Los cítricos colombianos

El quejido es la exclamación habitual de los agricultores. El campo se queja siempre, y no diré yo que a menudo le falten razones para sentirse desdeñado o sacrificado. Sin embargo, tendrá que hacer algo más que protestar si aspira a tener futuro, pues las protecciones y los viáticos irán menguando, al tiempo que se acentuará la competencia de países terceros y no terceros, como los regadíos de La Mancha, sin ir más lejos. O sea, que el acento hay que ponerlo en la eficiencia y no en el lloriqueo. Lo cual viene al caso por el respingo de los citricultores debido a la ayuda tecnológica que el p...

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El quejido es la exclamación habitual de los agricultores. El campo se queja siempre, y no diré yo que a menudo le falten razones para sentirse desdeñado o sacrificado. Sin embargo, tendrá que hacer algo más que protestar si aspira a tener futuro, pues las protecciones y los viáticos irán menguando, al tiempo que se acentuará la competencia de países terceros y no terceros, como los regadíos de La Mancha, sin ir más lejos. O sea, que el acento hay que ponerlo en la eficiencia y no en el lloriqueo. Lo cual viene al caso por el respingo de los citricultores debido a la ayuda tecnológica que el presidente Zaplana acaba de prometer a sus homólogos colombianos. Creen aquellos que así se fomenta la competencia directa e ilícita (?) con nuestros agrios, cuando además de improbable quizá sea inevitable que acabe siendo gestionada por otros técnicos y otros intereses. ¿No sería mejor valorar el aspecto positivo de la iniciativa antes que sumirse en el lloriqueo? Por lo demás, tranquilos: ir a Colombia es cosa de locos.

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