La obra completa de Prados descubre al gran desconocido del 27

Editada por primera vez en España su poesía

La figura del poeta Emilio Prados (Málaga, 1899-México, 1962) encierra una paradoja: fue el autor del 27 que quizá con más tesón se dedicó a la poesía, y muy fecundo. Sin embargo, es el gran desconocido de esa generación que floreció a la sombra de Lorca y Alberti. Apenas unas letras le dedicaron algunos de sus colegas a los que él editó. Su poesía hermética, como su carácter, minoritaria y próxima a la música y la filosofía, impidió enfrentarse a ella. Ahora, en el centenario de su muerte, Visor edita por primera vez en España su obra completa.

Poeta prolífico (publicó 15 libros), prác...

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La figura del poeta Emilio Prados (Málaga, 1899-México, 1962) encierra una paradoja: fue el autor del 27 que quizá con más tesón se dedicó a la poesía, y muy fecundo. Sin embargo, es el gran desconocido de esa generación que floreció a la sombra de Lorca y Alberti. Apenas unas letras le dedicaron algunos de sus colegas a los que él editó. Su poesía hermética, como su carácter, minoritaria y próxima a la música y la filosofía, impidió enfrentarse a ella. Ahora, en el centenario de su muerte, Visor edita por primera vez en España su obra completa.

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Poeta prolífico (publicó 15 libros), prácticamente no se dedicó a otra actividad; muy comprometido con la causa republicana, exiliado a México tras la guerra civil y generoso con sus colegas, a los que publicó desde la revista Litoral, que salía de su imprenta, Emilio Prados ha sido el gran ausente en el campo literario, en el que ingresó tarde. Y no porque fuera un poeta menor. "Muy al contrario, es una figura central, por su obra y por su labor editorial para con sus colegas. Pero su poesía contenía una gran carga metafísica, más allá del lenguaje y que cualquier manipulación destruye. Él dijo en verso lo que no se podía decir en prosa, algo que no se podría decir de Alberti o Guillén", según Antonio Carreira, responsable de la edición de Prados junto a Carlos Blanco Aguinaga, que publicaron en México en 1975-1976 lo que hasta hoy era la única publicación completa del autor de Jardín cerrado.Gran amigo de Lorca y Altolaguirre, incluso de Cernuda, quizá el más difícil de esa generación; editor de Lorca, Bergamín y de los primeros cuadernos de Alberti y Cernuda, sobre él se extendió un manto de silencio. Sólo roto con unos poemas que vieron la luz en 1958. Poetas que ejercieron la crítica y que apreciaban su poesía, como Dámaso Alonso, Diego y Guillén, no hablaron de Prados. Consideraban su poesía inabordable desde el punto de vista crítico. Porque era una poesía difícil de descifrar, según Carreira, era y será muy minoritaria, y su parentesco se remite a corrientes filosóficas poco familiares en España: presocrática, panteísta y deudora de Spinoza. Y también cayó sobre la obra de Emilio Prados la losa de la dictadura franquista.

Que se sepa, él no se quejó de esa especie de conspiración silenciosa. "Era muy autocrítico, y el hecho de que fuera una poesía difícil le hacía sentirse inseguro sobre si expresaba lo que él quería, porque lo que ansiaba transmitir no cabía en palabras", indica Carreira. Hasta los títulos de los poemas encierran un enigma: La piedra escrita, Cincuncisión del sueño, Río natural...

Edición corregida

Ahora, al cumplirse los 100 años de su nacimiento, la editorial Visor recupera la obra poética en unas mil páginas, con una tirada de 2.000 ejemplares, que se presentó ayer en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Su contenido es muy similar a la primera edición mexicana, que entonces fue de 500 ejemplares. Pero en esta edición se corrige un "error" de orden, según Carreira. La anterior obra completa de Aguilar incluía cronológicamente toda su poesía, tanto inédita como publicada y, por tanto, las elevaba al mismo nivel. En la actual edición, la obra inédita aparece al final, en un apéndice. Porque el poeta, reacio a publicar, editó sólo aquello que quería mostrar ("el verdadero es el édito"), y del resto prescindió.

De hecho, se va a respetar el silencio que contienen 20 cajas de manuscritos y borradores del poeta que permanecen en la Residencia de Estudiantes de Madrid, un lugar que tuvo entre sus primeros alumnos a Emilio Prados.

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