Me independizo, ¿por dónde empiezo?
Hacer bien las cuentas, conocer las comisiones de una inmobiliaria o el coste de una mudanza, cuestiones que debes conocer antes de emanciparte
Ya has tomado la decisión: te independizas. Lo primero, enhorabuena, ya que solo dos de cada diez jóvenes de entre 16 y 29 años lo consiguen, según los datos del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España. La media nacional de edad de emancipación está cerca de los 30 años, tres años por encima de la europea.
Junto a la satisfacción de sentirte un privilegiado es posible que te acompañe también una sensación de vértigo. Para intentar que los mareos sean solo los imprescindibles te planteamos varias cuestiones previas que debes tener en cuenta, y te damos algunas ideas para ayudarte a tomar las mejores decisiones en tus primeros pasos fuera del nido familiar.
Toca echar cuentas
No es cuestión de independizarse a toda costa. Si lo haces, deberías vivir con unas mínimas condiciones de confort. Por eso, antes de dar este paso, merece la pena revisar tu situación económica y ver si cuentas con los medios necesarios. ¿Realmente puedo permitírmelo? Esta reflexión es imprescindible, y para que la contestación sea lo más realista posible, debes evaluar cómo pueden transcurrir los primeros meses volando solo. Has de poder afrontar con tus ingresos medios actuales todos los gastos mensuales y sería peligroso pecar de exceso de optimismo y confiar, por ejemplo, en que te van a subir el salario o que vas a encontrar un trabajo mejor. Haz las cuentas con lo que tienes asegurado hoy.
Como regla general, no debes pagar de alquiler más del 50% de tus ingresos netos, es decir, lo que recibes después de descontar las retenciones. Si te vas a lanzar a comprar, los expertos recomiendan que la letra no exceda del 33% de tus ingresos. El resto lo necesitarás para afrontar los diversos recibos y tus gastos diarios.
Al comienzo vas a requerir tener algo de dinero ahorrado para cubrir o la entrada al piso o la fianza del alquiler, decorar y hacer las primeras compras para tener un material básico para poder cocinar, secarte tras la ducha o acostarte con sábanas. Además, es posible que tengas de dar de alta algún servicio como internet, la luz o el agua y conlleve gastos iniciales.
No dejes de consultar los planes de ayuda a la vivienda 2018-2021 del Ministerio de Fomento. Es posible que la comunidad autónoma en la que vives haya puesto en marcha alguna de las medidas contempladas tanto para el alquiler como para la compra.
¿Con agencia o entre particulares?
Un 58,9% de los menores de 30 años emancipados vivían en régimen de alquiler en el segundo trimestre de 2017 (últimos datos facilitados por el Observatorio de la Emancipación), frente a un 19,3% que lo hacían en régimen de compra hipotecaria. En ambos casos es común preguntarse si es mejor hacer la búsqueda de piso ayudado por una agencia inmobiliaria o lo puedes hacer por tu cuenta y ponerte de acuerdo con otro particular. Da igual si has visto el piso de tus sueños en alguna de las múltiples webs o apps que existen para buscar vivienda, ya que tanto los particulares como las inmobiliarias publican ahí sus inmuebles.
La gran diferencia es el coste y aquí no existe una normativa que fije esos honorarios. En el caso de una compraventa, a cambio de la valoración del piso, conseguir visitas, poner en contacto a los interesados, redactar los contratos de arras, coordinar la firma ante notario o resolver dudas, las inmobiliarias cobran entre el 3 y el 6%, más IVA. ¿Quién lo paga? Tampoco hay regla fija: algunas inmobiliarias lo repercuten al vendedor, otras al comprador y el resto a las dos partes. Es fundamental que te enteres previamente de cómo se suele hacer en tu localidad.
Si de lo que hablamos es de alquilar, la agencia también te ofrecerá posibilidades, te pondrá en contacto con el casero, te ayudará a negociar el precio y las condiciones, redactará los contratos y coordinará la firma y la entrega de la fianza. En este caso, lo habitual es que se cobre al menos una mensualidad al arrendatario.
En este caso, el término medio son las agencias públicas de alquiler. Por ejemplo, en la Comunidad de Madrid, el Plan Alquila, para jóvenes entre 18 y 35 años, establece un servicio de intermediación entre arrendador e inquilino y ayuda tanto en la búsqueda del piso como en los trámites. Se convierten en depositarios de las fianzas, además de aportar garantías para ambas partes y evitar ciertos abusos que también intenta cortar la recientemente aprobada Ley de Arrendamientos Urbanos. Nos referimos a la fianza exigida –solo un mes, más otros dos como garantías adicionales— o subidas anuales —no más del IPC durante la duración del contrato—.
