La pandemia se llevó en 2020 un 10,8% del PIB español, dos décimas menos de lo previsto
El INE calcula ahora un crecimiento nulo en el cuarto trimestre, frente al 0,4% proyectado en un principio
El socavón abierto por la pandemia en la economía española fue enorme, pero marginalmente menor de lo inicialmente proyectado. El PIB cayó un 10,8% en 2020, según ha anunciado este viernes el Instituto Nacional de Estadística (INE), dos décimas menos de lo avanzado en enero. La ligerísima revisión al alza apenas supone nada en comparación histórica: el ejercicio pasado fue el peor en términos económicos desde la Guerra Civil —en 1936 la actividad se desplomó casi un 27%—. ...
El socavón abierto por la pandemia en la economía española fue enorme, pero marginalmente menor de lo inicialmente proyectado. El PIB cayó un 10,8% en 2020, según ha anunciado este viernes el Instituto Nacional de Estadística (INE), dos décimas menos de lo avanzado en enero. La ligerísima revisión al alza apenas supone nada en comparación histórica: el ejercicio pasado fue el peor en términos económicos desde la Guerra Civil —en 1936 la actividad se desplomó casi un 27%—. El hundimiento provocado por los confinamientos para contener el avance del virus es, por ejemplo, superior al registrado en 1898, cuando las guerras de Cuba y Filipinas propiciaron una caída del 10%; al de 1945, cuando el batacazo causado por la Segunda Guerra Mundial superó ligeramente el 8%; o al del estallido de la crisis financiera, en 2009, cuando la bajada fue del 3,8%.
En este retroceso, que rompe con una racha de seis años consecutivos de crecimiento —aunque renqueante en los años inmediatamente anteriores al inicio de la pandemia—, tiene mucho que ver el desmoronamiento del consumo de los hogares, cortocircuitado durante buena parte de 2020 por las restricciones a la movilidad y los cierres obligados de negocios para tratar de cortar la expansión de la covid-19. Esta partida clave para la economía española se derrumbó un 12,4%, el mayor descenso desde que hay datos. A la zaga le fue la inversión, que se hundió un 11,4% en 2020 —más que el PIB— en el que fue su mayor descalabro desde 2009, en plena Gran Crisis y con el estallido de la burbuja inmobiliaria causando severos estragos sobre la economía.
En el lado contrario, la partida que más creció en 2020 fue el gasto público, erigido en último dique de contención frente a la crisis económica. El año pasado —cuando hasta el Fondo Monetario Internacional dejó a un lado la ortodoxia para llamar a los países a “gastar cuanto pudieran”— el esfuerzo fiscal de las Administraciones fue del 3,8%, la mayor subida en más de una década.
En división sectorial, solo la agricultura logró contribuir positivamente al PIB el año pasado. Su carácter esencial se tradujo en un notable repunte del 5,3% que contrasta con el batacazo del 14,5% de la construcción, del 11,1% de los servicios y del 9,6% de la industria y la energía.
Sin crecimiento en el tramo final del año
La buena noticia que supone que el PIB cayese menos de lo previsto en el conjunto del año —aunque siempre moderada: la revisión al alza es de solo dos décimas— contrasta con un peor tramo final del año de lo inicialmente previsto. La oficina estadística ha revisado este viernes hasta el 0% el crecimiento del cuarto trimestre, frente al 0,4% proyectado con los datos preliminares. En ese periodo, la contribución de la demanda nacional al PIB fue de -6,2 puntos, cinco décimas más que en el tercer trimestre, con el consumo de las familias acelerando su caída. Por su parte, las exportaciones restaron 2,7 puntos, ocho décimas menos que en el trimestre anterior gracias a la recuperación del comercio internacional y al paulatino regreso a la vida de la economía en los principales socios comerciales. Y la inversión prolongó su caída (-7,2%), aunque a un ritmo menor que entre julio y septiembre (-9%).
Parte de la corrección a la baja del cuarto trimestre tiene que ver con la revisión al alza del periodo inmediatamente precedente, cuando el crecimiento de la economía española se situó finalmente en el 17,1%, siete décimas más de lo inicialmente proyectado. Ese súbito rebote se corresponde con el levantamiento de las restricciones a la movilidad tras una primavera marcada por los confinamientos y que no pudo mantenerse en el tramo final del año, cuando el virus volvió a asediar a la economía española. Tras conocer la actualización del INE para el último trimestre de 2020, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) ha empeorado ligeramente su previsión en tiempo real de PIB para el primer trimestre de 2021 hasta el -1,6%.
La foto la primera mitad del año apenas varía. En el primer trimestre el PIB cayó una décima más (5,4% frente al 5,3% inicial), mientras que en el segundo la caída fue de una décima menos (17,8% frente al 17,9% calculado en un principio). Diferencias mínimas que, en palabras de Matilde Mas, catedrática de Fundamentos del Análisis Económico de la Universitat de València, “no deben resultar llamativas”. “Cuando hablamos de cifras tan altas de caída de PIB como las registradas el año pasado, unas décimas arriba o abajo no dicen gran cosa”, apunta por teléfono.
Casi un millón de empleos a tiempo completo menos
Con el recrudecimiento de la pandemia y la tercera ola del patógeno, el paro superó en febrero los cuatro millones de personas por primera vez en un lustro. Pero en una crisis tan potente y atípica como esta, en la que los ERTE han jugado un papel esencial, no es esa la única medida posible del golpe para el mercado laboral. Según los datos publicados este viernes por el INE, el número de horas trabajadas en España cayó un 6,1% en el cuarto trimestre de 2020 respecto al mismo periodo del año anterior. Esa cifra, que aumentó ligeramente respecto al trimestre precedente, implica una reducción equivalente a 962.000 puestos de trabajo a tiempo completo, el 5,2% del total.
En una nota publicada horas después de que la oficina estadística hiciese públicas sus cifras, el Ministerio de Economía ha puesto en valor que la reducción del empleo durante la crisis ha sido “inferior al PIB”, un comportamiento que ha achacado al “efecto positivo” de las medidas adoptadas para resguardar el empleo de la acometida de la pandemia.
El coste laboral unitario (la remuneración total por trabajador que tienen que afrontar las empresas) subió sin embargo un 4,9% entre octubre y diciembre, mucho más que los precios: el deflactor implícito, una medida de la inflación, apenas se elevó un 0,8%. De esta forma, la productividad por hora trabajada, uno de los indicadores clave para el crecimiento de una economía a largo plazo, cayó un notable 3%. Pese al aumento del coste que soportan los empleadores, la remuneración total de los trabajadores bajó un 4,5% interanual, reflejo del menor número de horas trabajadas.