Comienza la temporada literaria francesa con una notable presencia española

La traducción de 'La Regenta', uno de los hechos relevantes del otoño

La temporada literaria francesa se abrirá este mes de septiembre con una inusual presencia de la literatura en lengua castellana. Los editores franceses han empezado este año a olvidar los tópicos que rodeaban a las literaturas hispánicas y, quizá por primera vez en la historia, el peso de los jóvenes escritores españoles se puede considerar simplemente normal, lo cual significa excepcional para un país donde lo español está rodeado todavía de los lugares comunes de la España romántica, la guerra civil y el antifranquismo.

Como símbolo quizá de esta normalidad, los franceses podrán leer...

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La temporada literaria francesa se abrirá este mes de septiembre con una inusual presencia de la literatura en lengua castellana. Los editores franceses han empezado este año a olvidar los tópicos que rodeaban a las literaturas hispánicas y, quizá por primera vez en la historia, el peso de los jóvenes escritores españoles se puede considerar simplemente normal, lo cual significa excepcional para un país donde lo español está rodeado todavía de los lugares comunes de la España romántica, la guerra civil y el antifranquismo.

Como símbolo quizá de esta normalidad, los franceses podrán leer por primera vez en su lengua la novela más importante del XIX español, La Regenta, de Leopoldo Alas, Clarín, editada por Fayard exactamente 103 años después de su publicación en España.Símbolo de normalización, pero también de una historia de ignorancias y de ceguera, La Regenta en francés debe convertirse, según los hispanistas, en uno de los grandes acontecimientos del otoño literario. El diario Liberation la ha presentado ya como la Madame Bovary española.

Pero lo realmente significativo son las traducciones de los escritores jóvenes que justo empiezan a contar con público y con reconocimiento en España: La ternura del dragón, de Ignacio Martínez de Pisón (Ledrappier); El año de gracia, de Cristina Fernández Cubas (Seuil); El silencio de las sirenas, de Adelaida García Morales (Stock); Historia de un idiota contada por él mismo, de Félix de Azúa (Silvy Messinger); Sinatra, de Raúl Núñez (Presses de la Renaissance), y Amado monstruo, de Javier Tomeo (Christian Bourgois), están ya en venta en las librerías y empiezan a llamar la atención de la crítica literaria con resultados por el momento más que positivos.

A ellos hay que añadir la traducción de escritores que no pertenecen a la última ola de la narrativa española: El día que murió Marilyn de Terenci Moix (Chemin Vert); El aire de un crimen, de Juan Benet (Minuit); Valentín, de Juan Gil-Albert (Actes Sud), o la presencia siempre permanente de escritores abundantemente traducidos en Francia, como Juan Goytisolo, con su Coto vedado, que apareció en primavera, o de otros que justo ahora empiezan a despertar la atención, como La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza, o El héroe de las mansardas de Mansard, de Alvaro Pombo (Belfond).

El boom español no parece, por el momento, un fenómeno estacional, aunque coincida con una temporada de intensa presencia cultural española, que empezará con una gran antológica de Zurbarán en octubre.

Varios son los títulos que se encuentran en fase de traducción y cuya aparición se prevé, como más tarde, para la próxima primavera: Los delitos insignificantes, de Alvaro Pombo (Gallimard); El hombre sentimental, de Javier Marías (Rivages), o La media distancia, de Alejandro Gándara (POL). La rusa, de Juan Luis Cebrián, ya traducida, aparecerá en enero en Derioel.

Pero los agentes literarios españoles aseguran que la petición de opciones de compra de sus autores y los contratos de edición se multiplican hasta niveles desconocidos hasta ahora. Agentes, autores y editores coinciden en apreciar que, por primera vez, los editores franceses están pendientes y prestan atención a lo que sucede al sur de los Pirineos.

Este fenómeno no se circunscribe a la literatura castellana. Empieza apercibirse también un notable interés por la literatura catalana. Después de la publicación de Bearn, de Llórenç Villalonga, la editorial Acropole, del grupo Belfond, prepara sendas novelas de Quim Monzó y de Pere Calders.

La ofensiva de septiembre

Pero la moda española no monopoliza la atención literaria francesa. Este mes de septiembre, como cada año, los editores realizan el mayor despliegue de medios para conquistar a sus lectores y, antes quizá, a los críticos y a los jurados de los premios literarios, que serán quienes den el espaldarazo a los libros que deben llegar a la primavera con cifras millonarias de ingresos.En las traducciones destacan también los italianos, cuya narrativa sigue atrayendo al público francés; los latinoamericanos, entre los que destaca la traducción de Bomarzo, de Manuel Mugica Laínez, y Quién mató a Palomino Molero, de Mario Vargas Llosa, y la habitual presencia, cada temporada, de las traducciones del alemán y del inglés.

En cuanto a los franceses, es la del riquísimo caudal histórico la que proporciona las noticias de mayor envergadura. La liberación de los derechos de Marcel Proust, el 5 de octubre, al cumplirse el plazo de 75 años que impone la ley de Derechos de Autor francesa, significará un alud de nuevas ediciones de En busca del tiempo perdido y de otros textos que se anuncian ya como sorpresas.

A pesar de la crisis de ideas y del pensamiento que atraviesa Francia, los ensayistas y filósofos son quienes ofrecen más títulos a primera vistas atractivos.

De André Glucksmann se anuncia Descartes, c'est la France (Flammarion), de Michel Serres; L'Hermaphrodite (Flammarion), de Jacques Bouveresse; La force de la règle. Wingenstein et Vinvention de la nécessité (Minuit), de Gilles Lipovetsky; LEmpire de l'éphémère (Gallimard), y de Jacques Derrida; finalmente, De Vesprit (Fayard), dónde analiza el famoso Discurso del rectorado, de Martin Heidegger, y Psyché. Inventions de Pautre (Galilée). Como está mandado, al lado de estos ensayos de enjundia aparece también una nube de trabajos más ligeros que tratan sobre la actualidad política, algunos con vistas ya a las próximas contiendas electorales, como Le coeur de l'ouvrage, de Michel Rocard (Odile Jacob).

Entre todo este mare mágnun de títulos, sin embargo, donde se produce la verdadera batalla comercial y casi política es en la narrativa, a pesar de la precaria situación que atraviesa al decir de muchos críticos.

Muchos noveles

La cifra de novelas es espectacular y quizá alarmante: 202 títulos para 57 editoriales, 202 títulos que bregarán por conseguir los favores de la crítica, la aparición en los mejores espacios de debate en televisión y, finalmente, el voto de los jurados de los premios Goncourt, Renaudot y Femina, los grandes galardones de la literatura francesa, tan denigrados y desprestigiados por sus mecanismos aparentemente mafiosos como eficaces a la hora de conseguir la entrada en la lista de los más vendidos.En lo que al boom español se refiere, sólo cabe esperar que una novela española obtenga el premio a la mejor traducción extranjera.

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