Reportaje:Canarias: tan solas, tan lejos / 2

El abandono de la agricultura ha provocado una situación límite

Los problemas, el drama del agro español, se manifiestan con mayor acentuación en Canarias. Primero, porque la agricultura ha sido, hasta hace muy poco, el principal componente de su economía, pero también por evidentes factores geográficos que condicionan su propio abastecimiento. Por ello, cuando la agricultura canaria se encuentra al borde del colapso, todos señalan su recuperación como el paso inicial para lograr un futuro estable en la economía del archipiélago.Una de las premisas esenciales en todo estudio agrícola es la estructura de la propiedad de la tierra, lo que lógicamente ...

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Los problemas, el drama del agro español, se manifiestan con mayor acentuación en Canarias. Primero, porque la agricultura ha sido, hasta hace muy poco, el principal componente de su economía, pero también por evidentes factores geográficos que condicionan su propio abastecimiento. Por ello, cuando la agricultura canaria se encuentra al borde del colapso, todos señalan su recuperación como el paso inicial para lograr un futuro estable en la economía del archipiélago.Una de las premisas esenciales en todo estudio agrícola es la estructura de la propiedad de la tierra, lo que lógicamente suele llevar aparejado un determinado tamaño medio de explotación. Canarias no es, en esto, una excepción, aunque en este aspecto concreto sí nos sea dado diferenciar claramente una serie de características no comunes a las dos provincias.

En general, la propiedad está mucho más concentrada en Gran Canarias, donde la orografía permite mayores extensiones cultivables y la estructura social está en menor consonancia con el siglo presente. Los señores siguen disfrutando del dominio de grandes extensiones de terreno, cedidas a pequeños colonos que tropiezan con enormes dificultades de financiación, tecnología, acceso a la comercialización y, por supuesto, padecen las consecuencias del ya comentado mercado del agua, también en poder de los señores. En Tenerife, el reparto de propiedad está más generalizado, los problemas acuíferos son menos acusados, pero persisten las restantes dificultades, especialmente las derivadas de una concentración casi monopolística de los circuitos comerciales. En algunas islas menores, como La Palma, es dado hallar diferenciaciones, pero su escaso peso específico en el contexto económico global hace que sea poco conveniente tomarlas como ejemplo.

En cuanto al tamaño de las explotaciones, es notablemente reducido, muy por debajo de la media nacional, ya considerada exigua por los expertos en temas agrarios. La extensión media en Gran Canaria resulta ser de diez hectáreas, frente a las 18,1 hectárea en que está cifrada la media nacional. Esto en datos de 1974, dado que no existen estudios más actualizados a los que haya sido posible tener acceso. En Tenerife, donde al parecer no existen estudios ponderados sobre el tema, los testimonios recogidos estiman que la situación difiere escasamente de la reseñada, por lo que parece válido incorporarla al contexto general del archipiélago.

El aprovechamiento de las tierras es también muy reducido. Un 30% de la superficie total es absolutamente improductiva -datos de Gran Canaria-.

De cualquier forma; hay que anotar que el deterioro de la actividad agrícola se ha visto notablemente acelerado en la última década y que constituye un tema de meditación señalar si tal degradación se ha producido como consecuencia del atraso existente en todos los órdenes, o por el contrario el desfase es fruto del abandono. Lo más fiable es que la conjunción de las dos circunstancias hayan provocado la situación actual.

La mayor parte de los cultivos deben situarse en las proximidades de la costa, dada la configuración del interior de las islas, con una orografía sumamente accidentada y carencia de ríos, lagos y zonas forestales. Como consecuencia del ya citado trasvase de recursos al sector terciario -turismo-, gran cantidad de cultivos han desaparecido en los últimos años, al destinarse los terrenos en que estaban instalados a construcción de apartamentos y plazas hoteleras. Un claro ejemplo de ello puede ser la zona sur de Gran Canaria o la parte norte de Tenerife. Esta desaparición no se ha visto compensada con la incorporación de nuevas áreas, por lo que la superficie cultivada ha ido menguando progresivamente.

