Tribuna:Las 'manchas' del campo español / 2

Corcho: desollado alcornoque

es por el azote inclemente de la sequía que asola estas tierras de forma más inclemente que en el resto de la nación. Ayer porque se puso de manifiesto que, pese a su escaso nivel industrial, Extremadura ha sido la región española que tiene un mayor índice de desindustrialización desde el siglo XV por ser de. las primeras regiones emigrantes (los más afamados conquistadores de las Américas fueron adelantados en abandonar a los cerdos ibéricos gruñendo en las dehesas en su correteo bajo encinas y alcornoques).Cereales, olivar y viñedo ocupan casi el 75% de la superficie agrícola regional con es...

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es por el azote inclemente de la sequía que asola estas tierras de forma más inclemente que en el resto de la nación. Ayer porque se puso de manifiesto que, pese a su escaso nivel industrial, Extremadura ha sido la región española que tiene un mayor índice de desindustrialización desde el siglo XV por ser de. las primeras regiones emigrantes (los más afamados conquistadores de las Américas fueron adelantados en abandonar a los cerdos ibéricos gruñendo en las dehesas en su correteo bajo encinas y alcornoques).Cereales, olivar y viñedo ocupan casi el 75% de la superficie agrícola regional con escasas representaciones luego de otros cultivos como leguminosas, forrajeras y hortofrutícolas. Y salpicando con grandes manchas esa superficie, los árboles del corcho: la encina y el alcornoque. El alcornoque es, junto a la encina, acabamos de señalarlo, el árbol más extendido y representativo de las tierras extremeñas. Y hasta su propia explotación agroindustrial o su torturada y retorcida imagen física es como un viejo símbolo premonitorio de la expoliación de estas tierras y de sus habitantes. Árbol de gran longevidad, puede ser explotado desde su más tierna infancia, presentando la particularidad de que cría cada año una capa de un tejido vegetal (el corcho) al objeto de proteger su superficie interna. Esas capas se superponen año tras año y el hombre procede periódicamente a arrancarlas. Despelleja, desuella su cuerpo y deja la carne, la madera, cuya savia de color rojizo ensangrienta el paisaje.

Aquí el hombre es como el árbol, sometido al mismo proceso de desollación, de paro, de hambrunas.

Nadie mejor que poetas extremeños han plasmado su realidad: "Es el sueño de un despierto, / es la calma de un desierto,/ es un vivo mundo muerto, / ¡es la ardiente Extremadura que sestea!", escribió Gabriel y Galán.

Con poco se conforma el alcornoque -¿será por ello que le llaman sufreiro en León?-: despellejado sigue dando su fruto. Le golpean violentamente las ramas para que se le caigan los glandes, es decir, las bellotas, y continúa allí esperando su tardía muerte en pie. Desollado vivo y apaleado para que los cerdos en montanera coman sus frutos..-. "porque semos asina, semos pardos, del color de la tierra, los nietos de los machos que otros días triunfaron en América", que canta Luis Chamizo.

Latifundio y analfabetismo

Estamos en la tierra más olvidada de España, la más abandonada y esquilmada. La de mayor analfabetismo, la de paro más copioso. Son los frutos del latifundismo, en presencia, la flor verdinegra de sus cultivos extensivos y dehesados. Sobran amplios estudios hechos en equipo (Extremadura saqueada o Panorama actual de la propiedad de la tierra), que señalan sin lugar a dudas a la gran propiedad latifundista y la extensividad de sus cultivos como los dos agentes principales tanto del paro como del atraso de la economía y la sociedad extremeñas. El 58% de la tierra cultivable de Cáceres y el 54% de la pacense están en manos de un puñado de personas absentistas: la condesa de Santa Isabel, el duque de Femán Núñez, el marqués de Comillas, el marqués de Santamaría, la duquesa de Alba, entre otros. Mientras miles de campesinos o no tienen tierras propias o corresponden a explotaciones familiares que no rentan ni para mal comer. 54.807 explotaciones agrícolas en Badajoz sólo ocupan el 8% de su superficie agraria útil, y en Cáceres 51.732 explotaciones de entre 1 y 10 hectáreas ocupan el 8,2% de la superficie cultivable.

Mal distribuida la riqueza desde los tiempos de la Reconquista, como lo prueban claramente los fueros y cartas pueblas, llenos de privilegios y ventajas, las banderías entre los señores, las sangrientas rivalidades entre órdenes religiosas y militares, la malvivencia para el común ciudadano -hasta ayer vasallo- depara el espectáculo más esperpéntico dentro de la propia España negra.

Sus pueblos y ciudades, "vientres egregios donde se gesta el nuevo mundo", según frase altisonante y grandilocuente de Gregorio Marañón, se han convertido en nuestros días en placentas en huelga, ya que el envejecimiento de la población a causa de la sangría emigratoria hace que Extremadura presente uno de los índices de natalidad más bajos de España. No es que la píldora y otros métodos anticonceptivos propios de sociedades desarrolladas sean la causa del descenso de nacimientos, sino que han quedado en sus tierras los vientres yermos, secos.

La Extremadura real es esa de sus dehesas propiedad de cuatro, de sus desollados alconioques, de su trigo, su olivo,y su vid, pilares donde asienta su pobreza, aunque la Extremadura oficial siga hablando de Yuste y el emperador Carlos V, de Guadalupe, de Trujillo, de Mérida.

Ningún apellido ilustre de los que conforman la lista de los grandes propietarios de Extremadura es apellido de conquistador. El conquistador no ha hecho la historia de Extremadura, sino la del nuevo mundo. Los dueños y señores de Extremadura son, siguen siendo en buena medida, los mismos que al detentar toda riqueza y propiedad obligaron ayer a sus yunteros y porquerizos a hacer las Américas, y hasta hoy, en nuestra época, a fomentar la emigración a Europa. Extremadura, ese vivo mundo muerto.

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