La adquisición de una vivienda por parte de los jóvenes es casi un espejismo. En el camino que les llevaría a cumplir este objetivo hay dos grandes obstáculos insalvables: unos salarios por los suelos y la baja capacidad de ahorro, lo que les limita gravemente a la hora de pedir financiación para adquirir un inmueble donde establecer su hogar. De esta forma, a finales de 2019, menos de 4 de cada 10 españoles menores de 30 años vivían en una casa en propiedad o pagaban una hipoteca, según el Observatorio de Emancipación Juvenil del Consejo de la Juventud de España. No obstante, pese a los problemas que padece, este público resulta atractivo para los bancos, ya que estos, a través de los préstamos hipotecarios, buscan captar nuevos clientes que se queden por un período de tiempo muy largo, hasta la extinción completa de la deuda. Por ello, algunas entidades promocionan hipotecas diseñadas especialmente para los jóvenes.
Por norma general, el límite de edad para pedirlas está fijado en los 35 años. Es posible que, una vez se haya superado este umbral, el banco venda al cliente productos asociados —como los seguros, la domiciliación de la nómina o la suscripción a un plan de pensiones— a cambio de algún tipo de bonificación añadida, siempre y cuando la firma del préstamo haya sido anterior a este momento. “Aunque este tipo de cliente no posea grandes ahorros o no se encuentre en el mejor momento profesional de su vida, al contratar la hipoteca la entidad se asegura un nuevo cliente prácticamente de por vida al que sacar rentabilidad”, explica el director de Hipotecas del comparador bancario iAhorro, Simone Colombelli. Por esta razón, añade, “es común ver más vinculaciones asociadas a la hipoteca en este tipo de perfiles, en algunos casos hasta seis”.
Prescindir de la situación económica en la que se encuentra este público es imposible. “Las entidades deben diferenciar su producto enfocándolo al menor ahorro generado por los jóvenes y, por ende, la inferior capacidad de atender tanto a los gastos vinculados a la adquisición de la vivienda como a la parte disponible previa de la financiación”, dice el presidente de la Asociación nacional de agentes de la propiedad inmobiliaria, Vicenç Hernández Reche. Por ello, “ofrecen la posibilidad de pactar carencias en las que se sufragan solo los intereses, demorando la devolución de capital, unos préstamos con un plazo de amortización de hasta 40 años y, sobre todo, una financiación que supera el máximo habitual del 80%, sin necesidad de unos ahorros preexistentes del 30% del coste de la operación”, resume Hernández. De hecho, “entre las entidades que ofrecen estos préstamos, hay algunas que cubren hasta el 95% del valor del inmueble, con unos intereses muy competitivos”, subraya Colombelli, en la misma línea. Hay también casos en los que se suprimen ciertas comisiones, como la de apertura o amortización anticipada.
Como contrapartida, para conseguir unos tipos de interés que no sean muy altos, los requisitos serán más exigentes. “Ante la imposibilidad de demostrar cierta antigüedad laboral en muchos casos, se valorarán vinculaciones profesionales y laborales a determinados sectores que pueden considerarse de mayor fiabilidad, como ser funcionario o trabajar en las nuevas tecnologías”, indica Hernández. Colombelli hace hincapié en que “es también habitual hacer uso de la figura del aval como una garantía extra para el banco ante un posible riesgo de impago de la cuota de la hipoteca”. En su opinión, una alternativa para mejorar las condiciones del crédito sería “ponerlo a nombre de varios titulares”.
Una oferta no muy abundante
En cualquier caso, no todas las entidades promocionan productos de financiación hipotecaria concebidos expresamente para clientes jóvenes. La mayoría de ellas ostenta “una oferta que se personaliza según el perfil del solicitante, con independencia de su edad”, señala Hernández, quien achaca la escasez de hipotecas para jóvenes también a otros factores, como “el proceso de concentración de entidades financieras que viene llevándose a cabo en España; la muy profunda crisis inmobiliaria sufrida desde 2008, que obligó a autoridades y bancos a adoptar criterios de prudencia para mitigar la morosidad, lo cual afectó muy directamente tanto a los porcentajes de financiación como al incremento del rigor en los criterios de solvencia y devolución del préstamo; y el hecho de que, en un contexto de emergencia sanitaria derivada de la pandemia, el empleo joven se resintió especialmente”.
Aun así, los ejemplos de productos de este tipo en el mercado no faltan. Es el caso, entre otros, de Kutxabank, cuya hipoteca joven tiene un tipo de interés nominal (TIN) del 1,45% el primer año y del 0,79% más euríbor a partir del segundo año hasta que el titular cumpla 35 años, siempre y cuando acepte los productos vinculados que le propone la entidad. A partir de ese momento, se le aplicará un TIN del 0,89% más euríbor. El resultado será una tasa anual equivalente (TAE, es decir, un tipo de interés en el que se toman en cuenta también los demás gastos y comisiones), equivalente al 1,78% variable. Esta tasa baja al 1,59% si el cliente no suscribe los productos vinculados, pero, en este caso, a partir del segundo año, tendrá un TIN del 1,79% más euríbor hasta que tenga 35 años, y del 1,89% más euríbor para el tiempo restante.
Otro ejemplo que destacan desde iAhorro es el de Caja Sur. Esta entidad recorta en una décima de punto porcentual el diferencial del tipo de interés en su crédito hipotecario para jóvenes, hasta que el usuario cumpla 35 años. Si acepta bonificar la cuota a través de la contratación de productos asociados obtendrá TAE variable del 1,75%. Si no, esta será el 1,58%.