EL FIN DE UN PAPADO

La muerte del Papa rebaja la tensión entre el Vaticano y Argentina

La muerte de Juan Pablo II se ha producido en uno de los momentos de mayor tensión en las relaciones Iglesia-Estado en Argentina debido al histórico debate de hasta dónde llegan las competencias de una y otro. La desaparición del pontífice y la paralización momentánea de la maquinaria de gobierno en el Vaticano han permitido rebajar el enfrentamiento vivido en los últimos meses.

Todo comenzó cuando, a comienzos de año, el ministro de Salud, Ginés González García, realizó unas declaraciones en las que se mostraba partidario de la despenalización del aborto, algo a lo que respondió el obi...

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La muerte de Juan Pablo II se ha producido en uno de los momentos de mayor tensión en las relaciones Iglesia-Estado en Argentina debido al histórico debate de hasta dónde llegan las competencias de una y otro. La desaparición del pontífice y la paralización momentánea de la maquinaria de gobierno en el Vaticano han permitido rebajar el enfrentamiento vivido en los últimos meses.

Todo comenzó cuando, a comienzos de año, el ministro de Salud, Ginés González García, realizó unas declaraciones en las que se mostraba partidario de la despenalización del aborto, algo a lo que respondió el obispo castrense, Antonio Baseotto, citando el pasaje de la Biblia en el que se dice que a los que escandalizan a los niños más les valdría atarse una piedra de molino y arrojarse al mar. Las declaraciones del prelado levantaron una gran polémica: en primer lugar, en Argentina cientos de desaparecidos fueron arrojados vivos al mar durante la dictadura militar (1976-1983) en los vuelos de la muerte. Pero, además, la frase venía del único obispo que, al menos técnicamente, forma parte de la Administración del Estado, ya que su cargo conlleva el rango civil de subsecretario de Estado.

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Inusual celeridad

El revuelo en las declaraciones dio paso a los hechos, y en febrero el presidente, Néstor Kirchner, exigió al Vaticano la destitución de Baseotto. Con inusual celeridad, la diplomacia vaticana, comandada por el secretario de Estado, Angelo Sodano, tardaba apenas una semana en contestar a Buenos Aires con una negativa. Roma no estaba dispuesta a desautorizar a su obispo, y menos en un asunto como la oposición al aborto. La negativa dejaba en una incómoda posición a Kirchner, acostumbrado a ganar en los órdagos que lanza.

Kirchner elevó la apuesta y, visto que no le podía despojar de su cargo eclesiástico, procedió al despido civil del prelado. El Gobierno le destituyó como subsecretario y le retiró el sueldo que percibía, 5.000 pesos (unos 1.300 euros), en un país donde el sueldo mínimo mensual es de algo más de 700 pesos. Además, el ministro de Salud reiteró que el Gobierno "no piensa cambiar su postura", ni sobre la crisis ni sobre el aborto. Llegados a un punto muerto, el Vaticano envió un aviso y dos señales de enfriamiento: por un lado, amenazó con incluir a Argentina en la lista de países donde no existe libertad religiosa, pero, por otra parte, Baseotto se disculpó por escrito, y durante la Semana Santa no presidió los oficios que le correspondían.

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Y en esto el 2 de abril falleció Juan Pablo II. Aparte del mensaje televisado, y los tres días de luto oficial decretados por Kirchner -que contribuyeron a rebajar la tensión-, el secretario de Estado vaticano ha cesado en su cargo y dependerá del nuevo papa ratificarlo o no. Y aunque no ha podido evitar la polémica por su ausencia en el entierro, Kirchner representará a Argentina en Roma en la entronización del próximo papa.

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