Análisis:27ª edición de Arco

"Jogo bonito"

Si no es fácil embutir la actualidad artística de cualquier país en una selección antológica limitada, se puede comprender lo diabólico de la tarea de Moacir dos Anjos y Paulo Sérgio Duarte que han afrontado la tarea de comisariar la del inmenso, complejo y muy fecundo Brasil.

De entrada, creo que han acertado al centrarse en elegir artistas en vez de galerías; o sea: que la treintena de éstas presentes en la sección del país invitado, ubicadas en el pabellón 14-1, lo están por ser las que gestionan la obra de aquéllos. El resultado es que lo que se exhibe es más coherente, homogéneo y ...

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Si no es fácil embutir la actualidad artística de cualquier país en una selección antológica limitada, se puede comprender lo diabólico de la tarea de Moacir dos Anjos y Paulo Sérgio Duarte que han afrontado la tarea de comisariar la del inmenso, complejo y muy fecundo Brasil.

De entrada, creo que han acertado al centrarse en elegir artistas en vez de galerías; o sea: que la treintena de éstas presentes en la sección del país invitado, ubicadas en el pabellón 14-1, lo están por ser las que gestionan la obra de aquéllos. El resultado es que lo que se exhibe es más coherente, homogéneo y de una calidad media sin desmayos. Por otra parte, aunque lógicamente han dado precedencia a los artistas emergentes, han tenido la prudencia de entremeter algunas referencias más clásicas, que ayudan a explicar la vertebración de la modernidad brasileña.

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Tales son los casos de la hermosa y delicada obra de Abraham Palatnik, fechada entre 1969 y 2001, que es un testimonio de la tradición del arte neoconcreto, pero también el del ya muy conocido Ernesto Neto, que cubre esa otra dimensión orgánica y muy poética de la sensibilidad local.

Por lo demás, el arte actual, se produzca donde se produzca, es inapelablemente producto híbrido entre una misma modernidad globalizada y cierto acento primigenio, que destella tenuemente a través de resonancias antropológicas y una determinada sensibilidad. Brasil no es una excepción, aunque quizá deje traslucir mejor esta segunda dimensión, lo cual resulta estimulante.

Puestos a la ingrata, por agobiante, tarea de resaltar ciertos nombres, destacaré las esculturas de Elida Tessler, la rutilante escultura de Suzana Queiroga, los objetos poéticos de Anna Bella Geiger, el vídeo de Laura Erbel, las delicadas piezas de Hilal Sami Hilal, el dibujo de Adrianne Galinari, la videoinstalación de Mariana Manhães, las fotos de Mario Cravo Neto y Mauro Restiffe, y, en general, las obras de Carmela Gross, Carlos Fajardo, Jac Leirner, Dudí Maia Rosa, Laura Belem, Marila Dardot, Margone Moreira, Barrão, José Bechan, Jose Resende, Angelo Venosa y, ya fuera de esta sección, que no excluye otras galerías brasileñas que también exhiben de forma convencional, las obras de Macaparana y Dora Longo Bahía, respectivamente ubicados en las galerías Dan y Luisa Strina. En arte, sí se comprende eso del "jogo bonito".

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