Cuatro autores argentinos ven al lector español anclado en Borges

Cuatro jóvenes narradores argentinos pidieron ayer en Madrid más difusión para la literatura de su país en España. "Da la impresión", comentaron, "de que los lectores españoles se han quedado anclados en Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. En los últimos años han surgido nuevos narradores que vale la pena conocer". Rodrigo Fresán (1963), Juan Forna (1959), Belén Gache (1960) y Daniel Guebel (1956) participaron ayer en un debate en la Casa de América, en Madrid, dentro de una campaña de difusión de la literatura argentina organizada por la Secretaría de Estado de Cultura de aquel país. En ...

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Cuatro jóvenes narradores argentinos pidieron ayer en Madrid más difusión para la literatura de su país en España. "Da la impresión", comentaron, "de que los lectores españoles se han quedado anclados en Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. En los últimos años han surgido nuevos narradores que vale la pena conocer". Rodrigo Fresán (1963), Juan Forna (1959), Belén Gache (1960) y Daniel Guebel (1956) participaron ayer en un debate en la Casa de América, en Madrid, dentro de una campaña de difusión de la literatura argentina organizada por la Secretaría de Estado de Cultura de aquel país. En opinión de Fresán y de Forna, los nuevos novelistas españoles gozan de un gran prestigio y difusión en Argentina. "Cualquier acto sobre literatura española contemporánea tiene asegurado un reventón de público en Buenos Aires", señalan.El único de los cuatro narradores citados que ha publicado en España es Rodrigo Fresán, cuya última novela, Esperanto, ha sido editada por Tusquets. Tras varios años de periodismo, este autor publicó en 1991 Historia argentina, una colección de cuentos que fue una obra polémica por su visión del pasado reciente en Argentina. En Esperanto, su primera novela, incluye toda una serie de referencias musicales de las últimas décadas, al tiempo, que describe los problemas de incomunicación entre las generaciones.

"A partir de los. 30 años", manifiesta Fresán, "se comienza a sentir la felicidad de no ser tan joven y la angustia por el paso del tiempo. De otro lado, comienza a notarse el abismo con los jóvenes, que, por poner un ejemplo, ya han nacido en la época de las televisiones en color, los discos compactos y la informática".

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