CITA EN WASHINGTON

La reunión de la plegaria

Además de los agentes del Comité de Seguridad del Estado (KGB), de los expertos en contabilizar cabezas nucleares y misiles y los duchos propagandistas de la glasnost y la perestroika, el equipo de Mijail Gorbachov en Washington tiene una dimensión espiritual cuyo instrumento de acción es la plegaria.Una delegación de popes, monjes y obispos ortodoxos y protestantes llegados de la URSS celebran en la catedral anglicana de Washington, paralelamente a la cumbre Reagan-Gorbachov, cuatro jornadas de rezos con sus colegas religiosos norteamericanos, comenzando por el obispo ang...

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Además de los agentes del Comité de Seguridad del Estado (KGB), de los expertos en contabilizar cabezas nucleares y misiles y los duchos propagandistas de la glasnost y la perestroika, el equipo de Mijail Gorbachov en Washington tiene una dimensión espiritual cuyo instrumento de acción es la plegaria.Una delegación de popes, monjes y obispos ortodoxos y protestantes llegados de la URSS celebran en la catedral anglicana de Washington, paralelamente a la cumbre Reagan-Gorbachov, cuatro jornadas de rezos con sus colegas religiosos norteamericanos, comenzando por el obispo anglicano de Washington, John T. Walker.

El metropolita Filaret, de Minsk y Bielorrusia, y el metropolita David, de la Iglesia ortodoxa de Georgia, con sus altos tocados y sus vaporosos ropajes, ponían una nota de color y exotismo el domingo en la catedral anglicana de Washington, una fría construcción neogótica, donde un nutrido público norteamericano entonaba salmos por el entendimiento de las superpotencias.

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Entre los asistentes, candela en mano, se encontraba Egor YakovIev, el redactor jefe del semanario bandera de la perestroika, Novedades de Moscú, quien, como miembro del partido comunista, no puede practicar ninguna religión.

La Iglesia ortodoxa rusa, que el año próximo celebra su milenio de existencia, apoya la política exterior del Gobierno soviético y colabora activamente con ella. Algunos funcionarios soviéticos se hallaban dispersos en la amplia nave de la catedral. "No hay un rey que pueda ser salvado por un ejército poderoso", entonaban, muy a proposito para la ocasión, los fieles, después de que los textos se leyeran en estoniano, letán, ruso e inglés desde el altar.

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