Reencuentro con el teatro de Lorca en la Universidad de Santander

Cumplidas cuatro décadas largas desde el tiempo en que la «universidad internacional constituía para La Barraca la cita ineludible del verano», Luis Sáenz de la Calzada, ex actor del grupo que fundara Fernando de los Ríos, que tuviera en Federico García Lorca a su principal animador, retornó al centro universitario, que lleva ahora el nombre de Menéndez y Pelayo.Junto a él, dos ex actrices, también de La Barraca, María del Carmen G. Lasgoyti y Julia Rodríguez Mata, reunidos todos, coincidiendo con la celebración del curso Ochenta años de teatro, en una recuperación histórica de aquel te...

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Cumplidas cuatro décadas largas desde el tiempo en que la «universidad internacional constituía para La Barraca la cita ineludible del verano», Luis Sáenz de la Calzada, ex actor del grupo que fundara Fernando de los Ríos, que tuviera en Federico García Lorca a su principal animador, retornó al centro universitario, que lleva ahora el nombre de Menéndez y Pelayo.Junto a él, dos ex actrices, también de La Barraca, María del Carmen G. Lasgoyti y Julia Rodríguez Mata, reunidos todos, coincidiendo con la celebración del curso Ochenta años de teatro, en una recuperación histórica de aquel teatro universitario que «se propuso la renovación, con un criterio artístico, de la escena española». «La Barraca era Federico García Lorca, era Eduardo Ugarte, éramos todos los componentes del elenco, era el tablado con sus cortinajes, eran las furgonetas del tablado y los decorados, era el camión que nos transportaba de pueblo en pueblo o de capital en capital...», dijo Luis Sáenz de la Calzada.

La Barraca, nacida con el advenimiento de la Segunda República, en 1931, se nutre de dos fuentes. De un lado, el clima favorable creado en lo cultural por la Insutución Libre de Enseñanza y sus hombres; del otro, la actitud de los estudiantes universitarios, «de los que formaron apretadas filas contra una dictadura militar y una monarquía que amparó tal dictadura. Me refiero», dijo el conferenciante, «a la Federación Universitaría Española (FUE) de toda España». Fernando de los Ríos, ministro de Instrucción Pública y hombre clave de la Institución, recompensaría -«y fue reprochado por esa su generosidad»- a los estudiantes concediendoles una subvención de 100.000 pesetas, a fin de que iniciaran una labor cultural. De esa decisión gubernamental, unida a la voluntad de aquellos universitarios, surgiría La Barraca.

Pero la historia de La Barraca no puede separarse de la trayectoria vital de Federico García Lorca. «Federico actor, Federico poeta, Federico director, Federico pintor, Federico, hermano mayor de todos nosotros, Federico mentiroso. Siempre estaba contando mentiras deliciosas, mentiras como de pájaro, de pluma de arcángel, que imaginaba como la fuente imagina el agua», dijo Luis Sáenz de la Calzada, ex actor, además de amigo del poeta.

«Santander, esta universidad internacional», recordó el conferenciante, «constituía para La Barraca la cita ineludible del verano; contaba siempre con las actuaciones de La Barraca; llegamos puntuales a la cita y preparamos el tablado en la plaza de las Caballerizas, contra la torre del Reloj. Luego llegaba la representación ante un público heterogéneo: estudiantes, profesores, intelectuales, científicos y obreros. No puedo calcular la gente que nos vio en esta universidad internacional. Ignoro también», añadió Luis Sáenz de la Calzada, «los recuerdos, en los que presenciaron nuestras actuaciones, se pudieron grabar golpe a golpe y verso a verso, pero, seguramente, tal vez en los que viven todavía hormigueen las imágenes mímicas como pequeños insectos, cómo rastros de polvo en el camino».

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