Celebrar un ascenso (y la permanencia) como si fuera el gol de Iniesta

A todos mis amigos futboleros siempre les cuento que este deporte me ha dado dos momentos inolvidables en mis 41 años de vida: el gol de Iniesta en la final del Mundial de 2010 y el ascenso de la UD Almería de la pasada temporada. Sé que no son comparables, pero yo sentí la misma emoción. Soy madrileño, por lo que aquel fin de semana, el último de mayo del año pasado, lo tuve fácil para ir al Estadio Municipal Butarque, en Leganés, al sur de Madrid. Nos enfrentábamos al CD Leganés, entonces en mitad de tabla, sin jugarse nada. Nosotros peleábamos por volver a LaLiga Santander siete temporadas después.

A Leganés fui con las dos personas con las que comparto mi pasión. La primera, mi padre, Francisco, que nació en Macael, un pueblito de la provincia famoso por el mármol de sus canteras. Él es el responsable de transmitirme la pasión rojiblanca. La segunda es mi sobrino, Mario. Aunque tiene 15 años, mi padre y yo llevamos unos cuantos enganchándole al fútbol y a nuestro club.

Muchos aficionados del Almería se movilizaron para estar en Leganés así que tuve que comprar las únicas entradas que quedaban libres: en uno de los palcos, justo detrás del banquillo almeriense. Durante el partido remontamos dos veces hasta que llegamos con empate a dos a los últimos minutos. Necesitábamos ganar para confirmar el ascenso, así que ya lo dábamos por perdido. Hasta que en el minuto 89 nos llegó la noticia. Zarfino, un uruguayo de la AD Alcorcón que una semana antes nos había marcado dos goles, privándonos de celebrar el ascenso en casa, volvió a marcar. Solo que esta vez lo hizo frente a la SD Eibar, nuestro rival por las primeras plazas de LaLiga SmartBank.

Fue una locura. Recuerdo los nervios a flor de piel que teníamos mi padre, mi sobrino y yo en el tiempo que duró el descuento del partido. Me acuerdo perfectamente de Rubi, entrenador del Almería, saltando en el banquillo junto al resto de su cuerpo técnico y los jugadores para pedir al árbitro que pitase el final. Cuando por fin lo hizo, fue una explosión. Los cientos de aficionados del Almería que estuvimos en Butarque nos fundimos en un solo grito de celebración.

Recordaré aquello toda la vida. Este año, la situación ha cambiado y nos toca llegar a la última jornada peleando por mantenernos en LaLiga Santander. Mario está de exámenes y mi padre en Macael, así que me tocará ver el partido frente al RCD Espanyol de Barcelona solo en casa. Pero tengo claro que, si conseguimos el objetivo, tenemos una cita pendiente para celebrar juntos un año más en LaLiga Santander.