Crítica:XXV FESTIVAL INTERNACIONAL DE SAN SEBASTIÁN

Camino del final

ENVIADO ESPECIAL, Camino de su final, el festival se prolonga o, mejor, se estira en películas de cada vez más larga duración. La guerra de las muchachas cuenta la historia de una familia alemana que va a establecerse a Praga. Las peripecias de sus amores, en los que influirá decisivamente la ocupación alemana y la guerra mundial, llenan apretadamente el amplio cauce de esta novela bien ambientada y correctamente realizada, con ciertos toques de humor germánico, pero que no añade gran cosa, cinematográficamente hablando, a la historia de este última edición del certamen.

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ENVIADO ESPECIAL, Camino de su final, el festival se prolonga o, mejor, se estira en películas de cada vez más larga duración. La guerra de las muchachas cuenta la historia de una familia alemana que va a establecerse a Praga. Las peripecias de sus amores, en los que influirá decisivamente la ocupación alemana y la guerra mundial, llenan apretadamente el amplio cauce de esta novela bien ambientada y correctamente realizada, con ciertos toques de humor germánico, pero que no añade gran cosa, cinematográficamente hablando, a la historia de este última edición del certamen.

De donde son los cantares, breve antología de la canción popular cubana, explica la historia de esta República desde sus primeros enfrentamientos con España hasta la fundamental aportación de Matamoros, historia en la que se echa de menos una última parte contemporánea, dedicada a su definitiva independencia. Realizada fundamentalmente a base de entrevistas, fotografías anejas y antiguas filmaciones, es buena muestra de un cine que busca su propia personalidad, al igual que La tierra y el cielo, de Octavio Gómez, y una de sus primeras realizaciones.En cuanto a Pedro Páramo, presentada por México, según la famosa novela de Juan Rulfo, se resiente de un guión mal construido. Bien narrada y regularmente interpretada en su primera parte, la que concluye con la desaparición del muchacho con el que el filme se inicia, la segunda, aun siendo fundamental en la novela, queda aquí como un añadido inútil, con el amor del protagonista por Susana San Juan, que frena el relato, prolongándolo inútilmente. Sin embargo, en lo que se refiere a la historia anterior la del pueblo de Comela, ambiente y actores consiguen evocar ese mundo espectral de ánimas y ecos descrito por el novelista, destacando en sus papeles respectivos Manuel Ojeda y Narciso Busquets.

No así Venetia Vianello, inexpresiva cuando no melodramática, ajena en todo momento al relato y al estilo por el que discurre en sus primeras secuencias.

Finalmente, con Pieza incompleta para piano mecánico vuelve Chejov a este certamen, después de La Gaviota, al menos en esta ocasión hablando su propio idioma, aunque con pretexto parecido las reuniones que organiza en su finca la viuda Ana Petrovna. Diversos personajes de la pequeña burguesía de provincias se encuentran en ellas con sus pasados amoríos, su amor por los humildes, a veces disparatado y a ratos verdadero, en torno a una moderna pianola símbolo de cómo un pobre diablo puede interpretar a Listz ante un público de gustos elementales.

El desdén por los humildes, la añoranza por los héroes de pasadas épocas, el desamparo intelectual y moral, cuando no el candor de la provincia, aparecen también a lo largo de esta jornada demasiado prolongada, bien interpretada y fotografiada al estilo de Il gabbiano, como si tal tipo de imágenes fueran las que mejor se identificaron con el mundo decadente, trágico y un tanto melancólico del gran autor ruso pionero de un nuevo estilo dramático.

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