Los ganaderos de España tiemblan por la guerra de Ucrania y el encarecimiento de los cereales

Según el Ministerio de Agricultura, un 27,6% del maíz que España compra del exterior viene de Kiev

Explotación de vacas en Colmenar Viejo (Madrid), el mes pasado.Carlos Luján (Europa Press)

La invasión de las tropas rusas en Ucrania ha disparado las alarmas entre los ganaderos españoles. Este país lleva años siendo el granero de Europa: una gran parte de los productos agrarios que alimentan a su cabaña proceden de los campos ucranios. Los productores temen que el encarecimiento de los costes y posibles cortes de suministro ...

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La invasión de las tropas rusas en Ucrania ha disparado las alarmas entre los ganaderos españoles. Este país lleva años siendo el granero de Europa: una gran parte de los productos agrarios que alimentan a su cabaña proceden de los campos ucranios. Los productores temen que el encarecimiento de los costes y posibles cortes de suministro de materias primas que el conflicto pueda provocar mermen aún más su actividad, ya fuertemente afectada en el último año por la inflación de la energía y de los fertilizantes (el metano es esencial para su producción).

España es un país deficitario de cereales, es decir, necesita más de los que produce. Según los datos del Ministerio de Agricultura, es el segundo cliente de Ucrania con respecto a la compra de maíz (se adjudica un 14% de todo lo que Kiev exporta) y de leguminosas de grano (con una cuota de mercado del 17,5%). Desde el punto de vista opuesto, un 27,6% del maíz que Madrid compra del exterior viene de Ucrania, así como el 12,9% del trigo y el 31,4% de las tortas de aceites vegetales, usadas para la alimentación del ganado.

El presidente de la asociación agraria Asaja, Pedro Barato, considera que la guerra en Ucrania puede dar una vuelta de tuerca muy preocupante al campo español. “Aunque todavía es temprano para ver los efectos del conflicto, si la situación no se resuelve rápido, la escasez de materias primas será una realidad en el mantenimiento de la cadena de la ganadería española”, señala. Los precios del trigo y del maíz en el mercado de futuros de Chicago se dispararon este jueves en respuesta a la acción militar de Rusia.

Las organizaciones agrarias coinciden en que la envergadura del problema para los campos españoles dependerá de cuánto durará el conflicto y de si afectará al movimiento de barcos. De momento, los puertos ucranios están cerrados y no se mueve un kilo de cereal. Eliseo Isla, presidente de Provacuno, indica que tampoco hay previsiones de llegada en el puerto de Tarragona, que es la principal puerta de entrada para los cereales en España. Según los analistas de Mercolleida, que monitorizan la actividad de los mercados ganaderos, hasta que no se aclare hacia dónde evoluciona la guerra, es preferible pagar almacenamiento que arriesgarse a quedarse sin género porque no llegan barcos.

Tras la incursión militar de Rusia, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) trasladó a la Comisión Europea sus preocupaciones por las consecuencias que puede tener la guerra en el mercado agroalimentario. “Le exigimos un plan de contingencia alimentaria para asegurar a todos los agricultores el abastecimiento de los insumos que utilizan, frenar la escalada de pienso y poner ayudas directas a los Estados miembros afectados”, ha apuntado el secretario de Relaciones Internacionales de la organización, José Manuel Roche.

Del mismo modo, la UPA no aparta la vista de las tarifas del mercado energético: este jueves el gas natural se disparó un 30% y el petróleo brent, de referencia para Europa, ha roto la barrera de los 100 dólares. Unas subidas que pueden elevar aún más los costes de los abonos, que en el último año ya se han hecho insostenibles para los ganaderos. “El año pasado compraba los fertilizantes nitrogenados a 380 euros la tonelada, mientras que ahora, sin tener en cuenta el impacto de la crisis de Ucrania, el precio está a 850 euros la tonelada”, describe Roche.

Temor al desabastecimiento

Un tanque ruso realiza ejercicios militares al oeste de Moscú a principios de febrero Foto: Reuters | Vídeo: P. ORTIZ / L. M. RIVAS / N. RAGUA

El posible desabastecimiento del pienso para la alimentación de los animales del campo también inquieta a los trabajadores del sector primario. Trigo, maíz y soja figuran entre los ingredientes básicos para la preparación del forraje. Isla incide en que el sector de vacuno es el que más nota el alza de las materias primas, puesto que es el animal que más alimentos necesita para la producción de carne. “Un ternero come en su vida alrededor de 2.200 kilos de pienso, mientras que un porcino come 260 kilos y un pollo, un máximo de tres”, indica. Jaume Bernis, responsable de ganadería de COAG, advierte de que el precio de la alimentación del ganado se ha incrementado un 30% en los últimos seis meses y, ante el peor escenario, se necesita buscar otros países desde los que importar. “Habrá que desplazarse a Argentina y Brasil, aunque el precio será más alto. La distancia es mayor y hay que comprobar si la producción de estos países puede cubrir también la demanda europea, además de la de sus compradores habituales”, asegura.

El recrudecimiento de la crisis ucrania podría desencadenar nuevos vetos por parte de Moscú a la importación de productos agrícolas europeos. La Unión Europea todavía está descontando las consecuencias del embargo aprobado en 2014 como respuesta a las sanciones que Occidente impuso a Rusia tras la anexión de Crimea. Esta maniobra prohibió la entrada en el mercado ruso de carne, pescado, fruta y hortalizas, entre otros productos. Una decisión que obligó al sector a buscar nuevas regiones para la exportación y a reorientar sus relaciones comerciales hacia el mercado interior europeo. Las organizaciones agrarias piden a la UE salvaguardar la soberanía alimentaria de Europa y potenciar su producción para acortar su dependencia del exterior. Pendiente de los próximos movimientos tanto de Rusia como de los países occidentales, el sector ganadero no puede más que dudar y esperar que la afectación del conflicto sea la mínima posible y no dispare unos costes ya desorbitados.

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