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Reportaje:

Un luchador contra la guerra

'El pacificador' (Canal +), tras los pasos de Miguel Ángel Moratinos en Oriente Próximo

Jorge Marirrodriga

"Bienaventurados los que trabajan por la paz". Tras contemplar en El pacificador (22.00, Canal +) cómo transcurre la vida diaria del representante especial de la Unión Europea en Oriente Próximo, es inevitable pensar en cuántas veces al día se preguntará Miguel Ángel Moratinos, madrileño de 51 años, por el sentido de esas palabras. Una sentencia pronunciada hace 2.000 años en la misma tierra en la que ahora el diplomático europeo va de un lado a otro en una frenética labor a la hora de tender puentes de paz. Una tarea de Sísifo, ya que muchas veces la muerte y la destrucción se encargan de hacer saltar por los aires todos los logros alcanzados con un esfuerzo y una paciencia interminables.

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El mediador pone rostro y voz a todos esos dramas que llegan a través de los medios de comunicación y que, a fuerza de repetirse, se superponen unos a otros; hasta que llega un momento en que se convierten en una tonadilla lejana, recitada como una letanía en una lengua incomprensible. Moratinos ha estado al lado del padre israelí que enterraba a sus hijos, acribillados horas antes mientras dormían entre sábanas de dibujos infantiles. Conoce las caras de familias palestinas a las que de un día para otro se las priva de su hogar porque la vivienda "ha sido edificada ilegalmente" y comparte la inquietud de un alto responsable palestino al que su mujer le ruega que renuncie y se lleve a la familia al extranjero. "Mi mujer y mis hijos también me piden que lo deje", confiesa.

Tender puentes supone tratar con las dos orillas y también recibir pedradas desde ellas. Hablar con todos, con los halcones y las palomas, con los que deciden y con los que no tienen voz. Con los moderados que parecen radicales y con los que bajo una apariencia de tolerancia esconden la más feroz de las intransigencias. Sentarse con la misma naturalidad a la mesa de un embajador en El Cairo o en una modesta tasca palestina en Belén. Soportar acusaciones de colaborar con el terrorismo, de ineficacia o de no estar interesado en alcanzar la paz. Siempre con el teléfono en la mano y el sentido del humor a prueba de bala. "Hoy tampoco comemos", dice uno de sus más íntimos colaboradores. "Nosotros hacemos el ayuno del Ramadán todo el año".

En un lugar donde la tierra vale más que la vida y donde la violencia cotidiana alcanza ese punto de no retorno cuando se mezcla con la rutina diaria y es asumida por todos, las palabras de paz chocan de frente contra un escepticismo respaldado en muchas ocasiones por los hechos. Y es aquí donde el hombre afable, el que siempre tiene una palabra amable, se revuelve. "Existe el fatalismo ridículo del que dice que la paz es imposible. El escepticismo es algo que pertenece a los snobs del siglo XXI. Es ser egoísta y no creer que la vida de los demás pueda tener solución". Es una pena que el lenguaje diplomático impida a Miguel Ángel Moratinos expresarse con la misma contundencia ante sus interlocutores.

Yasir Arafat y Miguel Ángel Moratinos (en primer plano), en una imagen de <b></b><i>El pacificador.</i>
Yasir Arafat y Miguel Ángel Moratinos (en primer plano), en una imagen de El pacificador.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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