Altos mandos del Ejército argentino admiten haber torturado durante la dictadura

Dos capitanes de fragata de la Marina argentina propuestos para el ascenso por la jefatura del arma, con el refrendo del ministerio de Defensa y la presidencia del Gobierno, admitieron ante la Comisión de Acuerdos del Senado haber participado en la práctica de torturas durante la dictadura militar. Los oficiales Antonio Pernías y Juan Carlos Rolón también integraron los grupo de tareas encargados del manejo de la picana, y reconocieron, implícitamente, la responsabilidad de la Marina en la desaparición de las monjas francesas Alice Domon y Leonide Duquet en 1977. Rolón declaró que cumpl...

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Dos capitanes de fragata de la Marina argentina propuestos para el ascenso por la jefatura del arma, con el refrendo del ministerio de Defensa y la presidencia del Gobierno, admitieron ante la Comisión de Acuerdos del Senado haber participado en la práctica de torturas durante la dictadura militar. Los oficiales Antonio Pernías y Juan Carlos Rolón también integraron los grupo de tareas encargados del manejo de la picana, y reconocieron, implícitamente, la responsabilidad de la Marina en la desaparición de las monjas francesas Alice Domon y Leonide Duquet en 1977. Rolón declaró que cumplió las ordenes impartidas por superiores que "en estos momentos son almirantes con acuerdo del Senado".El testimonio de Pernías, primero de un alto mando de las Fuerzas Armadas en reconocer sin ambages la aplicación de torturas a los detenidos en cumplimiento de instrucciones cursadas por la superiores, fue especialmente aclaratorio al confesar que "las órdenes dadas en ese momento eran difíciles. Pero en ese momento esa era la herramienta. Me refiero particularmente a interrogatorios y tormentos".

El capitán advirtió que si no aprobaban su ascenso a capitán de navío (grado equivalente al de coronel en el Ejército de Tierra) sería como si el Congreso lo estuviera condenado. En su decargo afirmó haberse preocupado cuando observó la frecuente aplicación del suplicio. "Me preocupé realmente demasiado en que el sistema de interrogatorios no corriera por la presión de los tormentos".

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