CONFLICTO PESQUERO

Unos 5.000 pescadores se quejan ante Canadá y Bruselas de que "no nos dejan producir barcos, ni pescado, ni leche"

Canadá volvió a ambientar ayer las negociaciones pesqueras con un acoso de madrugada a la flota española. Dos buques gallegos denunciaron un intento de agresión de patrulleras canadienses. Mientras, el Reino Unido volvía a desmarcarse de la solidaridad comunitaria, aunque los Quince aprobaron ayer una cuota de fletán de 18.630 toneladas para este año, que respalda la postura de España que rechazó la posibilidad de establecer una cuota para. Europa de 10.000 toneladas, tal y como se perfilaba en las negociaciones UE-Canadá. Unas 5.000 personas, en su inmensa mayoría procedentes de Vigo, ...

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Canadá volvió a ambientar ayer las negociaciones pesqueras con un acoso de madrugada a la flota española. Dos buques gallegos denunciaron un intento de agresión de patrulleras canadienses. Mientras, el Reino Unido volvía a desmarcarse de la solidaridad comunitaria, aunque los Quince aprobaron ayer una cuota de fletán de 18.630 toneladas para este año, que respalda la postura de España que rechazó la posibilidad de establecer una cuota para. Europa de 10.000 toneladas, tal y como se perfilaba en las negociaciones UE-Canadá. Unas 5.000 personas, en su inmensa mayoría procedentes de Vigo, se manifestaron ayer en Madrid ante la embajada de Canadá.

Desembarco gallego en Madrid

El latiguillo recurrente de "¡Piratas, piratas!" gritado ayer ante la embajada de Canadá por los gallegos que acudieron a manifestarse en defensa de su flota congeladora no impidió el reconocimiento, en el manifiesto leído en la concentración, a "un país entrañable para muchos de nosotros, cuyas gentes nos acogían en medio de las duras mareas del bacalao hace bien pocos años". Se hacía explícito ese agradecimiento "a tantos y tantos canadienses que nos abrieron las puertas de sus casas", pero no se ahorró contundencia para acusar a "un Gobierno delincuente que hace pocos días abrió fuego contra un trozo de territorio europeo y que debe ser condenado por su fechoría".Nunca una flota gallega había enfilado rumbo a Madrid para hacerse notar en Canadá. Los pasajeros del medio centenar de autobuses fletados en Vigo y su comarca llegaron ante el edificio de la embajada con los ánimos caldeados por las últimas noticias de acoso en los caladeros de NAFO. Los canadienses habían vuelto a las andadas, según cantó la radio cuando la "caravana del fletán" se abría paso entre los montes de A Gudiña, a las seis de la mañana. Los que a esa hora habían conseguido conciliar un cabezadita sobre el mareo de Curvas fueron despertados por el estrépito de las reacciones. Sólo los políticos, también en ruta, derivaban impensadas ventajas de la actuación de las patrulleras contra los congeladores.

Reparto de culpas

"No se entiende que, en plenas negociaciones, Canadá salga con ésas", comentaba el alcalde de Vigo, Carlos Príncipe. "Se está desautorizando en la negociación y precipita la cohesión de la UE, que ahora ha de conseguirse sin fisuras". Este optimismo a partir de presuntos errores ajenos no era tan compartido por los sindicalistas de la CIG (Confederación Intersindical Galega), que reparten las culpas de la actual situación por igual entre Canadá y la propia UE. "No tenemos peso en Europa, eso es lo que va quedando claro. Después de Canadá, caerán los caladeros de Argentina. Eso seguro", vaticinaban, e iban sumando los empleos en alto riesgo, empezando por los 9.000 sobre los que se ciernen las amenazas del fletán. Un torpedo en la línea de flotación de la economía viguesa. "No nos dejan producir nada. Ni barcos (el sector de la construcción naval lleva una década en permanente crisis), ni pescado, ni leche".

