El Barça descuelga más al Madrid

A balón parado y de cabeza, cosa inédita hasta el momento, el Barcelona alcanzó el liderato de la Liga, circunstancia que no se daba desde hace justamente tres años, cuando en el Camp Nou goleaban Luis Enrique y Saviola. Aunque el juego y los resultados, tanto los propios como los ajenos, auguraban el sábado el primer puesto de la tabla para los azulgrana, su triunfo de ayer resultó especialmente sufrido.

Había tanta excitación entre el barcelonismo por reencontrarse con un momento tan feliz que hasta Rijkaard perdió la cordura y montó un equipo sin cintura. Jugó el Barça de salida sin medio centro para ganar un cuarto delantero (Eto´o, Larsson, Giuly y Ronaldinho) y ni siquiera remató a portería. El equipo se desequilibró, perdió llegada por las bandas y, centrifugado, no supo combinar en campo del Numancia, cuya aseada actuación recordó la que ya protagonizó en el estadio Bernabéu.

No le quedó más remedio al técnico del Barça que volver al punto de partida para resolver uno de los tantos partidos-trampa que siempre se le presentan a todo aspirante. Dice el refrán que lo que funciona no se toca, y el regreso a la cancha de dos centrocampistas por dos delanteros (Iniesta y Edmilson entraron por Giuly y Eto´o) le permitió al Barcelona resolver el partido a la salida de un córner con un cabezazo poderoso del sueco Larsson.

La estirada azulgrana coincidió con el revolcón que sufrieron los demás equipos punteros del campeonato. Perdieron el Espanyol, el Atlético y Osasuna mientras el Valencia no pasaba del empate en campo del Betis, un equipo que por el momento y extrañamente no provoca frio ni calor. Y perdió de nuevo el Madrid, que se estrelló ante el otro gran enfermo de la Liga: el Depor. Un gol de Luque dejó pálido al grupo de García Remón, incapaz de reaccionar con algo más que una buena dosis de voluntarismo.

Al Madrid le faltan dosis y dosis de fútbol y ya ha firmado su arranque liguero menos goleador de la historia. Todo un dato cuando en la misma plantilla se amontonan Raúl, Ronaldo, Morientes y Owen. El equipo está mal tejido y no se vislumbran remiendos inmediatos.