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Quiero comprarme un coche eléctrico, ¿por dónde empiezo?

Las ayudas estatales para la compra de vehículos sin emisiones, y el ‘renting’, son una oportunidad para que particulares y empresas opten por este tipo de automóviles

Un conductor carga su coche eléctrico en la calle.
Un conductor carga su coche eléctrico en la calle.

Los cambios de tendencia de la movilidad apuntan cada vez más al vehículo eléctrico. Y más ahora que, ante el riesgo de contagio, muchos vuelven a pensar en el vehículo particular en detrimento de otras alternativas, como el transporte público. Josep Nadal, clúster manager de la Industria de la Automoción de Cataluña, apunta a que la pandemia modificará nuestro comportamiento, incluida la elección de cómo nos moveremos. “Lo que ha pasado ahora va a marcar durante un tiempo considerable nuestra toma de decisiones”, explica en el podcast de Banco Sabadell Los retos empresariales ante el nuevo concepto de movilidad. La pregunta que surge es: ¿es el momento de comprar un coche eléctrico?

Lo primero a plantearse es el tipo de coche eléctrico a adquirir, que dependerá de la utilidad que se le vaya a dar. Y la clave está en la autonomía del modelo. Todos los vehículos eléctricos de la oferta actual cubren sin problemas de alcance el uso cotidiano: ir de casa al trabajo y viceversa, llevar y recoger a los niños al colegio, hacer la compra o realizar recados, entre otros.

Y los más capaces, con radios de acción por carga de 400 o incluso 500 kilómetros, pueden valer como automóviles para todo tipo de desplazamientos, aunque asumiendo todavía que los viajes llevarán más tiempo que con un coche de mecánica convencional (gasolina, diésel) ya que estarán condicionados, además, por los postes de recarga que haya en la ruta prevista.

Las ayudas gubernamentales para el sector de la automoción, al igual que los incentivos que aportan los fabricantes y concesionarios, tienen al coche de baterías como principal protagonista, y aportan ventajas económicas que se suman a la ausencia de emisiones y al menor coste de uso y mantenimiento asociado a estos modelos. Por un lado, las restricciones al tráfico por contaminación no les afectan, y por otro las visitas al taller son menos frecuentes, lo que puede suponer un ahorro de entre 200 y 400 euros anuales para el propietario. Los especialistas señalan otros aspectos intangibles, como la reducción del estrés al volante gracias a la suavidad de su conducción, la ausencia de ruidos mecánicos y las facilidades de aparcamiento, porque también pueden estacionar gratis en la calle.

No obstante, para muchos dar el primer paso sigue siendo una tarea llena de dudas: “¿merece la pena la inversión a medio plazo?”, “¿cómo me puedo beneficiar de las ayudas públicas?”, “¿es una buena opción probar antes con el renting? Estos son algunos de los puntos clave que debes conocer.

¿Plan Moves II o Plan Renove?

Para reactivar el sector automovilístico, castigado durante los últimos meses de la pandemia, e incentivar la renovación del parque automovilístico por uno menos contaminante, el Gobierno ha aprobado una serie de ayudas económicas para particulares y empresarios. La primera duda surge a la hora de establecer qué subvención es más conveniente: el Plan Moves II (destinado exclusivamente a la compra de automóviles sostenibles para particulares y autónomos) o el Plan Renove (ayuda que incluye todos los tipos de propulsión y que busca rejuvenecer el parque móvil). Ambos son excluyentes, es decir, solo se puede solicitar uno de ellos. Conocer las cuantías de cada uno y las condiciones de la concesión ayuda a que el comprador se decante por uno o por otro.

El Plan Moves II concede hasta 5.500 euros de ayuda para incentivar la compra de modelos sin emisiones, pero varía en función de la autonomía eléctrica que ofrezca el vehículo. En los modelos con al menos 90 kilómetros de rango a pilas (eléctricos puros, de hidrógeno y algunos híbridos enchufables) la subvención será de 4.000 euros, y para los que bajen de esos 90 kilómetros (la mayoría de híbridos enchufables), será de 1.900 euros.

En ambos casos, las aportaciones estatales crecen si se achatarra un modelo antiguo con al menos siete años de antigüedad. Este tiene que tener las siguientes condiciones: matrícula española, ITV en vigor y el solicitante debe figurar como titular del vehículo durante por lo menos un año. Entre los que superen los citados 90 kilómetros, la cantidad subirá de 4.000 a 5.500 euros, y en los que no lleguen a esos 90, crecerá de 1.900 a 2.600 euros.

Asimismo, para poder optar a la subvención, el coche a comprar no debe costar más de 45.000 euros sin IVA (53.000 euros sin IVA para vehículos de ocho plazas).

A esta cuantía también hay que sumar otros 1.000 euros por parte de los fabricantes o concesionarios, aunque muchas marcas superan esa cantidad. Algunas descuentan la cifra total del precio del vehículo, mientras que otras los destinan a la instalación de un cargador doméstico (se suelen denominar Wallbox) en la residencia del comprador, siempre que este tenga una plaza de aparcamiento disponible. También las hay que asocian los 1.000 euros a la financiación, ofreciendo, por ejemplo, no pagar cuotas hasta 2021.

