Una referencia al 'pop' español

La llegada de Warhol y la cercana visita de Lichtenstein, con sus respectivas exposiciones en Madrid, plantean de nuevo la dificultad de hablar con propiedad de un pop español. Más aún que el término se haya usado con abuso, resulta innegable la importancia que la lección del pop ha tenido para muchos de nuestros artistas. Bien es verdad que en su momento se trataba de algo de dificil arraigo en un contexto como el nuestro. De ahí el aire de cartón-piedra que adoptó en algunas de sus transcripciones más miméticas y el hecho de que con frecuencia los resultados de mayor interés fueron aq...

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La llegada de Warhol y la cercana visita de Lichtenstein, con sus respectivas exposiciones en Madrid, plantean de nuevo la dificultad de hablar con propiedad de un pop español. Más aún que el término se haya usado con abuso, resulta innegable la importancia que la lección del pop ha tenido para muchos de nuestros artistas. Bien es verdad que en su momento se trataba de algo de dificil arraigo en un contexto como el nuestro. De ahí el aire de cartón-piedra que adoptó en algunas de sus transcripciones más miméticas y el hecho de que con frecuencia los resultados de mayor interés fueron aquellos que se reorientaron hacia otros intereses.No es tanto, pues, cuestión de arqueología ni de volver sobre si cabe hablar para Alcaín de un pop celtibérico, sino de reconocer la influencia que ciertos modos del pop; ciertos recursos tuvieron en la trayectoria de pintores que no se circunscribierón necesariamente de un modo literal al movimiento. Tenemos así casos tan diversos como el de Anzo, Genovés o la primera epoca del Equipo Crónica, junto a un largo etcétera. De hecho, el pop como referencia es un alemento que no puede ser ignorado a la hora de entender buena parte de las vías de salida que se buscaron a la crisis del informalismo.

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Incluso posteriormente, en la generación figurativa que se da a conocer en los setenta, la de los Alcolea, Carlos Franco, Molero, Pérez Villalta y Quejido, se suele reconocer una deuda inicial con el pop, bien que generalmente orientada hacia el más pictórico pop británico. Dicha deuda tiene, a su vez, un claro precedente en el interés que por los ingleses mostrara Luis Gordillo.

La extraordinaria retrospectiva de Roy Lichtenstein en la Fundación March y el estreno de la reciente serie Warhol en Fernando Vijande, así como la estancia, casi coincidente, de ambos artistas en la ciudad (sin duda el más importante acontecimiento relacionado de modo exclusivo con el pop que haya vivido nunca el panorama expositivo madrileño) es buena ocasión para traer de nuevo a la palestra dicha relación.

Exposiciones como las de Genovés y la completa retrospectiva de dibujos de Luis Gordillo, en Madrid, la reaparición del ex Crónica Manolo Valdés en Barcelona o la de obra reciente de Alcaín en el Ayuntamiento de Leganés (Madrid), pueden ser buena ocasión para que el espectador vuelva sobre estas cuestiones.

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