Sale en libertad el general indultado que ordenó detener a Menem en 1976

El general Albano Harguindeguy, ex ministro del Interior de la dictadura militar, que se encontraba en "prisión preventiva" por su responsabilidad en el secuestro del empresario textil Federico Gutheim y de su hijo Miguel Ernesto y por las "vejaciones" a las que sometió al actual presidente de la nación, Carlos Menem, fue el primer alto oficial bajo proceso que quedó en libertad el martes por la tarde, después de que se publicaran en el Boletín Oficial los decretos de indulto presidencial. Harguindeguy ordenó la detención de Menem cuando éste era gobernador de la provincia de La Rio...

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El general Albano Harguindeguy, ex ministro del Interior de la dictadura militar, que se encontraba en "prisión preventiva" por su responsabilidad en el secuestro del empresario textil Federico Gutheim y de su hijo Miguel Ernesto y por las "vejaciones" a las que sometió al actual presidente de la nación, Carlos Menem, fue el primer alto oficial bajo proceso que quedó en libertad el martes por la tarde, después de que se publicaran en el Boletín Oficial los decretos de indulto presidencial. Harguindeguy ordenó la detención de Menem cuando éste era gobernador de la provincia de La Rioja, en 1976, y su confinamiento en una localidad fronteriza del norte del país entre ese año y 1981.

Vestido de paisano, con un poncho típico sobre los hombros, Harguindeguy bajó del décimo piso de la Dirección de Construcción del Ejército de Tierra, donde estaba alojado, en el centro de Buenos Aires, subió a un automóvil marca Ford, modelo Falcon -como los que usaban los comandos paramilitares durante la dictadura-, sonrió a los periodistas y se marchó sin hacer declaraciones.

Casi a la misma hora llegaron al puerto de Buenos Aires desde Montevideo los dirigentes peronistas Fernando Vaca Narvaja y Roberto Cirilo Perdía, considerados los números dos y tres de la organización guerrillera Montoneros. En una rueda de prensa, Vaca Narvaja y Perdía coincidieron en reconocer sólo dos "errores" en la lucha armada que sostuvieron en la década pasada: "Llevar al nivel militar los enfrentamientos internos del peronismo y pasar a la clandestinidad bajo el Gobierno que presidía la viuda de Perón". Los montoneros afirmaron su "voluntad terminante" de renunciar definitivamente a la lucha armada, "que sólo está legitimida cuando existe una tiranía evidente que impide la expresión popular".

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