Tribuna:Fiesta en torno a la lecturaUna experiencia alemana

La literatura infantil, hacia la evasión

Son más de 60 las editoriales que todos los años publican en la República Federal de Alemania (RFA) alrededor de 800 libros infantiles y juveniles nuevos. En el ámbito de lengua alemana de la RFA, Austria y Suiza hay unos 10.000 títulos de este género en el mercado. En la RFA viven actualmente alrededor de 1.500 personas que citan como profesión autor de libros infantiles. Entre ellos predominan las mujeres. Las escritoras y escritores considerados nuevos tienen en su mayoría más de 50 años; sólo el 2,7%. de ellos no llega a los 30. La tirada de los libros infantiles y juveniles en tapa...

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Son más de 60 las editoriales que todos los años publican en la República Federal de Alemania (RFA) alrededor de 800 libros infantiles y juveniles nuevos. En el ámbito de lengua alemana de la RFA, Austria y Suiza hay unos 10.000 títulos de este género en el mercado. En la RFA viven actualmente alrededor de 1.500 personas que citan como profesión autor de libros infantiles. Entre ellos predominan las mujeres. Las escritoras y escritores considerados nuevos tienen en su mayoría más de 50 años; sólo el 2,7%. de ellos no llega a los 30. La tirada de los libros infantiles y juveniles en tapa dura es, por término medio, de 3.000 a 8.000 ejemplares, y la de las colecciones de bolsillo, de 12.000 a 20.000. Los porcentajes que cobran como honorarios los autores de libros infantiles y juveniles suelen ser aún algo más bajos que los de sus colegas de la llamada ficción para adultos: el promedio podría ser del 8% al 9% del precio de venta al público.Las condiciones de producción, han empeorado drásticamente para autores y editoriales: actualmente hay una tasa de nacimientos relativamente baja; la habituación a medios nuevos (televisión, vídeo) aumenta cada vez más entre los niños y los jóvenes; los precios finales de los libros han seguido subiendo, y en los de contenido y presentación cuidadosa se acercan preocupantemente a un límite crítico. El creciente número de desempleados empieza a hacerse notar. El libro infantil es uno de esos bienes culturales que no forman parte del mínimo existencial. Los presupuestos de las bibliotecas públicas han sido reducidos en casi todas partes de la RFA.

También en el ámbito de los libros infantiles y juveniles de las editoriales alemanas hay que registrar una concentración en aumento. Debido a una orientación forzosamente mayor de las grandes editoriales hacia los mercados del consumo de masas, se ha renunciado a algunos de los programas innovadores y experimentales más interesantes o se los ha adaptado a una situación de mercado distinta. Los lectores de editoriales con gusto por la experimentación han perdido sus posiciones claves, y cada vez hay más editoriales que creen que se pueden arreglar sin lectores.

Se mantiene un exceso de producción con la intención de no perder cuotas de mercado ya conquistadas, pero también con el inconveniente de que muchos libros de otoño -y no siempre los literariamente peores- son sustituidos medio año más tarde por la producción de primavera. Es precisamente en los programas relativamente amplios de las grandes editoriales donde puede verse con mayor claridad la orientación hacia lo que no compromete, lo que no da problemas, lo que está de moda, lo que está de acuerdo con la tendencia.

La nueva intimidad

Si los impulsos de cambio social que partieron de la revuelta estudiantil de 1968 siguieron palpables casi hasta finales de los setenta, posteriormente se propagó un declarado cansancio del realismo y un profuso malestar frente al libro con problemas. Me parece más importante escudriñar con un poco más de detalle las razones de estos fenómenos que entrar en el puñado de libros inquietantes y estimulantes que, naturalmente, también ha habido en la literatura alemana infantil y juvenil de los tres o cuatro últimos años.

En primer lugar, no puede negarse que a fines de los años sesenta y comienzos de los setenta se resaltó y se intentó imponer en los libros infantiles y juveniles la relevancia social de los temas, su carácter necesariamente esclarecedor y su contenido de realidad. Sobre todo por parte de un grupo de jóvenes escritores y editores, apoyados por pedagogos comprometidos. Ahí contaba sobre todo lo dogmático-programático, y el placer de narrar y la pericia artesanal se quedaban a veces en el tintero. El resultado terminó por ser un contramovimiento, cuyo aliento y acicate no venían, en último lugar, del éxito multitudinario de obras de la literatura fantástica (Ende y Tolkien) y que atrajo un nuevo interés por el cuento de hadas.

Junto a los motivos que acabamos de exponer, desde luego también el cambio del clima social al socaire del cambio jugó un papel. Ya no había que seguir escondíéndose cuando se pensaba, escribía, pintaba o compraba con criterios conservadores o reaccionarios. Un gusto así era acorde con él de la mayoría. Y a muchos padres siempre les había resultado incómodo que sus hijos, espoleados por libros críticos, les hicieran preguntas críticas, a las que no siempre sabían cómo responder.

