SEGURIDAD ALIMENTARIA

Sólo el País Vasco se ha sumado al plan para quemar harinas cárnicas en cementeras

La reforma de las plantas de cemento exige el visto bueno de autonomías y ayuntamientos

Las cementeras del País Vasco son las únicas que ya han hecho pruebas para reformar las fábricas de cemento y adaptarlas a la utilización de harinas animales como parte del combustible con el que se elabora el cemento. El director general de Oficemen, Rafael Fernández Sánchez, asegura que sólo el Gobierno vasco ha transmitido a los ayuntamientos la conveniencia de impulsar el convenio firmado entre las cementeras y el Ministerio de Agricultura. En Castilla y León, el Ejecutivo autónomo se puso a finales de esta semana en contacto con estas empresas para ver cuáles son las reformas necesarias y...

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Las cementeras del País Vasco son las únicas que ya han hecho pruebas para reformar las fábricas de cemento y adaptarlas a la utilización de harinas animales como parte del combustible con el que se elabora el cemento. El director general de Oficemen, Rafael Fernández Sánchez, asegura que sólo el Gobierno vasco ha transmitido a los ayuntamientos la conveniencia de impulsar el convenio firmado entre las cementeras y el Ministerio de Agricultura. En Castilla y León, el Ejecutivo autónomo se puso a finales de esta semana en contacto con estas empresas para ver cuáles son las reformas necesarias y qué garantías de seguridad tienen. En las demás, según Oficemen, silencio administrativo y, bajo cuerda, la información de que la mayoría de los Gobiernos autónomos prefieren arrojar las harinas animales a los vertederos autorizados y evitar así cualquier debate sobre su incineración.

En el Ministerio de Agricultura destacan que la puesta en marcha del acuerdo para quemar las harinas en las cementeras requiere la firma de 'convenios específicos' entre las empresas agrupadas en Oficemen y las autonomías. Afirman que éste es el método que más se está utilizando en otros países de la Unión Europea para la destrucción final de las harinas animales, ahora totalmente prohibidas para la alimentación de cualquier tipo de ganado. Y mantienen que no es en absoluto contaminante. Que -como muestra el gráfico- ni siquiera quedan cenizas de la incineración de las harinas pues éstas se funden con los minerales tratados en el horno y acaban formando parte del clinker: el material que, después de molido, da lugar al cemento.

El director general de Oficemen admite que por las elevadísimas temperaturas que alcanzan los hornos de las cementeras (unos 2.000º centígrados) este sistema de incineración destruiría también totalmente las harinas procedentes de materiales específicos de riesgo (MER). Pero las cementeras no quieren, 'en una primera etapa', hacerse cargo de estas harinas más polémicas por 'el recelo de los trabajadores y los vecinos'.

Rafael Fernández dice estar convencido de que con la esterilización a que se someten los MER en las nueve plantas de transformación autorizadas por Agricultura -un tratamiento en autoclave a más de 133º de temperatura, más de tres atmósferas de presión y durante al menos 20 minutos-, el prión queda totalmente destruido. 'Pero ahora a lo que nos enfrentamos es a una profunda crisis, con informaciones confusas y contradictorias, y el desconocimiento produce miedo'. Por ello, las cementeras han transmitido a Agricultura que, en los primeros meses, sólo incinerarán en sus plantas las harinas animales que acaban de ser excluidas de la alimentación del ganado y que, por tanto, han sido expulsadas del mercado.

El ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, destacó esta semana en el Congreso de los Diputados este problema: 'La gente prefiere la incineración al vertedero, pero no quiere la incineradora en su pueblo', dijo. El ministro admitió que 'no hay red de incineradoras' para quemar los MER y las reses que mueren en las granjas por causas naturales y que, desde el 1 de enero, hay que retirar y destruir.

Las autonomías deben trasladar las reses muertas y los MER a las nueve plantas de transformación de estos residuos que hay en España. Allí son esterilizadas con autoclave y transformadas en harinas que hay que quemar o arrojar a vertederos autorizados. Según fuentes de las incineradoras de residuos urbanos que no quieren ser citadas, se están arrojando a vertederos porque el decreto del 24 del noviembre pasado calificó estas harinas de 'residuos peligrosos' y, por tanto, sólo pueden quemarse en incineradoras industriales. Las mismas fuentes añaden que sólo una incineradora, la de Constanti que acaba de inaugurarse en Girona, cumple este requisito.

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