El pescado tarda más en llegar a Burgos, se dice, que de Burgos a París. Por culpa de las carreteras gallegas, de las que la expedición acumulaba otra experiencia rica en mareos, ya que no en mareas. Autobuses y barcos, si son de faenar, empatan en la incomodidad espacial del viaje. Pero por mar es otra cosa. En la mar, Galicia es una potencia, ahí sus marineros son de los primeros en llegar: lo mismo a las merluzas enormes de Namibia que al fletán negro de NAFO. No se trata sólo de derrotas intrépidas, sino de industrias productivas que van chocando con las fronteras del mar. La flota congeladora gallega se ha reducido a la mitad en los últimos cuatro años y España importa al año 800.000 toneladas de pescado: "¿Por qué no podemos pescarlo nosotros?", insisten en preguntar los gallegos "a Europa".

Todas estas circunstancias estaban presentes en el desembarco gallego de ayer en Madrid, en el cruce de las calles Núñez de Balboa y Goya. "Unión Europea, la ruina de la pesca gallega", pregonaba la pancarta de mayor tamaño, con firma nacionalista. "Aznar, Fraga, Felipe, la flota se va a pique", acusaba otra. La abundancia de banderas gallegas desencantaba en diversos corrillos que merodeaban por las inmediaciones de la concentración sin integrarse en ella, censurándola "por patriotismo". "Esto es una manipulación", denunciaban. "No hay ni una sola bandera de España". Alguna apareció, pero para los manifestantes no era ese el principal problema que los reunía.

"Descubrimos el fletán y lo queremos pescar", coreaban los concentrados con fondo de gaiteiros, que también iban por su lado atacando "A saia de Carolina". Era una manifestación con sobradas dosis de improvisación. El PP, desplazado de la primera línea por nacionalistas, sindicatos y los propios representantes del Consello Económico y Social de Vigo que convocó y organizó la movilización, hacía mutis tras intentar infructuosamente publicar un comunicado con su posicionamiento en el conflicto. Sólo se permitió el oficial, que leyó el capitán del Estai, Enrique Davila, con la citada introducción evocadora de la antigua amistad gallego-canadiense.

"¡Piratas, piratas!"

"Lo que hoy pescamos nosotros en aguas internacionales, lo pescarán mañana otras flotas pagando la correspondiente licencia a Canadá, y nos lo servirán procesado y sin espinas. Nos gustaría que eso se dijera así, directamente: la guerra del fletán es una guerra económica provocada por un país que quiere controlar cada vez más mercados alimentarios y que, visto lo visto, lleva camino de conseguirlo", decía el capitán Davila sin acritud. "Sepan que su actitud violenta ha provocado en nosotros esta manifestación de vergüenza y repudio. Sepan también", concluyó, "que esta manifestación no es más que un acto de rabia y tristeza ante la decepción ocasionada por un hermano".

Sobre la fachada de la legación canadiense se lanzaron huevos y algunos jureles. Instalada en una tercera planta, el alcance y la puntería de los lanzadores raramente encontró diana, y el pringue de muchos huevos así estallados se precipitó sobre los apretados manifestantes de abajo, algunos de los cuales forcejearon y abandonaron la concentración con un rictus de cabreo tan ostentoso como los lamparones de sus chaquetas. El alcalde de Vigo se reunió cinco minutos con el embajador canadiense, David Wright, al que entregó el manifiesto, transmitiéndole la exigencia de que se respete a la flota española en NAFO.

Fuera de programa, y con el consentimiento de la policía, los manifestantes, antes de regresar a los autocares estacionados en la plaza de Colón, anduvieron por Serrano el breve trecho que media hasta la sede de la Comisión Europea. Ya no quedaban huevos ni jureles, y menos para alcanzar la mayor altura de esa legación europea, en un quinto piso. La manifestación se entretuvo unos momentos en repetir el mismo grito de "¡Piratas, piratas!".

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