% de la población nacida en otros países, habilidades digitales, industrias creativas, alimentación, Smart cities, economía azul, deportes, por supuesto tecnologías… cualquier sector emergente para poner a la ciudad de cara a la revolución que está aquí y que viene.
Ha ayudado a 29.000 empresas, más del 75% han superado los cuatro años de trayectoria. Cuenta con capacidad para atender cada año a 12.000 empresas e incubar 200. Ha acompañado mediante formación a más de 650.000 personas. De sus 61,2 millones de euros presupuestados en 2022, destinó el 66% a fomentar el empleo y la innovación socioeconómica.