Desfase tecnológico

Las técnicas de cultivo son notablemente atrasadas, impropias para aplicar cualquier criterio de racionalidad y rentabilidad a las explotaciones. Sorprende, por ejemplo, que la aplicación de nuevas técnicas al cultivo del plátano, como el riego gota a gota, generalizado en los países competidores; haya sido aplicada muy esporádicamente, teniendo en cuenta el déficit de recursos acuíferos que padece todo el archipiélago y muy especialmente Gran Canaria. El plátano precisa grandes cantidades de agua para su riego en base a los sistemas tradicionales, pero los agricultores continúan resistiéndose a sustituirlo por el referido gota a gota que permite reducir las necesidades de agua hasta un tercio de las actuales. Sólo en La Palma, y concretamente en Barlovento -al norte de la isla-, se han desarrollado nuevas técnicas para el cultivo del plátano, imitadas específicamente en pequeñas extensiones de Tenerife.

También son muy raras las experiencias de modernización en los aprovechamientos de aguas para cultivos de verduras, tomates, pepinos, e incluso flores, cuya producción está incrementando su importaricia en los últimos años, hasta alcanzar los cinco millones de docenas exportados en 1975, sólo en la provincia de Gran Canaria.

La mecanización del campo es también muy escasa. Los últimos datos disponibles con fiabilidad están referidos a 1967 y señalan que el ganado de tracción representaba el 50%, en tanto que la media nacional en el mismo año reflejaban un 80% de mecanización en el sector agrario. Lógicamente, en esta situación influye notablemente la ya comentada escasa dimensión de la mayor parte de las explotaciones.

Otro factor que ha incidido notablemente en el abandono de los cultivos es, sin duda, el complejo entrairnado de intereses existentes en torno a las importaciones, directa consecuencia del régimen fiscal de las islas, denunciado reiteradamente por todas las fuerzas políticas, económicas y sociales de obediencia canaria.

Comercialización

Tampoco los circuitos comerciales han favorecido el desarrollo de la agricultura. Una concentración casi monopolística, nula penetración en los mercados y elevados costes de producción han dejado el mercado de los productos canarios casi exclusivamente circunscrito a la Península, excepto esporádicas aproximaciones a los mercados africanos e ingleses, protagonizadas por pequeños empresarios sin apoyo institucional. Uno de los cultivos básicos, el plátano, debe ser primado por la Administración para su venta en la Península, ya que los precios ofertados rebasan notablemente los de los mercados internacionales.

La otra producción básica, el tomate, se enfrenta actualmente con graves problemas derivados de la entrada de Gran Bretaña en la Comunidad Económica Europea, agravados por la intensificación de los cultivos en otras zonas españolas, como es el caso de Extremadura.

Curiosamente, Canarias no posee una industria autóctona de transformación de productos agrícolas. Tampoco ha explotado intensivamente sus enormes posibilidades de intensificar los cultivos al margen de estación, utilizando sus peculiaridades climáticas. De este modo, la generación de recursos es escasa y la descapitalizión creciente. Al mismo tiempo, los escasos recursos no son reinvertidos en la medida deseable, hasta el punto de que sólo el 8% de las inversiones efectuadas en Canarias fue destinado al sector agrario, según los testimonios recogidos.

Incrementar los cultivos al margen de estacionalidad, mejorar los circuitos de comercialización y desarrollar los cultivos de medianías, constituyen los aspectos más urgentes de las escasas alternativas agrarias que los distintos grupos proponen. Al mismo tiempo, se afirma, sería aconsejable favorecer la implantación de una industria alimenticia, basada en la agricultura, que per mitiera una mayor asignación de recursos a la economía canaria.

Ganaderia inexistente

Dos factores esenciales determinan la inexistencia de una cabaña autóctona, que permitiera cubrir mínimamente las necesidades de autoabastecimiento: la facilidad de efectuar importaciones a bajo precio y los elevados costes derivados del precio de los piensos, ya que en ninguna de las islas se observa existencia de pastizales.

Esta carencia ganadera ha determinado una dependencia extrema de las importaciones, desarrollándose una importante red de frío y generalizándose el consumo masivo de productos cárnicos en conserva. Esta situación ha favorecido los intereses de determinados empresarios que, con escaso riesgo y no excesivamente cuantiosa inversión, se han hecho con las riendas de la importación y los circuitos de conservación en el archipiélago. Por si fuera poco, el régimen de puerto franco faculta el envío masivo de excedentes de los mercados europeos, a bajo precio para el importador, práctica a la que se están mostrando especialmente proclives las multinacionales en los últimos años. Esta circunstancia dificulta también notablemente el desarrollo de una industria autóctona y genera que, en unión de otras muchas circunstancias, el déficit anual entre Canarias y la Península esté cifrado actualmente en unos 70.000 millones de pesetas.

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