Abrir el sobre de la factura de la luz o del gas un mes cualquiera en pleno invierno y ser víctima de un pequeño sobresalto por el importe marcado en alto, bien grande, es una escena que se repite en muchos hogares cada año. Lo mismo ocurre a finales del verano, ya que en esta estación, así como en la temporada más fría, el consumo energético suele dispararse para atenuar en el interior de las viviendas las temperaturas extremas que se pueden alcanzar en algunas regiones españolas. A mayor consumo, más gasto, aunque este sea solo uno de los distintos apartados que contribuyen a inflar el recibo final. Con el único objetivo aparente de evitar a sus clientes este tipo de sustos, algunas compañías ofrecen tarifas planas de luz y gas: una cuota mensual fija da acceso a un consumo ilimitado. Pero, ¿es realmente así? ¿Compensa contratar una tarifa plana? Los expertos lo dudan.
Endesa Única, Aldro Energía, Holaluz Tarifa Justa, o los bonos de kWh de la Tarifa Mes de Naturgy son solo algunos ejemplos de tarifas planas comercializadas por las eléctricas que desgranan desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). No hay que confundirla con la tarifa de cuotas fijas. En este último caso se hace referencia a una forma de pago por la que el consumidor cada mes, en vez de pagar lo consumido, abona una cuota fija durante 11 meses y el duodécimo le recalculan la diferencia entre lo pagado y lo consumido.
Por el contrario, con una tarifa plana, a cambio de una cuota mensual personalizada según el histórico del usuario, compañías como Endesa, Naturgy, Holaluz o Aldro permiten realizar cualquier consumo y pagar siempre lo mismo. Puesto que tienen acceso al consumo histórico a través de la base de datos del Sistema de Intercambio de Puntos de Suministro (SIPS), las comercializadoras pueden fijar una cuota mensual que cubra ese consumo y el riesgo de que el cliente lo sobrepase.
“De esta forma, la compañía hace una oferta personalizada a cada cliente, por una parte, para asegurarse de no perder dinero, y, por otra, para dificultar la comparación. La realidad es que ese consumo no es ilimitado”, explica la portavoz de la OCU, Ileana Izverniceanu. “En la letra pequeña del contrato, la compañía se reserva una política que, de una manera o de otra, limita la posibilidad de que el consumo se pueda disparar”, resume.
El precio, la mayor desventaja
Cada una tiene sus propios mecanismos. “Algunas mal llamadas tarifas planas son realmente un bono de kWh anual, por lo que, si superas el consumo establecido, pagas el extra con tarifas muy elevadas”, advierte Izverniceanu. “Otras se reservan la posibilidad de anular la tarifa plana y llevarte a una clásica o recalcular la tarifa”, añade. En la misma línea, el experto de finanzas Antonio Gallardo coincide en que sobrepasar un cierto límite “conlleva un gasto mayor”, aunque admite que “la mayoría de las empresas distribuyen ese gasto añadido en varios meses para que el impacto económico no sea tan importante”. Y alerta sobre aquellas firmas que empiezan a ofrecer tarifas planas sin regularización final. “Estas suelen esconder una sobreestimación previa de tu gasto o implican que en el siguiente ejercicio tengas una subida que compense ese exceso”, afirma.
En cualquier caso, “el precio es el mayor inconveniente de las tarifas planas”, según Izverniceanu. Para la portavoz de la organización, las cuotas mensuales propuestas son elevadas, y apenas hay margen para verles ventajas. “Si un año nuestro consumo se eleva bastante (pero no lo suficiente como para ser expulsado de esa tarifa) es posible que el importe final sea menor del que hubiéramos pagado con una tarifa clásica, pero la cuota mensual del año siguiente se recalculará con nuestro nuevo consumo histórico. Si ese consumo vuelve a la normalidad, el segundo año nuestra factura se verá penalizada. Solo en un contexto de subidas de consumos año a año estas tarifas podrían ser competitivas”, recalca.
Gallardo tampoco recomienda contratar la tarifa plana, “ya que los mayores consumos se dan especialmente en el último trimestre y en el arranque del primero, de noviembre a febrero, con lo que en la mayoría de los casos estamos anticipando gastos”. Pagar siempre la misma cuota, además, “hace que no nos percatemos del consumo real que estamos realizando, lo que no nos ayuda a ahorrar”, ahonda. Y si el reclamo de una tarifa que no cambia según el consumo (dentro de ciertos límites) se vuelve irresistible, este experto aconseja acceder siempre a las aplicaciones o los portales web en los que controlar el consumo real. “Es fundamental para tener una mejor eficiencia en el gasto que redunde en el bolsillo, tanto si te regularizan a finales de año como si en el siguiente te suben la tarifa porque has gastado más”, concluye.