Reagan, en Europa

Los aliados de Washington rehúsan el apoyo a las sanciones

La política de bloqueo económico de Nicaragua, decretada por el presidente Ronald Reagan, no obtendrá el apoyo de los principales aliados de Estados Unidos. La libertad de comercio mundial, uno de los ejes de la cumbre que reúne en Bonn a los líderes de los siete países más industrializados de Occidente, está en contradicción con el embargo decretado contra el régimen sandinista. En esta crítica coincidieron ayer en la capital de la República Federal de Alemania políticos de la oposición socialdemócrata (SPD) y de la coalición de gobierno, como el ex ministro de Economía Otto von Lambsdorff (S...

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La política de bloqueo económico de Nicaragua, decretada por el presidente Ronald Reagan, no obtendrá el apoyo de los principales aliados de Estados Unidos. La libertad de comercio mundial, uno de los ejes de la cumbre que reúne en Bonn a los líderes de los siete países más industrializados de Occidente, está en contradicción con el embargo decretado contra el régimen sandinista. En esta crítica coincidieron ayer en la capital de la República Federal de Alemania políticos de la oposición socialdemócrata (SPD) y de la coalición de gobierno, como el ex ministro de Economía Otto von Lambsdorff (SPD, liberal). Para Washington, no existe tal contradicción, porque lo que está en juego no es el libre comercio sino la seguridad de EE UU.Canadá, que con su primer ministro, Brian Mu1roney, se ha alineado últimamente con la política de Washington. ha expresado su rechazo del embargo, que tampoco puede aplaudir la primera ministra británica, Margaret Thatcher, la defensora más firme en Europa de las posiciones de Reagan. Los conservadores rechazaron ayer el embargo, en la Cámara de los Comunes, como una medida inoperante que no tendrá los resultados esperados por EE UU.

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El presidente francés, François Mitterrand, y el primer ministro italiano, Bettino Craxi, tampoco pueden apoyar esta política de presión estadounidense contra los sandinistas. El canciller germanooccidental, Helmut Kohl, cogido entre dos fuegos, mantiene un embarazoso silencio que es explicable por el gran favor que le ha hecho Reagan manteniendo la visita al cementerio de Bitburg. La oposición socialdemócrata se ha desatado en críticas contra el embargo, a as que se han sumado los liberales, que ocupan el Ministerio de Asuntos Exteriores en la coalición que gobierna la República Federal de Alemania.

Pero los aliados europeos no quieren que esta divergencia con EE UU enturbie la cumbre de Bonn y debilite la cohesión atlántica que Reagan quiere reforzar in un momento en que Washington negocia con la URSS. Oficialmente al menos, la cuestión te Nicaragua no fue tratada ayer en las entrevistas bilaterales que el presidente norteamericano mantuvo con Kohl, Mitterrand y el primer ministro japonés, Yasuhiro Nakasone. A pesar de que los europeos no expresaron su apoyo a la política centroameriana de Washington tampoco están dispuestos a hablar muy alto en contra.

EE UU no va a pedir formalmente a sus aliados que se sumen al embargo, a pesar de que la RFA, Francia y España, por ejemplo, ocupan puestos de importancia en el débil comercio de Nicaragua. El secretario de Estado, George Shultz, dijo ayer: "Las sanciones son más efectivas Cuantos más países las apliquen, por eso nos gustaría encontrar una importante participación. Pero no estamos realizando una campaña importante en este sentido". El portavoz de la Casa Blanca, Larry Speakes, fue incapaz de ofrecer el nombre de un sólo país que haya mostrado su apoyo al embargo.

La jurisdicción del TIJ

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La seguridad de Reagan en su política, que basa en su convicción de que los sandinistas suponen una amenaza para la seguridad nacional de EE UU, no necesita sin embargo del apoyo de los europeos. El presidente confirmó ayer en Bonn que el bloqueo se llevará a cabo "haga lo que haga el Tribunal Intemacional de Justicia de La Haya (TIJ), cuya jurisdicción sobre este asunto no reconocemos". Managua ha anunciado que acudirá a este tribunal para denunciar la "¡legal y arbitraria medida" de Washington.

Las principales críticas que se escuchan en Bonn contra la política de castigo económico impuesta por Reagan a Managua recuerdan que, en el pasado, los embargos comerciales de EE UU no han funcionado en la práctica. Se citan los casos de la URSS, con motivo del embargo sobre material occidental necesario para construir el gasoducto hacia Europa, Libia, Polonia o Irán. El embargo dañará sobre todo el sector privado nicaragüense, que todavía controla algo más del 50% de la economía y que es el aliado natural de EE UU. El bloqueo servirá para endurecer a la revolución sandinista y atar todavía más a Nicaragua al bloque del Este. The New York Times resumía ayer estos temores afirmando que "la Administración ha temido tanto otra Cuba que ha hecho casi imposible para el régimen de Managua que se comporte de otra forma distinta que Cuba".

