Watson, contra la apropiación genética

La intención de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de patentar los genes humanos que el Proyecto Genoma oficial iba descifrando fue precisamente lo que precipitó, en 1992, que James Watson, codescubridor del ADN y premio Nobel, dimitiera de su cargo como primer director de ese proyecto público. "Virtualmente cualquier mono podría hacer ese trabajo", proclamó Watson, que siempre defendió que la información debía ser pública y libremente disponible para toda la comunidad científica internacional.El argumento de Watson, similar al que los detractores de las patentes siguen aduciendo hoy,...

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La intención de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de patentar los genes humanos que el Proyecto Genoma oficial iba descifrando fue precisamente lo que precipitó, en 1992, que James Watson, codescubridor del ADN y premio Nobel, dimitiera de su cargo como primer director de ese proyecto público. "Virtualmente cualquier mono podría hacer ese trabajo", proclamó Watson, que siempre defendió que la información debía ser pública y libremente disponible para toda la comunidad científica internacional.El argumento de Watson, similar al que los detractores de las patentes siguen aduciendo hoy, era que esos registros comerciales acabarían por enredar la investigación genómica en una interminable serie de procesos legales que dificultarían el trabajo de los científicos.

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William Haseltine, director de Human Genome Sciences, sostiene, sin embargo, que las patentes genéticas registradas por su empresa -112 por ahora- no evitan que los científicos usen esos genes para la investigación básica, siempre que luego no intenten comercializar los resultados.

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