Pastrana exige a las FARC el fin de los secuestros para proseguir el plan de paz

El presidente de Colombia salva el diálogo y fija un nuevo calendario de negociación

Salvado in extremis el proceso de paz, y conjurada, de momento, la guerra abierta, el presidente de Colombia, Andrés Pastrana, amplió hasta el próximo día 20 el plazo concedido a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para redactar un calendario de negociaciones que conduzca a acuerdos sobre el alto el fuego, y a la finalización de la política de secuestros y ataques a objetivos civiles. Ese día, decidirá si prorroga la vigencia de la zona de distensión, un área geográfica de 42.000 kilómetros cuadrados (del tamaño de Extremadura) en poder de la guerrilla desde noviembre...

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Salvado in extremis el proceso de paz, y conjurada, de momento, la guerra abierta, el presidente de Colombia, Andrés Pastrana, amplió hasta el próximo día 20 el plazo concedido a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para redactar un calendario de negociaciones que conduzca a acuerdos sobre el alto el fuego, y a la finalización de la política de secuestros y ataques a objetivos civiles. Ese día, decidirá si prorroga la vigencia de la zona de distensión, un área geográfica de 42.000 kilómetros cuadrados (del tamaño de Extremadura) en poder de la guerrilla desde noviembre de 1998. 'Es un momento de definiciones, como nunca antes', declaró en un mensaje a la nación.

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La mediación internacional consiguió la tarde del lunes desbloquear un proceso de paz empantanado en asuntos subordinados, incapaz de lograr acuerdos de fondos susceptibles de solucionar un conflicto con 38 años de vigencia, y 40.000 muertos. El primer órdago presidencial en los tres años de desarrollo del proceso y las gestiones del delegado de la ONU, James Lemoyne, del Grupo de Países Amigos (Canadá, Cuba, España, Francia, Italia, México, Noruega, Suecia, Suiza y Venezuela) y de la Iglesia católica doblegaron a la guerrilla. Es previsible la redacción del calendario requerido, pero improbable, a corto plazo, el satisfactorio desarrollo de los eventuales acuerdos sobre secuestros o protección de la población civil.

Los aproximadamente 13.000 soldados que avanzaban hacia la recuperación del territorio cedido por el Gobierno a los rebeldes para facilitar las conversaciones fueron ayer acuartelados. El ultimátum oficial concluía a las 21.30 horas locales del lunes (3.30 del martes, hora peninsular española) y es de esperar que las reuniones mantenidas lleven a una prórroga. Colombia celebra elecciones presidenciales en mayo, y el ganador deberá recoger, en agosto, la complicada herencia de Pastrana, reacio a pasar a la historia como un político débil y manipulado. Está obligado, además, a facilitar las aspiraciones del contendiente del partido conservador Juan Camilo Restrepo. 'Este sacudón crítico debe servir para avanzar mejor', dijo el candidato.

El jefe del Estado, de 47 años, compareció públicamente para subrayar que mantendrá los controles militares en los accesos a los cinco municipios del Caguán, poblados por 120.000 personas, cuya retirada exigían las FARC; reafirmó asimismo que el proceso merece la pena sólo si produce resultados, y será viable en un ambiente de paz, y no de guerra. '¡No más secuestros; no más ataques a las poblaciones. No más extorsiones; no más pescas milagrosas [retenes guerrilleros que secuestran en las vías de comunicación nacionales]; no más destrucción de la infraestructura nacional! En resumen: la exclusión de la población civil del conflicto'.

Inexistencia de garantías

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Durante los más de tres meses transcurridos desde la firma del Acuerdo de San Francisco, el pasado 5 de octubre, las FARC rechazaron negociar sobre la tregua, los secuestros, o la destrucción a bombazos de la infraestructura del país, argumentando la inexistencia de garantías de seguridad en la zona de distensión. Se referían a los vuelos espías, a la prohibición de entrada de ciudadanos extranjeros, o a los controles de carretera por el Ejército. Obligados por la presión, los insurrectos aceptaron finalmente la existencia de garantías para seguir hablando.

Las FARC habían ganado a Pastrana todos los pulsos desde el comienzo de las negociaciones: cedía todo, y la guerrilla, nada, recuerda el analista Bernardo Gutiérrez. 'El presidente se había convertido en el hazmerreír. Más que las presiones de Estados Unidos, su reacción ha sido visceral: se estaba quedando en calzoncillos. Era totalmente impresentable que siguiera cediendo'. Observando el movimiento de tropas, las FARC percibieron que la situación era seria, y que iban a tener que ceder terreno para conservar 'esa cosa maravillosa que el Gobierno les regaló prácticamente sin condiciones [los 42.000 kilómetros cuadrados]. Cualquier persona inteligente se da cuenta de lo que perdían, y esta gente [las FARC] son matones, cerriles y fundamentalistas, pero no tontos'.

La mayoría de los colombianos se manifestaba escéptica al evocar fracasos anteriores en la ejecución de acuerdos. 'Volvemos a más de lo mismo. Aquí otra vez mamando gallo [tomando el pelo]', decían muchos entrevistados. De todas formas, la reanudación del diálogo es preferible a la escalada bélica derivada de la ruptura. Daniel García Peña, ex comisionado para la paz, director de Platea Paz, registra un salto cualitativo, 'en cuanto significa que las partes empiezan a perder el temor a meterse en temas de fondo'.

Un soldado registra a un pasajero de un autobús en una carretera que conduce a la zona de distensión.AP

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