El SPD alemán, el partido homólogo del PSOE, expresó ayer su confianza en que España, Suecia y Portugal expresen su condena de la política de Reagan hacia Nicaragua. Un portavoz del partido de la oposición dijo que el bloqueo económico es .una afrenta para Europa, rechazable desde cualquier punto de vista y que contradice todos los usos democráticos". Por su parte, el escritor Günter Grass, afirmó que "Estados Unidos lleva a cabo una política que no discrepa en nada de la política imperialista de la URSS".

El presidente francés, François Mitterrand, y el primer ministro italiano, Bettino Craxi, tampoco pueden apoyar esta política de presión estadounidense contra los sandinistas. El canciller germanooccidental, Helmut Kohl, cogido entre dos fuegos, mantiene un embarazoso silencio que es explicable por el gran favor que le ha hecho Reagan manteniendo la visita al cementerio de Bitburg. La oposición socialdemócrata se ha desatado en críticas contra el embargo, a las que se han sumado los liberales, que ocupan el Ministerio de Asuntos Exteriores en la coalición que gobierna la República Federal de Alemania.

Pero los aliados europeos no quieren que esta divergencia con EE UU enturbie la cumbre de Bonn y debilite la cohesión atlántica que Reagan quiere reforzar en un momento en que Washington negocia con la URSS. Oficialmente al menos, la cuestión de Nicaragua no fue tratada ayer en las entrevistas bilaterales que el presidente norteamericano mantuvo con Kohl, Mitterrand y el primer ministro japonés, Yasuhiro Nakasone. A pesar de que los europeos no expresaron su apoyo a la politica centroamericana de Washington tampoco están dispuestos a hablar muy alto en contra.

EE UU no va a pedir formalmente a sus aliados que se sumen al embargo, a pesar de que la RFA, Francia y España, por ejemplo, ocupan puestos de importancia en el débil comercio de Nicaragua. El secretario de Estado, George Shultz, dijo ayer: "Las sanciones son más efectivas Cuantos más países las apliquen, por eso nos gustaría encontrar una importante participación. Pero no estamos realizando una campaña importante en este sentido". El portavoz de la Casa Blanca, Larry Speakes, fue incapaz de ofrecer el nombre de un sólo país que haya mostrado su apoyo al embargo.

La jurisdicción del TIJ

La seguridad de Reagan en su política, que basa en su convicción de que los sandinistas suponen una amenaza para la seguridad nacional de EE UU, no necesita sin embargo del apoyo de los europeos. El presidente confirmó ayer en Bonn que el bloqueo se llevará a cabo "haga lo que haga el Tribunal Intemacional de Justicia de La Haya (TIJ), cuya jurisdicción sobre este asunto no reconocemos". Managua ha anunciado que acudirá a este tribunal para denunciar la "¡legal y arbitraria medida" de Washington.

Las principales críticas que se escuchan en Bonn contra la política de castigo económico impuesta por Reagan a Managua recuerdan que, en el pasado, los embargos comerciales de EE UU no han funcionado en la práctica. Se citan los casos de la URSS, con motivo del embargo sobre material occidental necesario para construir el gasoducto hacia Europa, Libia, Polonia o Irán. El embargo dañará sobre todo el sector privado nicaragüense, que todavía controla algo más del 50% de la economía y que es el aliado natural de EE UU. El bloqueo servirá para endurecer a la revolución sandinista y atar todavía más a Nicaragua al bloque del Este. The New York Times resumía ayer estos temores afirmando'que "la Administración ha temido tanto otra Cuba que ha hecho casi imposible para el régimen de Managua que se comporte de otra forma distinta que Cuba".

El SPI) alemán, el partido homólogo del PSOE, expresó ayer su confianza en que España, Suecia y Portugal expresen su condena de la política de Reagan hacia Nicaragua. Un portavoz del partido de la oposición dijo que el bloqueo económico es .una afrenta para Europa, rechazable desde cualquier punto de vista y que contradice todos los usos democráticos". Por su parte, el escritor Günter Grass, afirmó que "Estados Unidos lleva a cabo una política que no discrepa en nada de la política imperialista de la URSS". recuerdan que, en el pasado, los embargos comerciales de EE UU no han funcionado en la práctica. Se citan los casos de la URSS, con motivo del embargo sobre material occidental necesario para construir el gasoducto hacia Europa, Libia, Polonia o Irán. El embargo dañará sobre todo el sector privado nicaragüense, que todavía controla algo más del 50% de la economía y que es el aliado natural de EE UU. El bloqueo servirá para endurecer a la revolución sandinista y atar todavía más a Nicaragua al bloque del Este. The New York Times resumía ayer estos temores afirmando'que "la Administración ha temido tanto otra Cuba que ha hecho casi imposible para el régimen de Managua que se comporte de otra forma distinta que Cuba".

El SPD alemán, el partido homólogo del PSOE, expresó ayer su confianza en que España, Suecia y Portugal expresen su condena de la política de Reagan hacia Nicaragua. Un portavoz del partido de la oposición dijo que el bloqueo económico es .una afrenta para Europa, rechazable desde cualquier punto de vista y que contradice todos los usos democráticos". Por su parte, el escritor Günter Grass, afirmó que "Estados Unidos lleva a cabo una política que no discrepa en nada de la política imperialista de la URSS".

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