Tribuna

El mito del regreso

(...) He escrito una novela de amor, no tanto de misterio, sino de ahogados que salen del fondo del mar y regresan a los brazos del amante. El protagonista de esta novela se llama Ulises, pero no tiene nada que ver con el héroe clásico. Lo bauticé con el nombre de Ulises Adsuara al azar cuando empecé el relato sin pensar que su profesión de catedrático de Literatura Clásica me llevaría a las páginas de la Odisea y también a las odas de Horacio y a la Eneida de Virgilio. Mediada ya la trama vi que era imposible aislarlo del mito. Espero que éste no haya devorado al personaje. El protagonista d...

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(...) He escrito una novela de amor, no tanto de misterio, sino de ahogados que salen del fondo del mar y regresan a los brazos del amante. El protagonista de esta novela se llama Ulises, pero no tiene nada que ver con el héroe clásico. Lo bauticé con el nombre de Ulises Adsuara al azar cuando empecé el relato sin pensar que su profesión de catedrático de Literatura Clásica me llevaría a las páginas de la Odisea y también a las odas de Horacio y a la Eneida de Virgilio. Mediada ya la trama vi que era imposible aislarlo del mito. Espero que éste no haya devorado al personaje. El protagonista de la novela es un ahogado que vuelve después de diez años a la orilla del mismo mar que se lo tragó, hecho que también puede suceder en cualquier esquina sobre el asfalto de la ciudad. El mito del naufragio y del regreso se reproduce continuamente. Ese compañero del colegio que perdemos al terminar los estudios y que un día recuperamos después de muchos años convertido en un señor desconocido, tal vez un anciano, que nos sonríe desde otra mesa del restaurante; la pareja que se separa, los amantes que se distancian después de una larga pasión y vuelven a encontrarse con el tiempo en el vestíbulo de un cine, entre las estanterías de un supermercado tirando de un carrito con otro ser al lado, cualquiera de esos personajes podría ser protagonista de esta novela. Hay muchas formas de naufragar y de volver. (...)

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En Son de mar he tratado de analizar desde los sentidos el cambio que el tiempo proyecta sobre la identidad de las personas y la fuerza que el amor, la pasión, el deseo tiene para reconstruir las almas muertas. La realidad se compone de un nudo de sensaciones que se diluyen, pero la identidad de las personas es un hecho social: somos lo que la gente cree a través de un carné, un trabajo, un puesto en la sociedad. Eso nos hace consistentes, palpables, justificados. Pero en medio de la realidad caminan por la calle multitud de náufragos buscando una orilla para ser identificados por los amantes que esperan.

He situado la acción de Son de mar en la costa del Mediterráneo, en el son y en el mar de Valencia. No podría ser de otra forma. Sólo puedo escribir de lo que sé. (...) Yo sólo tengo dos posesiones literarias: el Mediterráneo de mi infancia, adolescencia y primera juventud y el asfalto de Madrid sobre el cual he madurado. No sé escribir de otra cosa sin que suene a falso. (...)

Extracto de la intervención de Manuel Vicent al recibir el Premio Alfaguara de Novela

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