Reportaje:25º ANIVERSARIO DEL GOLPE DE PINOCHET

Los hijos de la dictadura

Veinticinco años después del golpe del 11 de septiembre de 1973, una generación de chilenos empieza a preguntar quién es Pinochet en una sociedad que prefiere no tener memoria histórica de sus últimos cinco lustros. O en el caso de tenerla, es la del bando al que pertenecen sus antepasados. Son los jóvenes que no habían nacido cuando el general , hoy convertido en senador vitalicio, derrocó al presidente constitucional Salvador Allende. Marta Lagos, gerente general de la empresa de estudios de mercado MORI, los llama los niños de la era Pinochet: "Vivieron la adolescencia en tiempos de la aper...

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Veinticinco años después del golpe del 11 de septiembre de 1973, una generación de chilenos empieza a preguntar quién es Pinochet en una sociedad que prefiere no tener memoria histórica de sus últimos cinco lustros. O en el caso de tenerla, es la del bando al que pertenecen sus antepasados. Son los jóvenes que no habían nacido cuando el general , hoy convertido en senador vitalicio, derrocó al presidente constitucional Salvador Allende. Marta Lagos, gerente general de la empresa de estudios de mercado MORI, los llama los niños de la era Pinochet: "Vivieron la adolescencia en tiempos de la apertura y llegaron a la vida adulta en la inauguración de la democracia".Los niños de la era Pinochet tienen un común denominador: se han criado en el Chile globalizado y más allá de su interés o pasotismo por la política o de la simpatía o alergia que sientan hacia la figura del ex dictador. No votan. Forman parte de los tres millones de jóvenes que no se inscribieron en el registro electoral en los comicios de 1997 y del 41% de los ciudadanos chilenos que no acuden a las urnas. Son, en consecuencia, el bocado más apetecible de todos los candidatos que aspiran ser el próximo presidente de la República tras las elecciones del año próximo.

Marta Lagos, estudiosa del comportamiento de los nuevas generaciones de Chile, incluye en esta amplia franja de los hijos de la dictadura a los que tienen en torno a los 35 años, que vivieron la adoslescencia en los años duros de la dictadura y "carecen de conceptos cívicos", los hijos de la transición y los que todavía no alcanzan la mayoría de edad.

Jimena Zúñiga, de 23 años, estudiante de periodismo, recuerda que en su casa nunca se habló del tema "hasta que empezaron las protestas de los años 82 y 83. En aquella época, para mí los comunistas eran unos monstruos y veía a Pinochet como una especie de Rambo. Fue a través de mi abuela, partidaria de Allende, que empecé a comprender lo que ocurrió en mi país".

Todos los jóvenes consultados señalan que en la escuela la historia de Chile de los últimos treinta años está en blanco. No existe. Ni los profesores ni los libros hablan de ella. Ni del Gobierno de la Unidad Popular, ni de Salvador Allende, ni del golpe militar (en todo caso se habla del pronunciamiento), ni de la dictadura. Evelyn Riquelme, de 20 años, trabajadora en la Juventud Obrera Católica (JOC), relata que en su casa tampoco se hablaba de política, pero cuando aparecía Pinochet en pantalla "se apagaba la tele y empezaba el griterío y las burlas. No entendía nada". "Cuando entré en la JOC empecé a entender lo que representó el 11 de septiembre, pero no siento lo mismo que las personas que lo sufrieron, aunque quisiera sentirlo".

María Victoria Zambrano, de 21 años, secretaria de una ONG, no había nacido cuando el golpe. Detuvieron a su padre, de la Unidad Popular, pero lo liberaron más tarde. "El golpe es para mí muchos sentimientos encontrados", dice. "Hay que mirar el futuro, pero hay que hacer algo, no me puedo quedar de brazos cruzados".

Hay opiniones radicalmente distintas entre estos jóvenes que no vivieron el golpe militar. Vicky Galindo, de 23 años, dirigente de la JOC, dice con aparente convicción: "Con Allende íbamos a tener nuestras necesidades básicas cubiertas, derecho a la vivienda, a la salud, a la educación. Y sólo se habla de los muertos, cuando el 11 de septiembre significa mucho más".

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Felipe Ward, 23 años, abogado y líder de las Juventudes de la UDI (derecha pinochetista), está en el otro extremo. "Si hubiera seguido Allende como presidente, yo no podría haber asistido al mismo colegio, no podría haber elegido la universidad. Sería alguien muy distinto de quien soy ahora. Las libertades fueron restringidas, pero hacía falta apretar el cinturón para llegar a lo que Chile es hoy".

La figura de Pinochet concita reacciones y sentimientos, pero en pocos casos indiferencia. Para Eduardo González Andrade, de 28 años, administrativo, "el hecho de que Pinochet todavía esté vivo es una burla para mí y para la gente que sufrió. Tengo dos hermanos, uno es de los que piensa que hay que dejar en paz a ese viejo decrépito, y al otro no le interesa nada el tema. Hay muchos jóvenes en el campo, que no vivieron la dictadura, que no les preocupa". ¿Cambiará algo cuando muera Pinochet? "Chile está dividido en el antes y el después de 1973. Todo se reduce a esto", responde Jimena Zúñiga, "independiente de cuando muera Pinochet, Chile no ha hecho el duelo. La derecha no ha tenido ningún gesto de reconocer, pedir perdón públicamente y de decir: nos equivocamos. Matamos sin razón. Perdón a las familias de las víctimas, y a todos, incluidos los jóvenes, porque no teníamos porqué vivir este cuento que no nos pertenece. Porque lo que vino después de Pinochet fue esta amnesia que se llama consenso. Nadie salió a la calle, nadie lloró, porque los milicos podían volver. Pero la herida no se ha cerrado. A mí me va a seguir contando mi abuela y yo le contaré a mis hijos...".

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