Un ‘gran hermano’ dentro del Real Alcázar. Así se protege un edificio histórico
A partir del incendio de la catedral de Notre Dame de París, el Estado decidió revisar sus protocolos y medidas de seguridad para el patrimonio nacional. En Sevilla se ha puesto en marcha una novedosa plataforma de vigilancia en tiempo real dentro de uno de sus monumentos más visitados
El 15 de abril de 2019, mientras la catedral de Notre Dame de París ardía y medio millar de bomberos intentaban sofocar el fuego, los responsables de gran parte de los edificios que forman parte del patrimonio cultural e histórico de Europa sacaban de sus cajones sus planes de emergencia y seguridad. El desastre sobre este símbolo gótico francés azuzó la prevención y obligó a analizar qué se estaba haciendo bien o mal sobre la conservación del patrimonio.
En España existe un plan de salvaguarda para la protección de bienes culturales que el anterior ministro de Cultura José Guirao impulsó tras la catástrofe del símbolo parisino, y adscrito al Plan Nacional de Emergencias y Gestión de Riesgos en el Patrimonio Cultural de 2015. En él se estipulaba la creación de un grupo de trabajo para su seguimiento y aportaba fondos para mejoras de infraestructuras y equipamientos en centros y bienes gestionados por el Estado y las Comunidades Autónomas. Su objeto no era otro que tener un carácter preventivo y paliativo “para la protección de los bienes culturales frente a la acción de fenómenos de origen natural u otras causas antrópicas [realizadas por el hombre]”. Es decir, salvaguardar este patrimonio de catástrofes, atentados, robos y vandalismo.
En nuestro país, existen 14 edificios, entre museos, conventos, Reales Sitios o monasterios con visita pública administrados por Patrimonio Nacional y que en 2019 recibieron más de 5,6 millones de visitantes (incluidos jardines y espacios naturales). Y aunque el Real Alcázar de Sevilla en su totalidad no está gestionado por Patrimonio, sí lo está el Cuarto Alto de este conjunto palaciego amurallado, pues se considera residencia oficial de los reyes de España cuando visitan la capital hispalense: diferentes salas con arquerías de yesería de la época del rey Don Pedro (s. XIV); artesonado mudéjar de la misma época; un oratorio renacentista de los Reyes Católicos; muebles decimonónicos y tapices de la Colección Real... El Real Alcázar es el segundo monumento más visitado de Sevilla (más de dos millones de visitantes en 2019) y, por ello, su seguridad cuenta, desde hace unas semanas, con un nuevo plan en el que la tecnología se pone al servicio de la conservación y salvaguarda del patrimonio.
Una plataforma para monitorizar el patrimonio
El conjunto del Real Alcázar de Sevilla, con más de 7.000 metros cuadrados de jardines, además de numerosas edificaciones que van del siglo X al XV, ha vivido una revolución recientemente en materia de seguridad. Un nuevo modelo que integra recursos humanos con tecnología y que es un hito en este tipo de conjuntos patrimoniales en España, según explica David Monge, director de la zona Sur de Prosegur Security, empresa responsable del plan: “El Real Alcázar se va a convertir en un referente en la ciudad de Sevilla, por su visión integral de las operaciones de seguridad, integrando personas y tecnología. Gracias a un nuevo desarrollo somos capaces de mantener un conocimiento de todo lo que ocurre aquí en tiempo real”.
La plataforma de seguridad del Real Alcázar permite tener “una altísima capacidad de respuesta ante cualquier incidencia”, según David Monge, director de la zona Sur de Prosegur Security
A través de la Plataforma de Operaciones Prosegur Security (POPS), todos los vigilantes están conectados con un Centro de Control, “una instalación que hemos desarrollado específicamente en el Real Alcázar”, explica Monge, y que este, a su vez, esté enlazado con el Security Operation Center de la compañía, ubicado en Madrid. De esta manera, todos los activos de seguridad están conectados e integrados para que, a través de una plataforma digital creada ad hoc, se pueda conocer minuto a minuto la situación de todas las instalaciones. Un especie de gran hermano que monitoriza y sincroniza todos los movimientos en cualquier parte del edificio.
¿Qué se debe proteger en el Real Alcázar de Sevilla?
