El escritor Vázquez Díaz apela al entendimiento entre cubanos de dentro y de fuera

Para un cubano, decir cundeamor, equivale a mentar a Fidel, Castro en un tono desprovisto de amargura. El cundeamor, esa planta modesta de flores bonitas y dulcísimos frutos, es la imagen que tiene el escritor de una Cuba para todos, una isla libre de la asfixiante. perspectiva revolución-contrarrevolución, que no deja sitio a una tercera vía. Sin existir, La isla del cundeamor, libro de René Vázquez Díaz, tiene un sitio en el mapa, muy cerca de uno de los grupos, humanos más beligerantes. Los cubanos que viven en Miami padecen un resentimiento muy fraticida. En mi libro inventé una his...

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Para un cubano, decir cundeamor, equivale a mentar a Fidel, Castro en un tono desprovisto de amargura. El cundeamor, esa planta modesta de flores bonitas y dulcísimos frutos, es la imagen que tiene el escritor de una Cuba para todos, una isla libre de la asfixiante. perspectiva revolución-contrarrevolución, que no deja sitio a una tercera vía. Sin existir, La isla del cundeamor, libro de René Vázquez Díaz, tiene un sitio en el mapa, muy cerca de uno de los grupos, humanos más beligerantes. Los cubanos que viven en Miami padecen un resentimiento muy fraticida. En mi libro inventé una historia de amor con un mensaje: vamos a tratar de entendernos". El escritor cubano residente, que no exiliado, en Suecia confía en la "generación de la esperanza, formada por los hijos de esos cubanos recalcitrantes que viven en Miami. Son jóvenes libres de la obsesión de volver a Cuba para ser tabla rasa, una idea demencial que sólo puede llevarnos a la guerra civil".Vázquez Díaz, de 41 años, ha participado en el curso Escritores hispanoamericanos, en la universidad de verano de El Escorial, al mismo tiempo que Alicia Alonso inauguraba su tercer curso internacional de danza y en otra aula se debatía La Cuba posible del año 2000, curso dirigido por Inocencio Arias. "No son buenos tiempos para previsiones", explicó Vázquez Díaz, "pero tengo una impresión muy optimista. Los cubanos de dentro y de fuera de la isla estamos descubriendo que de una forma o de otra tenemos que aprender a convivir, como les ocurrió a los españoles, después de la guerra civil y tras la muerte de Franco. Para un cubano es obligatorio ver bailar a Alicia Alonso con el mismo placer que debemos leer los Tries tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante, porque es la cubanía, aunque yo no soporte sus ideas políticas. Tener que optar por uno de ellos es una herejia".

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