Huracán de solidaridad

El dinero llegó, se ha invertido y está dando resultados. Ésta es la consigna que estos días dan la mayor parte de las organizaciones que ahora hace un año removieron cielo y tierra recaudando fondos para paliar los devastadores efectos del huracán Mitch en Centroamérica. A la espera de cerrar definitivamente las cuentas, el Fondo Catalán de Cooperación, que gestiona las ayudas de 200 ayuntamientos catalanes, valora positivamente su campaña de apoyo a los afectados por las "lluvias del siglo".Las cifras son importantes: 174 millones recaudados y 47 proyectos financiados en cuatro países a trav...

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El dinero llegó, se ha invertido y está dando resultados. Ésta es la consigna que estos días dan la mayor parte de las organizaciones que ahora hace un año removieron cielo y tierra recaudando fondos para paliar los devastadores efectos del huracán Mitch en Centroamérica. A la espera de cerrar definitivamente las cuentas, el Fondo Catalán de Cooperación, que gestiona las ayudas de 200 ayuntamientos catalanes, valora positivamente su campaña de apoyo a los afectados por las "lluvias del siglo".Las cifras son importantes: 174 millones recaudados y 47 proyectos financiados en cuatro países a través de más de 250 entidades catalanas. También los fondos de cooperación de Mallorca y Menorca han trabajado en la zona. Los 114 millones del Fondo Menorquín de Cooperación y los más de 750 millones de instituciones de Mallorca han ido a programas de Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador.

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Los 47 proyectos financiados desde Cataluña han servido para reconstruir infraestructuras y servicios sin los cuales era imposible recuperar cierta normalidad. La ayuda de emergencia financiada con este dinero fue poca: "Nosotros no tenemos infraestructura para hacer frente a situaciones de urgencia. La Cruz Roja ya se encargó de ello", explica Victòria Planas, representante del Fondo Catalán de Cooperación en Centroamérica. Desde la oficina que esta organización tiene en Managua (Nicaragua), Planas ha gestionado la mayor parte de los proyectos y asegura que "han servido de algo".

Destino seguro

A través del citado fondo, los ayuntamientos y entidades interesadas en financiar proyectos de ayuda al tercer mundo pueden saber en todo momento la situación de su dinero, el ritmo de los trabajos y tener la seguridad de que los fondos se destinan a la finalidad prevista. De esta forma, los padres, profesores y alumnos del colegio público Dolors Alameda de Cornellà de Llobregat obtendrán un informe en donde se les explicará para qué han servido las 89.347 pesetas recaudadas para comprar medicinas para un centro de salud de Chinandega. El Ayuntamiento de Vilafranca del Penedès obtendrá una memoria con los resultados exactos de su donación, que ascendió a 18 millones.

El Fondo Catalán de Cooperación, que nació en 1986, forma parte desde hace cuatro años de la Confederación de Fondos de Cooperación y Solidaridad que agrupa a sus homólogos del País Vasco, Comunidad Valenciana, Mallorca, Menorca y Galicia. Gracias a esta confederación, existe una mayor optimización de recursos y se llega a más sitios. Durante la campaña de reconstrucción de los destrozos ocasionados por el huracán Mitch, han trabajado de forma permanente en la oficina de la confederación en Managua tres personas.

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La mayor parte de proyectos que se han financiado a través del fondo catalán han sido escogidos a partir de la premisa Rereconstruir para transformar. Por ello, muchos de los proyectos han tenido como beneficiarios a personas sin vivienda, hospitales hundidos o centros de niños huérfanos. Pero también se ha dado importancia a conceptos nuevos como el de la autoayuda o la autogestión. "No tenemos que crear más dependencias de las existentes", insiste Victòria Planas. Para ello, uno de los proyectos que más resonancia ha obtenido es el que financió Santa Coloma de Gramenet en la población de Jalapa (Nicaragua) para plantar maíz y fríjoles. Con ello se logró un doble objetivo: conseguir alimentos de primera necesidad y dar trabajo a personas que lo habían perdido todo.

El paso del Mitch por Centroamérica dejó tras él una estela de muerte y desolación, pero también la seguridad de que la cooperación internacional tenía que tender a una mayor implicación por parte de las entidades y de los gobiernos municipales receptores de las ayudas. En otras palabras, lo mejor para las ONG extranjeras es tener un buen socio local que las asesore y que gestione las ayudas. Lo que se está consiguiendo con una mayor implicación de los beneficiarios de las ayudas es que éstas calen más profundamente. "Sólo podemos decir que un proyecto ha tenido éxito cuando la gente se lo ha apropiado", asegura Planas.

Implicación local

El dinero ya no lo es todo. Uno de los indicadores del éxito o fracaso de determinado proyecto es el grado de participación de una organización local. Esta nueva filosofía es lo que permite, según la mayor parte de las ONG, que la cooperación internacional no sea vista por sus beneficiarios como un maná ilimitado caído del cielo y de procedencia incierta. El problema para articular proyectos a través de los poderes locales centroamericanos es que éstos, en muchos casos, no existen.

En los últimos años, los gobiernos de Nicaragua y Honduras han hecho un minucioso trabajo de descomposición de estos poderes, cuando no de aniquilación. Este año, los ayuntamientos de Nicaragua casi no reciben financiación alguna del gobierno. Es el precio del castigo que pagan por no ser suficientemente sumisos a los caprichos gubernamentales.

Muchos de estos ayuntamientos sobreviven gracias a los convenios de hermanamiento firmados con municipios extranjeros. Un centenar largo de ayuntamientos catalanes tienen algún tipo de convenio de ayuda con municipios centroamericanos, sobretodo nicaragüenses. Muchos de estos hermanamientos se establecieron durante los años ochenta, cuando la revolución sandinista colocó a Nicaragua en el primer plano de la actualidad. Fue en aquella época cuando simpatizantes de la revolución y diplomáticos nicaragüenses propagaron los proyectos sandinistas y encontraron eco en Cataluña.

Uno de los principales impulsores de estos hermanamientos fue el cónsul de Nicaragua en Barcelona y dirigente del Frente Sandinista, Moisés Arana. "Me pateé Cataluña de pies a cabeza", recuerda de aquellos años en que la revolución dependía de la aceptación y la colaboración internacional. Y su tarea no resultó estéril a juzgar por las decenas de ayuntamientos y colectivos sociales que, a día de hoy, siguen hermanados y colaborando con el día a día de las poblaciones nicaragüenses. Santa Coloma de Gramenet con Jalapa, Salt (Gironès) con Quilalí o L"Esquirol (Osona) con Sant Juan de Limay son sólo tres ejemplos de colaboración internacionalista.

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