"En fútbol sólo vale ganar"
Dani aplica a su juego la lógica de la supervivencia callejera
El delantero bético Daniel Martín Alexandre, Dani, es un jugador de barrio, una catalogación casi siempre usada con exceso de romanticismo. Se suele aplicar a jugadores con ingenio, capaces de encontrar su hábitat entre un magma de piernas adiestradas para impedírselo. Pero del barrio se sale bien por el arte con el que se nace o por que uno ha aprendido a buscarse la vida. El delantero, nacido en Triana hace 21 años, es uno de estos últimos, un futbolista que siempre salta al campo con el ceño fruncido, que ha llegado a la élite por empecinamiento más que por clase o condiciones y para el que engañar al árbitro es una parte más del juego.
Dani siempre ha visto el fútbol como una disputa en la que lo único importante es quedar por encima del otro, tal y como aseguraba ayer en conversación telefónica: "Ronaldinho concibe el fútbol como un juego, pero igual es porque él es capaz de hacer las cosas que hace. Para mí, en el fútbol lo que está clarísimo es que sólo vale ganar".
El miércoles fue de nuevo el protagonista del encuentro entre el Betis y el Barcelona. Volvió a ser titular tras varios meses y lo hizo como siempre: peleón, rápido, incisivo y alborotador. En la primera media hora de partido hizo tres buenos regates y otro par de pases. En el mismo lapso de tiempo cayó al suelo como barrido por una bala de cañón, exagerando varias entradas de los jugadores azulgrana. En el minuto 32, tras un saque bombeado al área desde la banda derecha del ataque bético, le pegó una patada en la rodilla a Reiziger, que cayó al suelo dolorido. Cuando Dani intentaba levantar al holandés, Víctor Valdés, que había visto la patada previa del bético, le empujó y éste se dejó caer exhibiendo su depurada técnica de simulación. Tarjeta roja para el portero azulgrana y penalti. Nueva victoria para la pillería de barrio. "Dani lo exageró todo un poco", se limitó a decir ayer el portero del Barça.
"Yo le estaba pidiendo perdón a Reiziger y entonces me empujó Valdés y me tiró al suelo. El que metió la pata fue él, porque le vio el linier y le expulsaron", explica fiel a su concepto del juego en el que lo importante es que el árbitro no te vea lo que haces o crea ver lo que no te han hecho.
A pesar de tener las cosas tan claras, Dani ayer estaba muy molesto por las críticas recibidas, especialmente por las de otros futbolistas. "En los tres años que llevo como profesional he estado más de 15 meses lesionado por patadas [rotura de ligamentos de la rodilla en 2002 en Tenerife y del tobillo en 2003]. Yo no hago daño a otros compañeros. De lo que no se habla es de la patada que me dio Márquez, que si me pilla me rompe el tobillo. Yo no haría nunca eso". Tras la expulsión de Valdés, tanto Márquez como Davids le arrearon con todo en un par de ocasiones.
Más corpulento a la par que aniñado cuando se le ve de cerca, sabe que tiene en contra a las aficiones y jugadores de la Real Sociedad, el Celta y el Valencia -equipos con los que ha tenido problemas similares a los del miércoles con el Barcelona- y admite que le apena que no se valore su juego.
Y la verdad es que lo tiene. Cuando entra en el equipo marca un gol cada dos partidos de media e incluso llegó a encandilar a Van Gaal, que le felicitó personalmente cuando se encargaba de convertir en gol los pases de Joaquín en el juvenil bético que ganó la Copa del Rey de 1999.
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