¿Contrato una mudanza o para algo están los amigos?
Ya has elegido, así que ya hay que pensar en el traslado y volver a echar cuentas. Las empresas de mudanzas cobran tomando en cuenta el volumen que vas a trasladar, el recorrido que se tenga que hacer, si hay que embalar o si hay algún tipo de dificultad de acceso al piso que obligue a recurrir a grúas exteriores. Los precios son muy variables, pero para que te hagas una idea, mover los muebles para un apartamento pequeño, de una habitación, en la misma ciudad y siempre que te hayas encargado tú de hacer las cajas y tenerlo todo embalado, puede costarte entre 300 y 500 euros. Si el traslado es de una ciudad a otra, súmale unos 80 céntimos por kilómetro.
Si no te puedes permitir ese gasto o lo prefieres hacer tú ayudado por un grupo de amigos, aquí van unos consejos:
- Alquilar una furgoneta grande te costará a partir de 30 euros el día —¡vigila qué tipo de seguros incluye!—. Si crees que conducirla te va a provocar unos nervios que se van a sumar a los de la mudanza, piensa antes si tienes algún familiar o amigo con ese vehículo o que pueda ponerse al volante.
- Empieza a idear la mudanza semanas antes: recopila cajas de cartón, mantas para proteger los muebles u objetos más delicados y ve pensando qué te llevarás y qué no. Empieza a rellenar las cajas cuanto antes. Vas a ver cómo tienes muchas más cosas de las que creías.
- Para ahorrar espacio, utiliza toallas, sábanas y ropa para proteger los objetos delicados en el interior de las cajas. El papel de periódico o el plástico de burbujas también son muy útiles.
- ¿Cómo traslado la ropa? Puedes utilizar maletas o incluso comprar barras con ruedas —los llaman burros en las tiendas— que te faciliten colgar todo en perchas.
- Embala en cajas pequeñas libros o utensilios de cocina de peso. No queremos que nadie se lesione la espalda al cargar kilos de más.
- Identifica correctamente cada bulto, indicando su contenido y a qué habitación va a ir. Así quienes te ayuden sabrán donde depositarlas. No olvides tampoco poner bien visible si se trata de algo delicado o de demasiado peso.
- Aprovecha para hacer limpia: miles de papeles que no necesitas, ropa, objetos que llevan demasiado tiempo acumulando polvo, muebles que ya están demasiado usados, etc. Piensa en donarlos o directamente llévalos a un punto limpio.
- Hay cosas que solo se pueden empaquetar en el último momento, por ejemplo los productos de higiene o de uso diario en la cocina. Tampoco está de más que te prepares un kit de supervivencia hasta que tengas todo desembalado: medicinas básicas, pijama, varias mudas, cargadores, un neceser, etc.
- Por último, no pierdas de vista los objetos de más valor como joyas o documentación importante. Procura controlarlos tú.
¿Amueblado o vacío?
Esa disyuntiva se da sobre todo si, como la mayoría, vas a alquilar. Hay pisos que se ofrecen con todos los muebles, otros absolutamente vacíos y la mayoría semiamueblados, es decir, con los grandes electrodomésticos de la cocina y los enseres imprescindibles en el resto de la casa. Piensa qué te hace falta. Cuantos menos muebles haya, más bajo tendrá que ser el precio, pero de todas formas no dejes de hablar con el casero. Suelen ser flexibles y se avienen a negociar ponerte una cama nueva, quitarte el aparador del salón o volver a pintar las paredes, si es lo que quieres.
Lo importante es que consigas estar confortable y en un ambiente agradable. Para que no se te vaya un dineral en terminar de amueblar y decorar la vivienda, seguro que de la casa familiar puedes llevarte algún mueble o reciclar los que nadie quiera. De hecho, una de las cosas más atractivas de empezar a vivir solo es elegir cómo quieres que sea tu hogar, así que da rienda suelta a tu imaginación. ¿No te convence el color de las paredes? Ya sabes por dónde empezar.
Conoce tu entorno
Y una vez asentado en tu nueva casa, extiende tu sensación de hogar conociendo a fondo tu barrio para ver qué te ofrece. Es esencial que elijas las mejores tiendas donde comprar, los bares que te animarán a salir a tomar algo, localizar tu entidad bancaria o dónde está el centro de salud que te corresponde.