El escultor Eduardo Chillida convierte en museo su caserío de Zabalaga en Hernani

El artista exhibirá desde el 26 de septiembre su colección privada, archivos y biblioteca

El viejo sueño del escultor Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924), un museo que mostrara su obra en el caserío de Zabalaga, de Hernani, a unos 10 kilómetros de San Sebastián, está a punto de ser realidad. A partir del 26 de septiembre abrirá sus puertas al público Chillida-leku (en euskera, el sitio Chillida) con una importante selección de obras de la colección privada del artista. El museo, una edificación de arquitectura tradicional del siglo XVI, rodeada de 20 hectáreas de terreno, estará directamente gestionado por la familia Chillida, sin participación de las instituciones.

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El viejo sueño del escultor Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924), un museo que mostrara su obra en el caserío de Zabalaga, de Hernani, a unos 10 kilómetros de San Sebastián, está a punto de ser realidad. A partir del 26 de septiembre abrirá sus puertas al público Chillida-leku (en euskera, el sitio Chillida) con una importante selección de obras de la colección privada del artista. El museo, una edificación de arquitectura tradicional del siglo XVI, rodeada de 20 hectáreas de terreno, estará directamente gestionado por la familia Chillida, sin participación de las instituciones.

'Homenaje a Balenciaga'

El programa de actos de la inauguración de Chillida-leku comenzará el 15 de septiembre con un concierto en el auditorio del Kursaal, en San Sebastián, y se prolongará hasta la apertura, prevista 11 días más tarde. Los detalles de la celebración y de la gestión del museo serán anunciados por la familia Chillida la próxima semana. Chillida adquirió Zabalaga en ruinas en 1983. El caserío es su núcleo central, pero la finca tiene sobre sus terrenos varias construcciones de principios de siglo y el taller donde Chillida trabaja los mármoles y granitos. El escultor nunca pensó en rehabilitar la vieja construcción para convertirla en un espacio de exposiciones convencional, dividido en salas. Junto al arquitecto Joaquín Montero, proyectó una reforma que dejó el interior desnudo, tan sólo cruzado por las vigas de madera.

Relación con Tindaya

En palabras del catedrático Kosme de Barañano, director del IVAM y especialista en la obra de Chillida, el escultor ha convertido el caserío en una escultura. "Su interior ha pasado de ser arquitectura (de construir para habitar) a ser espacio de escultura (ámbito para pensar y para sentir nuestro lugar)", según escribió en el catálogo de la exposición antológica que presentó en el Reina Sofía y en el Museo Guggenheim Bilbao.

Zabalaga es el espacio de la colección particular de Chillida. En el interior del caserío se pueden ver una treintena de esculturas, que recorren los materiales trabajados por el artista en cincuenta años de trayectoria profesional, desde sus primeros Torsos, las piezas figurativas que elaboró Chillida a finales de los años cuarenta, antes de adentrarse a investigar la abstracción. El espacio se completa con lurras (piezas de terracota), gravitaciones y una abundante muestra de grabados y dibujos.

El parque que rodea el caserío también está salpicado de obras. Allí ha situado Chillida Homenaje a Balenciaga, una pieza de acero de dos metros y medio de altura, la célebre Mesa de Luca Pacciolio y Lo profundo es el aire, realizada sobre un bloque de granito de la India, entre otra veintena de esculturas instaladas al aire libre. En los casi 20 años que Chillida ha rumiado el proyecto de Zabalaga, el lugar se ha ido cargando de simbolismo. El propio artista ha dicho que quiere hacer del lugar "la señal de que soy de allí", su punto de conexión con la tierra donde nació. A Zabalaga ha llevado Chillida las obras de su colección privada, sus archivos y su biblioteca.

Pero también ha sido el escenario de hechos de gran carga emocional. En sus jardines, por ejemplo, sellaron Chillida y Jorge Oteiza, en diciembre de 1997, su reconciliación después de 30 años de enemistad, que ya se daba por irresoluble. "Más allá de nuestras diferencias, habra siempre un espacio-tiempo para la paz", suscribieron los dos artistas antes de abrazarse frente a las cámaras de televisión. Y lo hicieron, precisamente, junto a la escultura de Chillida Besarkada (Abrazo).

Y también en Zabalaga se celebró el pasado 25 de junio una reunión entre el escultor y los representantes del Gobierno de Canarias para impulsar el proyecto de Tindaya, en Fuerteventura, pospuesto repetidamente por la oposición de los grupos ecologistas a que se excave el interior de la montaña, como pretende Chillida, y por las presuntas irregularidades en la compra de derechos mineros en la zona.

El encuentro se saldó con un impulso a la idea de convertir Tindaya en un espacio de arte, horadando la montaña hasta conseguir que penetre la luz del sol. Barañano cree que la idea de reconvertir Zabalaga, "crear un lugar sacando la materia, pero metiendo el espacio", es también la base del proyecto de Tindaya. "Zabalaga no se ha convertido en un espacio museístico para acoger obras de arte, sino en un espacio escultórico más de Chillida", señala. "Es el antecedente más directo del vaciar artístico de Tindaya".El proyecto de Chillida-leku ha sufrido varios retrasos. Su inauguración fue anunciada para la primavera de 1998, pero se incumplió. Ahora está todo previsto, y a partir del 26 de septiembre abrirá sus puertas al público.

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