Tribuna:

OCM sin Aznar

La ministra de Agricultura tiene esta semana la obligación de ganar, cambiándole la intención a la reforma de la OCM del aceite. Si fracasa, la ministra deberá reconocer que se equivocó, al ponerse al frente de la manifestación contra la reforma Fischler. Dicen los que han andado cerca del comisario que todo pudo haber sido distinto si la señora ministra hubiera sabido negociar. La ministra española trató de "echarle" encima al comisario miles de firmas contra su pretensión de reforma; trató de conseguir mediante presión lo que en la UE sólo se consigue a base de sabiduría negociadora. Fischle...

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La ministra de Agricultura tiene esta semana la obligación de ganar, cambiándole la intención a la reforma de la OCM del aceite. Si fracasa, la ministra deberá reconocer que se equivocó, al ponerse al frente de la manifestación contra la reforma Fischler. Dicen los que han andado cerca del comisario que todo pudo haber sido distinto si la señora ministra hubiera sabido negociar. La ministra española trató de "echarle" encima al comisario miles de firmas contra su pretensión de reforma; trató de conseguir mediante presión lo que en la UE sólo se consigue a base de sabiduría negociadora. Fischler, dicen los que le han oído, no pudo ceder a la presión porque hubiera sentado un mal precedente. La ministra española no supo "jugar" en Bruselas. Y no quiso entender lo que las manifestaciones de aquí significaban. Porque no se estaba aquí presionando a Bruselas, aquí se estaba presionando al Gobierno español, se estaba saliendo a la calle y haciendo una huelga para que la señora ministra entendiera que estaba obligada a negociar bien, a jugar inteligentemente, es decir, a no ponerse a nadie en contra, y menos que a nadie al comisario Fischler, para intentar conseguir las mejores condiciones posibles para España. Pero la señora ministra sólo supo pasear a Fischler por los olivares y, al tiempo, echarle a la cara toda la oposición española a la reforma. No supo aliarse con nadie, no buscó complicidades. Y así no se negocia. Así, sencillamente, se pierde. Porque la señora ministra estaba jugando en un campo donde toda capacidad para el acuerdo es poca y ella entraba enfadándose y poniéndose enfrente. Una vez Aznar llamó pedigüeño a González. Ahora sabe en carne propia lo grueso y poco político de su afirmación. Aznar está sabiendo ahora que en Europa hay que ser político de altura. Nadie lo es si para plantear sus reivindicaciones no sabe encontrar la ayuda de otros. Hasta ahora, la ministra de Agricultura no ha sabido. Pero lo verdaderamente inquietante es que ante esa evidencia, el presidente Aznar, a pesar de que se le ha pedido su intervención, haya pasado del aceite.

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