El entusiasmo por Tolkien y Ende alcanza, por cierto, a gran parte de los verdes, los espontáneos y los alternativos, y hasta comprende a gente de la joven izquierda. Tiene que ver con una decepción por las ideologías y los programas racionales, con la esperanza y la fe en un nuevo secreto, como la proclamado Michael Ende.

Y ahora, en contra de la tesis de la tendencia, podría alegarse algo a favor de una nueva intimidad: a principios de los años ochenta ha habido toda una serie de libros y narraciones sobre el III Reich cuidadosamente elaborados y luego también premiados. En la RFA ha fiabido una controversia en la literatura infantil y juvenil sobre el Tercer Mundo y sobre el tercer mundo en el propio país. Y, sobre todo en otoño de hace dos años, en que se discutió tan enconadamente en nuestro país el despliegue de nuevos cohetes atómicos, hubo toda una marea de libros en que se expresaba el anhelo de paz y el miedo al apocalipsis nuclear.

Hay,que añadir que el número de publicaciones sobre estos temas no dice necesariamente algo. sobre el efecto que tienen esos libros. Al margen de excepciones concretas, las tiradas de estos títulos son penosamente bajas en comparación con las de la literatura fantástica, lo que a su vez ha conducido a que las editoriales, después de los primeros intentos, se hayan vuelto precavidas con estos temas y se orientaran para su producción sucesiva por los asuntos menos comprometedores al gusto de la corriente principal.

¿Por dónde van los tiros?

Dando un vistazo a las reseñas de libros infantiles y juveniles del número de Pascua del semanario más importante de la RFA, Die Zeit, se puede tener una impresión instantánea. Su página'de libros infantiles, de periodicidad mensual, tiene una considerable importancia como herramienta orientativa para padres y libreros. ¿Qué se comentaba allí a principios de abril y qué anunciaban en las correspondientes páginas de publicidad las editoriales de libros infantiles y juveniles?

Entre los libros de ilustraciones predominan los temas de animales y naturaleza: El jardin reverdece y florece, En casa del hámster, El reloj de tierra, Donde crece el rey de los pepinos. Significativamente, la página está ilustrada con el gatito Narciso, de Almut Gernhardt. En el anuncio de una gran colección alemana de libros infantiles de bolsillo que viene debajo aparecen: En el país de las maravillas de las liebres, Los niños raíces, Sólo una pequeña semilla, La alubia más rápida de la ciudad. También si se observan los anuncios de los libros infantiles y juveniles de la página siguiente, el mundo parece estar hecho sobre todo de animales: El pato Quak, El grillo violinista y el topo, El pequeño escarabajo Simpredescarado, El conde Adebar el Grande, La guerra de las tortugas de Sekenau, Me gustas sano, dijo el oso y Gottfried, el cerdo volador son los títulos, desde Arena a Diógenes, Gestenberg y Erika Klopp, pasando por Gelberg y C. Bertelsmann. También hay una reseña de un libro sobre Literatura infantil y juvenil en el romanticismo, y se anuncia un libro sobre tecnología.

Para insistir una vez más, la página de libros infantiles y juveniles de Die Zeit es la más prestigiosa y viva entre todos los diarios y se manarios más importantes de la RFA. Refleja el comportamiento de compra de una clase media y alta moderna y liberal, pero tam bién influye en ella. Así pues, los animales son otra vez los ases.

Animales cariñosos, nostalgia, ecología sin filo ni mordiente, la confirmación de sentimientos inocuos y anhelos de evasión no domina en esta página por casualidad. Han vuelto a tomar posesión de un género que hace 10, 15 años, se había émancipado por fin del endulzamiento, el retraimiento y el conformismo hacia la verdadera literatura, en el sentido de ambiciones formales y artísticas y de una conciencia que no prescinde de las necesidades reales del niño y el joven, sino que sabe que ser niño no siempre es sólo dulce y bonito, que, empleando con seguridad los medios artísticos, intenta desarrollar una postura crítica frente al mundo en que crecen los niños.

¿Está todo esto abandonado, olvidado? A veces lo parece. "Puede volvera ser distinto otra vez", se oye de cuando en cuando ent re escritores, libreros y críticos. Es posible. Al fin y al cabo, todos los años hay primavera, principios de verano, pero alguno que otro sigue teniendo de noche pesadillas de una nueva era glacial, y de día no se libra de una cierta melancolía.

Frederik Hetmann es el seudónimo que utiliza como crítico literario el escritor de libros infantiles Hans Christian Kirsch.

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