Cartas al director

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Lo comprendo, señor Herardo M. Quiano: usted "debe ganarse el pan", y esto incluye justificar su cargo de ministro plenipotenciario enviando, entre otras cosas, cartas a EL PAÍS, donde intenta justificar lo injustificable. A usted le toca "comerse el sapo" en España y defender a un Gobierno débil, carente de toda credibilidad, y a unos militares que antes de La Tablada estaban debilitados nacional e internacionalmente. Pero ahora, como por golpe de magia, todo encaja perfectamente y usted es uno de los publicistas le la campaña.Que no hay pruebas de las torturas ni de los fusilamientos es verd...

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Lo comprendo, señor Herardo M. Quiano: usted "debe ganarse el pan", y esto incluye justificar su cargo de ministro plenipotenciario enviando, entre otras cosas, cartas a EL PAÍS, donde intenta justificar lo injustificable. A usted le toca "comerse el sapo" en España y defender a un Gobierno débil, carente de toda credibilidad, y a unos militares que antes de La Tablada estaban debilitados nacional e internacionalmente. Pero ahora, como por golpe de magia, todo encaja perfectamente y usted es uno de los publicistas le la campaña.Que no hay pruebas de las torturas ni de los fusilamientos es verdad, como tampoco hay pruebas de que a la guerrilla la manejara el Ejército en los años setenta, como tampoco hay pruebas de los pactos secretos entre el Ejército y el radicalismo en los ochenta.

Ahora bien, usted sabe perfectamente que en La Tablada hubo torturas y fusilamientos.

Usted sabe que más de la mitad de los muertos en La Tablada eran desaparecidos que el Ejército tenía en su poder para utilizarlos cuando fuera necesario, y en La Tablada fueron necesarios.

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Usted sabe perfectamente que Argentina es un país de reserva que se utilizará sólo cuando haga falta a la economía mundial.

Usted sabe que radicales, peronistas, militares, son lo mismo, porque defienden lo mismo: el desmantelamiento de un país que ustedes, con la democracia en la mano, ayudaron a destruir.

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