Esta plataforma no solo es un caudal enorme de información, también permite tener una “altísima capacidad de respuesta ante cualquier incidente de seguridad”, cuenta Monge. Además de favorecer el manejo de los flujos de visitantes, tan necesarios ahora por los controles de aforo por la Covid-19. “Para control de aforo empleamos sensores inteligentes desplegados en las entradas y salidas del Real Alcázar, con un software que nos permite identificar el número exacto de visitantes que están en el recinto y enviar la información del estado de ocupación en tiempo real, para que de esta manera los vigilantes de seguridad puedan en todo momento gestionar el espacio sin sobrepasar el aforo permitido en ningún momento”, detalla Monge.
Salvaguardar durante una restauración
España es el tercer país del mundo, por detrás de China e Italia, con un mayor número de bienes declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, un total de 48. Protegerlos se volvió aún más prioritario tras la debacle de Notre Dame en 2019 o el incendio del Museo Nacional de Brasil, en Río de Janeiro, en 2018. Uno de ellos es la catedral de Santiago de Compostela (A Coruña) que, además, vivió un complejo proceso de restauración de su interior durante casi una década hasta diciembre de 2020, igual que el templo gótico de París, pero con mejor fortuna.
“Nadie está libre de una catástrofe como la de Notre Dame; en esta catedral se puso en marcha un Plan de Seguridad Integral pero, estando en obras, siempre hay operarios trabajando con electricidad o soldaduras, y obliga a hacer rondas cada día para que no quede ningún aparato encendido, a vigilar todos los cuadros eléctricos, a hacer un control de accesos a los trabajadores…”, explica Ricardo Sanz, director de Seguridad de este templo, cuyo museo recibió más de 274.000 visitantes en 2019.
El Archivo de la catedral de Santiago es una de las zonas más sensibles y protegidas del templo, con un inventario riguroso de cada documento u objeto
Siempre hay zonas más sensibles dentro de un edificio de este valor, y en Santiago es el Archivo. “Es una de las zonas más protegidas, hay un inventario riguroso de lo que hay en su interior, catalogado según la tipología de la obra”, añade. Recientemente realizaron, en colaboración con la Policía Nacional, un simulacro de ataque terrorista con supuestos de arma blanca y bomba. “Aun así, falta mucha cultura de seguridad en temas de patrimonio. Pocos son conscientes de que se puede llegar a perder incluso el conocimiento científico, como pasó en Brasil”, remata.
Salvar el ‘Guernica’, lo primero
También puede ocurrir que lo que haya que proteger sea más el interior que el exterior, como el caso del Museo Reina Sofía. Aquí está en marcha, desde 2016, el plan PROCOERS (Plan de Protección de Colecciones ante Emergencias) que, entre otras medidas, ha clasificado las obras en hasta cinco niveles según su significación, valor económico, estado, valía dentro de la colección, el lugar que ocupa dentro del museo y su importancia social. “Esto nos da un nivel de riesgo sobre la obra; si tiene un grado cinco de vulnerabilidad y está en un sitio menos seguro, se cambia de lugar dentro del museo, para que haya un buen equilibrio”, explica Jorge García Gómez-Tejedor, jefe del Departamento de Conservación-Restauración. También este nivel ayudaría a identificar las piezas más significativas del centro de arte, las cuales serían las primeras en retirar en caso de una catástrofe; por ejemplo, esta obra maestra de Picasso. “Estamos organizados para cualquier incidencia que pase; el Guernica es una pieza de nota cinco, es sensible y compleja de mover”, apunta.
Las obras de arte en el Reina Sofía están clasificadas en cinco niveles según el valor económico, social y artístico, que determina su nivel de riesgo y vulnerabilidad
El museo, con 90 vigilantes en su plantilla, incorpora, además, alarmas volumétricas, sistemas de seguridad para el anclaje de las obras, arcos para evitar actos vandálicos y un control extra en los montajes para rebajar el nivel de riesgo. Pronto aplicará tecnología de georreferencia que hará un mapeado de sus espacios, incluirá todos los riesgos y sistemas de vigilancia y analizará si se mueve una obra de un lugar a otro. “Si se quemara el edificio nos permitiría tener la información actualizada de dónde están las obras y la urgencia que tiene cada una”, explica García. Con un fondo de más de 10.000 piezas, cualquier control es poco.