Barberá, Costa y Rambla de público
Con los accesos al palacio provincial absolutamente tomados por la policía, cerca de dos centenares de personas acudieron ayer a la toma de posesión de Javier Moliner como presidente de la Diputación de Castellón. Los indignados, acampados a escasos 20 metros de la sede institucional, no pudieron acercarse a ninguna de las puertas y, desde dentro, apenas se oyeron la cacerolada y los gritos de crítica al estamento político que profirieron.
El cordón policial al que se sometió el acceso obligó a la identificación de todas y cada una de las personas que acudieron a la toma de posesión, en la que los 27 diputados juraron o prometieron su cargo de diputados provinciales ante un crucifijo, una Biblia y la Constitución.
El proceso de identificación policial retrasó la llegada de algunos de los invitados. Quizá fue lo que ocurrió con los exconsejeros Vicente Rambla y Manuel Cervera, que llegaron transcurridos unos minutos desde el inicio del acto, lo que hizo aún más llamativa su presencia. Tanto como la del eterno aspirante Ricardo Costa.
Pero los ex no fueron los únicos que acudieron a despedir a Fabra, o a dar la bienvenida a Moliner. También se desplazó a Castellón la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, poco prolífica en apariciones en este tipo de actos y fuera de Valencia. También estuvo la recién nombrada vicepresidenta del Gobierno valenciano, Paula Sánchez de León, que, pese al discurso con el que Moliner pretendió distanciarse de Fabra, aseguró que el nuevo presidente desarrollará un proyecto "continuista". También ocuparon lugares destacados la recién nombrada consejera de Infraestructuras, Isabel Bonig, el vicepresidente primero de las Cortes, Alejandro Font de Mora, el presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus y el alcalde de Castellón, Alberto Fabra. Entre este y Sánchez de León se sentó Carlos Fabra, en primera fila, pero, desde hace 16 años, por primera vez, sin presidir el acto y sin intervenir públicamente.
