Crítica:

Los marxistas ante la muerte

Nadie discutirá el interés y la vigencia de los dos polos de este estudio: la muerte y el marxismo. Todo proyecto antropológico pasa por el hecho inquietante de la muerte. En este sentido, las respuestas del marxismo humanista ofrecen un extraordinario interés, también para la teología. El objeto de este libro es exponer y analizar dichas respuestas en el marco del .diálogo abierto entre cristianos y marxistas sobre la cuestión del hombre. Contra las tendencias antihumanistas se impone la necesidad de alzar un frente común por parte de todos los que creen en el hombre. Son muchas e importantes...

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Nadie discutirá el interés y la vigencia de los dos polos de este estudio: la muerte y el marxismo. Todo proyecto antropológico pasa por el hecho inquietante de la muerte. En este sentido, las respuestas del marxismo humanista ofrecen un extraordinario interés, también para la teología. El objeto de este libro es exponer y analizar dichas respuestas en el marco del .diálogo abierto entre cristianos y marxistas sobre la cuestión del hombre. Contra las tendencias antihumanistas se impone la necesidad de alzar un frente común por parte de todos los que creen en el hombre. Son muchas e importantes las preocupaciones y las convicciones comunes.Una ajustada resena es incapaz de abarcar todos los aspectos,, dimensiones y matices de un trabajo de esta envergadura. Vaya por delante la constatación de su indudable interés de conjunto a nivel de confrontación y de reflexión teológica, así torno su. exhaustivo rigor documental. Una sugestiva introducción plantea la dimensión e importancia del problema: la pregunta sobre la muerte se topa con otras cuestiones no menos cruciales: el sentido de la vida, el significado de la historia, los imperativos éticos de justicia, libertad y dignidad, las dialécticas presente-futuro e individuo -sociedad. Y el gran tema de la esperanza. El autor se sitúa desde la vivencia de la fe cristiana.

Muerte y marxismo humanista

(aproximación teológica).Juan Luis Ruiz de la Peña. Ediciones. Sígueme. Salamanca, 1978

La única y escueta afirmación de Marx. sobre la muerte constituye el punto de partida obligado en esta indagación en torno a la tanatología marxista. Desde ahí se despliega el comentario a los autores más significados del marxismo humanista. Ruiz de la Peña dedica amplio espacio al análisis de Bloch, cayendo a mi juicio en una crítica excesivamente detallista y hasta puntillosa -aun respetando su lectura rigurosa y exhaustiva del mismo-, que no valora suficientemente el aliento de las más poderosas intuiciones del patriarca marxista de la esperanza. Es éste en mi opinión un defecto general del libro: los árboles le impiden ver el bosque, el rigor de la. erudición crítica sofoca el vigor de la palpitación humana de los autores estudiados.

La figura de Garaudy está presentada con nitidez y admiración, tanto en su biografia personal como en la exposición de su pensamiento, especialmente en su teoría de la subjetividad y en las relaciones entre trascendencia y persona. Garaudy es un firme luchador dentro del diálogo entre el existencialismo y el cristianismo para lograr un proyecto de marxismo realmente comprometido con la causa del hombre. Y afirma la libeítad como fundamento del ser. La trascendencia para Garaudy comprende el futuro -en cuanto espacio para la autocreación del hombre y la construcción del mundo-, y los otros, como profundidad y anchura, acogida en el amor. El hombre se define por la subjetividad y la socialidad, y la muerte promueve en él el pensar, en la trascendencia.

Para Machovec, el problema radical de todo pensamiento utópico está en la dialéctica presente-futuro. Y el marxismo auténtico es un verdadero humanismo, en el que late un hondo problema ético de interpretación y búsqueda de los valores e ideales morales. Más luminosa es la exposición del pensamiento de Adam Schaff, que pretende elaborar una filosofía marxista del hombre concreto: «El problema central de todo socialismo -tanto del utópico como del científico- es el hombre.» El neopositivismo actual se opone a la orientación antropocéntrica de la filosofía, que quiere abarcar toda la rica complejidad de la existencia humana. El problema de la felicidad se convierte en el punto crítico sobre la cuestión del sentido de la vida. Pero queda en pie el problema de la muerte: Schaff no lo desarrolla sistemáticam ente, pero afirma que «la muerte es el más fuerte estímulo para reflexionar sobre la vida».

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