Para los solicitantes que residan en un hogar con unos ingresos inferiores a 1.500 euros al mes o sufran movilidad reducida existe una ayuda económica adicional de 500 euros. Y para las pymes, la cuantía máxima es de 3.200 euros.

La dotación presupuestaria de este Plan asciende a 100 millones de euros.

El Plan Renove, por su parte, ofrece una subvención que oscila entre 400 y 2.000 euros, y contempla la compra de vehículos nuevos o usados (matriculados desde enero de 2020 en adelante), de cualquier tecnología, gasolina y diésel incluidas, y también híbridos.

Fija tres condiciones básicas para poder recibir las ayudas: enviar al desguace un vehículo con 10 o más años de antigüedad (con ITV vigente y que haya estado registrado a nombre del solicitante durante al menos un año), que el automóvil a comprar disponga de etiqueta ambiental C o Eco, y no supere los 35.000 euros de precio. Esta categorización incluye a modelos normales, de gasolina y diésel; microhíbridos e híbridos; y de gas, ya sea GLP o GNC (gas licuado de petróleo o gas natural comprimido, respectivamente).

Las ayudas varían según la etiqueta del automóvil. Si tiene distintivo C (gasolina y diésel), se subvencionará su compra con entre 400 y 1.600 euros de ayuda (según criterios de eficiencia del Ministerio de Industria, que son diferentes a las etiquetas), siempre que emitan menos de 120 g/km de CO2. Y si tiene etiqueta Eco (el resto de las tecnologías citadas), la ayuda llegará a 2.000 euros.

Además, si el coche entregado para achatarrar tiene más de 20 años, la cuantía de la subvención crece 500 euros. Y, como en el plan anterior, los concesionarios abonarán una ayuda extra de otros 1.000 euros. Lo que sumaría un ahorro de hasta 3.100 euros para los que tengan etiqueta C, y de hasta 3.500 euros para los Eco.

Las personas con movilidad reducida y aquellas que pertenezcan a un hogar con unos ingresos inferiores a 1.500 euros mensuales pueden solicitar una ayuda adicional de 500 euros. Los autónomos pueden renovar un solo vehículo, mientras que las personas jurídicas hasta 30. La dotación del Plan Renove es de 250 millones de euros.

Cabe destacar que las ayudas de ambos planes, Moves II y Renove, en caso de recibirlas, hay que reflejarlas en la próxima declaración de la renta, en 2021, y es probable que impliquen que el resultado final salga a pagar.

El ‘renting’ como opción segura

Para aquellos que aún no están convencidos de dar el paso a comprar un coche eléctrico existe la alternativa del renting, es decir, alquilar uno de estos vehículos a largo plazo por una cuantía fija. Su flexibilidad, ahora demandada por los efectos de la covid-19 y la incertidumbre laboral, puede servir para experimentar su uso durante unos años y decidir si es o no adecuado para lo que se necesite. Una alternativa que, tras la pandemia, está más presente que nunca. Ricard Castells, director de Ventas Renting Auto, de Sabadell Renting, analiza que la vuelta a la normalidad presenta un escenario favorable para este tipo de servicio, que en los últimos años se ha convertido en un actor esencial de la movilidad en las ciudades: “La demanda de vehículos de renting de los particulares ha aumentado, no solo por un temor de contagio en transportes colectivos, sino también por la incertidumbre del nuevo escenario laboral que, por ejemplo, todo señala que va a seguir apostando por el teletrabajo”.

Normalmente, en la cuota del renting (que puede ir desde los 10.000 hasta los 60.000 euros anuales, dependiendo del modelo) se incluyen todos los gastos derivados del vehículo: el impuesto de circulación, la gestión de multas (no el pago), el seguro a todo riesgo, la asistencia en carretera y las revisiones en el taller (o reparaciones, aunque no aquellas que sean producto de un mal uso del conductor), incluso en algunos casos, se suma el cambio de neumáticos, las ITV y hasta un vehículo de sustitución.

El conductor se olvida así de estas preocupaciones y puede centrarse en el disfrute del vehículo. Aunque con limitaciones: no puede realizar modificaciones en el vehículo (a menos que la empresa donde lo ha alquilado se lo autorice) y tampoco puede subalquilarlo.

Las posibilidades de pago o contratación también son múltiples. Lo más frecuente es que la duración del renting vaya de 12 a 60 meses, y se fije un kilometraje máximo de 15.000 kilómetros anuales. Si el usuario los excede, deberá hacer frente a un pago determinado por la empresa. Hay compañías que ofrecen el servicio hasta con seis meses de carencia inicial, es decir, el conductor no empezaría a pagar los recibos hasta pasado medio año. Y, al finalizar el contrato, el usuario tiene tres opciones diferentes: devolverlo, cambiarlo por otro coche (costeando la diferencia) o comprarlo (pagando el saldo que quede pendiente).

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